Cuando en 1833 los empleados del banquero Gaspar Remisa decidieron regalarle unos poemas por su santo, a Buenaventura Carlos Aribau le tocó hacerlo en catalán. Y como nunca había empleado su lengua materna para escribir, se dirigió a su amigo Francisco Renart y Arús para que le corrigiera los errores:
Aquellos "informes alejandrinos" fueron nada más y nada menos que la Oda a la Patria, primera chispa de la Renaixença. Posteriormente sólo escribiría en catalán tres breves poemas de poca enjundia, prácticamente nada frente a su copiosa producción en castellano. Además, nunca manifestó interés por el movimiento de recuperación de la lengua catalana que él había encendido involuntariamente con su regalo a Remisa. E incluso alabó el esfuerzo del Gobierno español "por generalizar en todos sus dominios una misma lengua".
Pero seis años más tarde, en 1839, empezaron a aparecer en el Diario de Barcelona unos poemas de Joaquín Rubió y Ors, bajo el seudónimo de Lo Gayter del Llobregat, recogidos en libro dos años después. En su prólogo, Rubió lamentó que sólo él considerase la catalana como lengua literaria y defendió su cultivo en una región bilingüe que para dichos fines utilizaba solamente la castellana. La aparición de estos poemas causó muchos sinsabores a su autor, pues la mayoría de sus paisanos ridiculizaba la pretensión de utilizar literariamente una lengua que consideraban anticuada y sólo utilizable en familia, especialmente entre las clases bajas y rurales. Rubió lo había previsto al reconocer que "a muchos les parecerá una extravagancia, un anacronismo ridículo", y se dolió de que sus paisanos "se avergüencen de que se los sorprenda hablando en catalán, como un criminal pillado in fraganti".