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La Ilustración Liberal

Por qué se hundió Ecuador

El liberalismo de fin de siglo se había ido consolidando en el Ecuador hasta llegar a su apogeo con el triunfo electoral de Galo Plaza, en 1948. Desdichadamente, la teoría de la dependencia promovida por la CEPAL y el triunfo de Fidel Castro pusieron fin a este proceso de consolidación. No obstante, ni el marxismo ni el liberalismo han podido hacer mella en las grandes mayorías de los ecuatorianos. Debido, en gran parte, a que la falta de convicción ideológica de los dirigentes políticos ecuatorianos los ha llevado a practicar la política del obstruccionismo y del canibalismo político.


Causas de la crisis actual

El inicio de la debacle económica actual se puede fácilmente identificar con la desafortunada guerra con el Perú (enero de 1995), agravada por el fenómeno de El Niño, cuyos daños ascienden fácilmente a tres mil millones de dólares. A estos dos factores reales se deben añadir las pésimas administraciones de Abdalá Bucaram y Fabián Alarcón. Bajo sus gobiernos, se rebasaron las políticas mercantilistas-socialistas muy bien descritas por los autores del excelente libro Fabricantes de miseria. Todo esto ha llevado al país a un grave problema fiscal que ha empeorado porque también se promulgaron leyes que "obligan" al gobierno a gastar. Por ejemplo, se declararon aumentos de sueldos para maestros (50%), y se firmaron contratos colectivos con indemnizaciones millonarias para aquellos empleados públicos que perdieran sus empleos debido a las privatizaciones. La Constitución obliga a que el 15% del presupuesto sea distribuido a los gobiernos provinciales y municipales. El 42% del presupuesto fiscal está destinado al servicio de la deuda externa. El exagerado gasto estatal, acompañado de un sistema tributario complejo, ineficaz y corrupto ha resultado en un déficit fiscal de aproximadamente 7% del PIB.

La economía ecuatoriana ha crecido en un promedio del 2% anual, o sea por debajo del crecimiento demográfico. Las exportaciones del año 98 se redujeron en 1.100 millones de dólares y el precio del petróleo cayó a 7 dólares por barril en el mismo año, por lo cual las exportaciones de petróleo se redujeron a 700 millones de dólares. Como resultado de las crisis asiática, rusa y brasileña, la percepción del riesgo-país empeoró y Ecuador fue declarado uno de los pocos países con problemas de pago. El Ecuador se enfrenta a un alto déficit de cuenta corriente y de balanza de pagos. Por eso, en el momento actual, los créditos internacionales otorgados al sistema financiero ecuatoriano deben estar significativamente condicionados por las instituciones financieras del exterior. Las pérdidas económicas han obligado al gobierno a tomar medidas que, lamentablemente, han sido de carácter exclusivamente fiscal: eliminación de los subsidios al gas, aumento de las tarifas eléctricas, telefónicas y de agua, devaluación monetaria, congelación de recursos y creación de nuevos impuestos.

Además de duplicar los precios de los combustibles, de devaluar la moneda a una tasa anual que supera el 100%, de gravar con un 1% la circulación de capitales -un impuesto aplicado en condiciones distintas a las originalmente concebidas- y de la imposición de una sobretasa arancelaria, el Poder Ejecutivo acaba de lograr que el Congreso apruebe un nuevo paquete tributario que incluye el impuesto al patrimonio, al rodaje de automóviles de lujo, la eliminación de las exenciones del IVA que incluyen, increíblemente, las exportaciones, y la restauración del impuesto sobre la renta, que había sido eliminado a comienzos del año. Se debe advertir que el partido de gobierno logró que pasara el paquete tributario en una alianza con siete partidos, incluidos comunistas y conservadores, alianza demasiado frágil para poder gobernar con soltura. En resumen, las recetas empleadas por el gobierno van en la misma dirección: apuntalar el gobierno para que no se desplome ante el peso del déficit fiscal.


La razón para este tipo de medidas

Jamil Mahuad estudió en la Escuela de Administración Pública John F. Kennedy, y ahí aprendió que el gobierno debía ser un instrumento de progreso y de desarrollo. Su concepción del arte de gobernar es un clásico ejemplo de tecnocracia académica. Mahuad está convencido de que se puede sacar adelante un país mediante una administración seria, con ministros responsables y con una planificación adecuada basada en proyectos concretos. Así lo proclamó en su campaña: sabía qué hacer y cómo hacerlo. Pero en Harvard no le enseñaron que en el Ecuador hay una fracción vociferante que se opone -con huelgas, paros y cierre de carreteras- a la privatización o a cualquier esquema que huela a "neoliberal". Tampoco le enseñaron que para realizar los sueños de ingeniería social se necesitan ingentes recursos financieros. Lo peor de todo es que no le enseñaron que el Ecuador no necesita más gobierno, y que es un espejismo creer que se puede tener un "mejor" gobierno.

La segunda razón radica en la presunción de que, sin el aval del Fondo Monetario Internacional, no podrá conseguir el financiamiento que sus planes requieren. Las autoridades monetarias han aceptado ciegamente las recetas tradicionales del Fondo: devaluación monetaria, eliminación de subsidios y nuevas cargas tributarias con el propósito de eliminar el déficit a cualquier costo. Los personeros del Fondo nunca aceptaron que el Ecuador haya eliminado el impuesto sobre la renta. Estudiaron las recaudaciones del IVA y las arancelarias, y concluyeron que en el Ecuador "no se pagan impuestos". Por eso recomendaron que se aumente el IVA del 10 al 15% (después de todo, en Chile es del 18%), sin tener en cuenta que el país está atravesando por uno de los peores momentos económicos de su historia. Lo importante era reducir el déficit al 2,5%, pues un déficit de esa magnitud ya es "manejable". Una vez firmada la carta de intención con el FMI, Mahuad espera contar con nuevos préstamos de las agencias internacionales (Banco Mundial, BID, CAF y del mismo FMI) y así llevar a cabo sus sueños de ingeniería social.

