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La Ilustración Liberal

Milagros de Iwasaki, cáustico

Fernando Iwasaki Cauti, nacido en Lima en 1961, egresado de la Universidad Católica del Perú y doctorado en Historia por la Universidad de Sevilla, es historiador, cuentista y novelista. Ha publicado una docena de libros, entre los cuales debemos mencionar Inquisiciones peruanas, Descubrimiento de España, los cuentos de Tres noches de corbata y A Troya, Helena, la novela Libro del mal amor y el reciente Un milagro informal.

Fernando Iwasaki Cauti vive en Sevilla, donde dirige la conocida revista literaria Renacimiento, y es colaborador del suplemento cultural del ABC de Madrid: Blanco y Negro Cultural. Me parece que Iwasaki (cáustico y brillante) es el gran heredero del camino abierto por el Premio Cervantes Guillermo Cabrera Infante, quien, dicho sea de paso, ha elogiado los ensayos del escritor peruano. Pero, a su vez, le ha agregado lo suyo: algo enteramente personal, es decir, una elevada cuota satírica, así con una apreciación sensual del lenguaje y una gracia verbal permanente.

Los cuentos de su nuevo libro tienen, todos, este sello. Es una colección de obras fruitivas, divertidas como pocas en las letras iberoamericanas, de esas que nos devuelven las delicias encontradas en la imaginación, pobladas con personajes singulares que viven y se desviven en retablos (ya sea en su Lima natal como en la Sevilla adoptiva) pintados en technicolor.

Sus cuantos son variadísimos; su fantasía es un abanico abierto, que toca los más variados temas, incluso realiza alguna incursión en lo fantástico, como ocurre en el sorprendente relato titulado “Erde”. Por otro lado, tenemos las vacías y disparatadas experiencias no siempre gozosas de unas mujeres peruanas que se abisman en el vacío sexual con jovencitos medio descerebrados, y de aquí pasamos a un samurai peruano y, en un cuento antológico, el que precisamente da título al libro, un singular malentendido que lleva a un vendedor que ha bajado a Lima de las sierras nada manos que a sentarse a la mesa de decisiones de un Ministro.

Además de “El vuelo de la libélula”, donde adopta la voz narrativa de una mujer, Macarena (uno de mis cuentos preferidos), quisiera señalar especialmente el relato llamado “El derby de los penúltimos”, donde gracia, humor y melancolía confraternizan. Comienza con un manuscrito hallado en Montevideo; y luego se desarrolla en Lima, en Madrid en años de la guerra incivil (diría Fernando Díaz-Plaja) y Buenos Aires. Hay un duelo a navajazos, presenciado por un cuarteto singular; dos hermanas porteñas que hablan entre ellas en francés, una de ellas casada con un hombre elegante con un ojo puesto en las bailaoras y un cuarto amigo callado y atento a todos los detalles. No creo equivocarme si digo que el cuarteto mencionado encarna a las hermanas Victoria y Silvina Ocampo, y que ellos son, naturalmente, Bioy Casares y Borges.

Las historias de Iwasaki Cauti varían en extensión, pero todas ellas están dotadas de ingenio, energía y ese espíritu retozón, que es su sello. Suele cambiar de paso en los cuentos (el espacio breve le sienta bien) y a veces lo que comienza como una sátira se convierte en fantasía y, al fin, la narración adquiere una nueva significación, una luz retrospectiva diferente.

Audaz y agudísimo, Iwasaki muestra de manera incisiva el desorden de la vida cotidiana en cuentos cuyo efecto es extrema comprensión y fertilidad.

Fernando Iwasaki, Un milagro informal, Alfaguara, 2003.