El predominio de la infausta Ley de Memoria Histórica no consiste solo en tergiversar la guerra civil de 1936, sus antecedentes y consecuencias. En vista del éxito de tal depravación, ahora se extiende la moda de pedir perdón por las tropelías que pudieron hacer nuestros antepasados, los españoles de otros siglos.
Ahí tenemos a un gerifalte del separatismo catalán que se incorpora a la petición de perdón que tiene que hacer el Gobierno de España por la conquista de México en el siglo XVI. Sugiero que, puestos a solicitar perdones históricos, el mandamás en cuestión exija responsabilidades retrospectivas al Fomento del Trabajo de Cataluña por haberse opuesto en su día a la abolición de la esclavitud en Cuba. Esa poderosa organización patronal cuidaba así de los intereses de sus asociados, los que se habían enriquecido con la trata de los barcos negreros y la posterior explotación de los pobres esclavos africanos.