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Una insuficiente declaración de Guerra

Del coche épico de la remontada de Sánchez ante una espesa Susana Díaz, sólo queda uno, el Uno, sin procesamiento judicial.

Del coche épico de la remontada de Sánchez ante una espesa Susana Díaz, sólo queda uno, el Uno, sin procesamiento judicial.
Europa Press

Será una cruz para algunos - no lo es para mí -, pero me sobrevino Alfonso Guerra desde el año 1969, principios del curso de Comunes en la carrera de Filosofía y Letras. Se sabía que era el propietario de la Librería Antonio Machado y que era de los pocos socialistas que podían detectarse en una oposición bastante enclencle, formada mayoritariamente por cristianos (HOAC, ZYX, JOC, demócrata cristianos, USO, grupos derivados de los jesuitas) y comunistas.

Guerra se situaba junto a las puertas del aula donde Jesús Arellano, Alfonso Lazo, Carlos Álvarez, Antonio M. Bernal, Patricio Peñalver, José Luis Comellas, Antonio Bonet Correa y otros muchos catedráticos y profesores exhibían el pluralismo intelectual antes de la Universidad ocupada por la uniformidad, la endogamia y la sumisión al poder socialista.

Cerca de él, apuntaba Juan Carlos Rodríguez Ibarra y su amigo, Paco Fuentes, sobrino del poderoso ex chatarrero Gallardo, gran aliado del socialismo extremeño. Por arriba andaba El Pelón, ahora Kiko Veneno, Ruiz de Azúa y Juaristi, amigos y carlistas, y otros muchos, entre ellos yo. Todos rebeldes, cierto, sin cuajar, pero una minoría minoritaria.

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