Perspectivas de la administración de Mahuad

La intelligentsia ecuatoriana, representada por los editoriales de los tres grandes diarios del país (El Comercio, El Universo y Hoy), está obsesionada por el gran espejismo de "los objetivos nacionales". Claman diariamente que los dirigentes políticos renuncien a sus posiciones irreductibles, que se pongan de acuerdo y convengan un programa de gobierno consensuado. Por desdicha, esta visión es totalmente irreal e irrealizable. Es de sentido común que antes de que se logre una visión común de ideologías contradictorias, es más importante que se unifique la izquierda y que la derecha deje de hacerse la guerra a sí misma.

Lo triste de la situación es que, mientras tanto, la unidad nacional se ve amenazada por los males de un regionalismo creciente. Se ha demostrado mil y más veces que el sistema de gobierno privilegia la burocracia residente en Quito, que la obesidad del Estado es el resultado de la concepción tecnocrática y planificadora de la sociedad, obesidad que ha sido alimentada con los recursos de la región más productiva del país, la Costa, lo cual ha profundizado las diferencias regionales entre Quito y Guayaquil. Y es aquí donde el porvenir ecuatoriano es oscuro y ominoso, pues una secesión o amenaza de secesión de la Costa podría desencadenar una guerra civil.

La agenda del cambio

Lo más increíble es que las soluciones no escasean. Entre ellas están: 1) reducción de la deuda externa mediante canje, renegociación o recompra, etc.; 2) disminución de la burocracia "dorada", como se ha venido a llamar a los más de cien mil burócratas enquistados en las cúpulas del sector público, en los sindicatos de las empresas estatales, incluso en el cuerpo diplomático; 3) eliminación de las asesorías internacionales que "diseñan la modernización" del país; y 4) para reducir la precariedad de la banca, cambios legales que obliguen a los dueños de los bancos a comprometer su patrimonio personal.

La situación caótica por la que está atravesando el Ecuador está propiciando un ambiente oportuno para llevar a cabo una agenda liberal. Entre los cambios que van ganando aceptación están: la dolarización de la economía, la división del país en distritos electorales y la implementación de un nuevo sistema político descentralizado.

La sustitución del sucre por el dólar

Cuando el gobierno de Bucaram propuso una Caja de Conversión, muchos economistas se opusieron y lograron convencer a un gran segmento de la población de que el costo social de un sistema de convertibilidad como el de Argentina era demasiado elevado. Poco a poco esas voces han ido callando. Por otro lado, han surgido opiniones de que, en el Ecuador, una Caja de Conversión no soportaría los embates de un Estado necesitado de recursos y que, por consiguiente, es preferible reemplazar el sucre por el dólar, eliminando de paso el curso forzoso legal del sucre. Aún más, no hay excusa para no hacerlo pues existen suficientes reservas internacionales y activos en divisas en manos del Banco Central para sustituir los billetes sucres en circulación y para que el resto del sistema monetario se contabilice en dólares.

División en distritos electorales y nuevo sistema geopolítico

En el Ecuador, aunque la nueva Constitución permite un sistema de elección uninominal

no existen distritos electorales. Los diputados o concejales se eligen en listas elaboradas por los partidos políticos, por lo cual no representan segmentos de la población sino que deben su puesto a los dirigentes que conforman las listas. Este sistema impide una representación clara así como también la rendición de cuentas que se les debe a los electores.

La división en distritos electorales es parte de la agenda de los que proponen un nuevo sistema geopolítico. Sobre este último las posiciones están divididas, y van desde una simple descentralización administrativa, pasando por la creación de regiones autónomas -como en España- hasta un sistema federal tipo Suiza o Estados Unidos. Por el momento, recién ha comenzado el debate sobre esta materia y es muy difícil pronosticar cuál será el sistema descentralizado al que se llegará. Los que hacen opinión pública desde Quito no están muy entusiasmados con la idea de las regiones autónomas y menos aún con la de un Estado Federal. No obstante, se han comenzado a organizar foros y mesas redondas y es claramente uno de los temas que ha despertado grandes expectativas, particularmente en Guayaquil.

Perspectivas y conclusiones

El futuro del Ecuador no es muy alentador. El programa de gasto de Mahuad, por muy buenas intenciones que tenga, será llevado a cabo por el mismo sistema centralista y burocrático que ha venido manejando los fondos públicos como lo ha hecho siempre, con derroche y hasta sin disimulo. Ya se avizora que el paquete tributario no será suficiente para cubrir la brecha fiscal y que dentro de seis meses habrá que recurrir a nuevos impuestos.

A pesar de esta evaluación pesimista de la situación actual, sí existen soluciones. También se puede creer que frente a la amenaza de un desmembramiento del país y de una profundización de la crisis económica, tanto gobernantes como gobernados copien lo hecho en países vecinos como Chile, Perú o Bolivia, y que la crisis sirva de detonante para un cambio en la dirección correcta.

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