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La Ilustración Liberal

Pasión y desencanto cubanos

La novela de Marcos Aguinis La pasión según Carmela está ambientada en los meses previos a la llegada de Fidel Castro a La Habana, en enero de 1959, y da cuenta de lo que ha significado para los cubanos este medio siglo de dictadura.

Es una historia de amor entre Carmela, una médica cubana, e Ignacio, un economista argentino que durante la segunda mitad de 1958 está en la Isla acompañando a y luchando por la revolución. Para él es una aventura "que viene repitiendo la humanidad desde que empezó a ser oprimida (…) es la rebelión de Moisés, de Espartaco, de Jesús, de los campesinos medievales, de los sans-culottes de Francia, de los ejércitos libertadores en América Latina".

Carmela pertenece a la clase alta cubana, pero tras romper con su esposo sigue los pasos de su hermano y se interna en la Sierra Maestra para acompañar a los revolucionarios, que confían en que la insurrección significará la llegada de la democracia a la Isla. Es el anhelo de la ansiada libertad, pues la rebelión será contra la hipocresía, los prejuicios y las injusticias de la dictadura de Batista.

Ambos "construyen su amor duro y bello en uno de los escenarios más sísmicos y románticos de la historia latinoamericana. Nadan con la corriente, la gozan y agrandan. Pero también son arrastrados por remolinos que quitan el aire y ponen el mundo al revés". La historia está bien ambientada con nombres reales: Huber Matos, Ernesto "ché" Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro, Gabriel García Márquez y el propio Fidel. Además, la lectura nos transporta a lugares como Matanzas, Santiago de Cuba, la Sierra y a distintos barrios de La Habana.

La novela desvela el desencanto de los rebeldes y las justificaciones de sus seguidores. ¿Hay justificación a las guillotinas y las purgas? Las intrigas, los fusilamientos, las venganzas, y un Fidel que, irritado por la difusión internacional de las ejecuciones, convocó a un acto masivo en La Habana en el que, lejos de inclinarse a la moderación, exigió la pena de muerte a todos los culpables de crímenes políticos. Así las cosas, "jueces asustados debían acatar las exigencias de una muchedumbre fuera de sí". Pero la gente quería fidelismo, es decir, "democracia y libertad con justicia social", y no comunismo, que equivale a "justicia social sin democracia ni libertad". Huber Matos anuncia: "La Revolución resbala hacia la dictadura (…) tal vez sea una dictadura diferente a las que conocemos, pero será una dictadura; se trata de una redonda traición a nuestros ideales".

¿Qué te pasó, Fidel? El desastre económico del Che, las visitas de los intelectuales, la condena a Matos, la cárcel o el exilio de los disidentes, el fracaso de la zafra, las contradicciones de los visitantes de la Europa Oriental, la libreta de racionamiento y las fugas en balsa dan el entorno a un romance pasional y doloroso.

No doy más detalles ni me referiré al desenlace, para que el lector disfrute y mantenga la atención, pero hay una pregunta central: "¿Yo soy igual a los comandantes? ¿Por qué no soy yo el que manda?". "A ciertos funcionarios y comandantes ya se los empezaba a calificar como los Gorditos, porque comían en los mejores restaurantes, salían de viaje al exterior, disfrutaban viviendas lujosas". Luego viene la sentencia de Ignacio: "Ansiábamos construir un mundo mejor por la vía del voluntarismo. Ahora pienso que el voluntarismo debería asociarse a la omnipotencia y, también, a la crueldad. O la estupidez…".

La novela de Aguinis nos conmueve con el amor, con la lucha en pro de la libertad, pero sobre todo nos muestra la pasión y el desencanto cubano. Para cerrar, destaco este pasaje tan triste: "Lo nuestro no es traición ni cobardía, le dije, sino lucha por la libertad, la tuya y la mía. Cuba se ha convertido en una enorme cárcel, asintió ella con voz quebrada. La cárcel que nos construyó Fidel".

© AIPE

Marcos Aguinis, La pasión según Carmela, Plaza & Janés, Barcelona, 2009, 320 páginas