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Beatriz Becerra

El centrismo insurgente

El centrista vendría a ser un pragmático con principios, escéptico comprensivo, desconfiado innovador, negociador transaccional y patriota constitucional leal al Estado de Derecho.

El centrista vendría a ser un pragmático con principios, escéptico comprensivo, desconfiado innovador, negociador transaccional y patriota constitucional leal al Estado de Derecho.
Deusto | Beatriz Becerra

Piense en las personas que más le inspiran. En las que confía. A las que admira. Seguro que tiene una buena lista de palabras para definirlas. Y apostaría a que en ninguna de esas listas aparece el adjetivo moderado, ¿me equivoco? Es lo normal. Cuando de liderar o transformar el mundo se trata, todos tendemos a señalar características como la audacia, la creatividad, la valentía, la visión, la belleza, el esfuerzo, la honestidad, la brillantez intelectual... Pero, más allá de sus atributos caracterizadores, resulta un ejercicio sorprendente comprobar que la posición ante la vida de una inmensa mayoría de esas personas que admiramos es radicalmente moderada. Centrista, vamos. ¿Por qué digo esto?

El centrista es radicalmente procambio y antiinmovilismo: su máxima es progresar, mejorar, reformar. Y eso diferencia al centro de esas especulares izquierda y derecha que, a lo Lampedusa, hacen como que lo quieren cambiar todo para que en realidad nada cambie. Lo único que rechaza el centrista es el arrebato destructivo, el extremismo y la violencia (también la intelectual). El centrista, por mucho que insistan los interesados en confundir o caricaturizar, no ha caído en el medio porque no podía llegar a los extremos. No sólo no es débil, tibio, aburrido, indeciso o equidistante, sino precisamente lo contrario: ser centrista es tremendamente provocador. Atractivo. Sexy. Estimulante. Y les voy a explicar por qué.

Para ello, me voy a servir, con permiso del autor, de una reflexión aguda y descriptiva publicada en Quillette en 2017. Se trata de "Centrismo: un manifiesto moderado", del ensayista Bo Winegard. Lo cierto es que comparto ampliamente sus consideraciones (no todas, claro), pero me gusta en particular la precisión con la que acierta a dotar al centrista de un perfil propio. Porque lo tiene, vaya si lo tiene...

Para el autor, el centrista vendría a ser un pragmático con principios, escéptico comprensivo, desconfiado innovador, negociador transaccional y patriota constitucional leal al Estado de Derecho. No está nada mal.

¿Cómo saber si uno responde a este perfil? ¿Eres un centrista y no lo sabías? Hagamos un test casero. Decide con cuántas de esta veintena de afirmaciones de Winegard estás de acuerdo:

  1. Los cambios radicales y las propuestas extremas suelen traer consigo errores y con frecuencia implican limitación de libertades básicas. 

  2. Proponer e innovar es esencial, con la consideración y plan de implementación adecuados. 

  3. Las grandes teorías son casi siempre incorrectas y fomentan el dogmatismo y el extremismo. 

  4. El utopismo es quizá el tipo de gran teoría más peligrosa y seductora. 

  5. Las ideas que requieren un daño significativo hoy para lograr un mejor mañana son particularmente perniciosas. 

  6. La incertidumbre sobre el futuro requiere humildad y un compromiso con el orden y el bienestar en el aquí y ahora. 

  7. Las políticas de identidad tienden a dividir a las personas y crear facciones amargas que compiten por sus intereses 
percibidos. 

  8. Uno debe buscar la mejor respuesta. Es muy poco probable que un partido político tenga el monopolio de la ver
dad. 

  9. Los sistemas políticos y culturales deben tratar con los 
seres humanos tal como existen y comprender sus propensiones básicas. 

  10. El excesivo optimismo sobre la naturaleza humana a menudo ha llevado a la tragedia. 

  11. El sistema político actual, cualesquiera que sean sus fallos, a menudo es sabio porque ha sido condicionado por 
años de lenta experimentación con humanos reales. 

  12. Una sociedad decente en el mundo vale más que mil uto
pías en la cabeza. 

  13. Aunque la ciencia no puede resolver todos los problemas sociales, es el mejor instrumento que tenemos para medir el éxito o el fracaso de políticas particulares. 

  14. Es importante, por tanto, proteger atentamente la libertad de expresión y la investigación libre para que las mejores ideas se debatan rigurosamente en el foro público. 

  15. Las ideologías políticas tienden a cegar a las personas sobre las mejores políticas. 

  16. Las mejores políticas sociales se logran mediante una experimentación lenta y cuidadosa, no a través de un dogma. 

  17. Las propuestas de políticas que se desvían del consenso con los gobernados, aunque sean en última instancia correctas, amenazan con alienar a las personas y fomentar 
el descontento. 

  18. El Estado de Derecho es uno de los logros más grandes y 
frágiles de la civilización occidental. Protege a los ciudadanos de los caprichos de sus líderes, por tanto, debe ser elogiado y protegido. 

  19. Los prejuicios de las personas requieren atención y no pueden pasarse por alto. 


20. Tener un documento escrito (o legado de leyes y principios que se respetan) ayuda a asegurar la preservación del Estado de Derecho.

Si tienes la sensación de reconocerte... ya sabes.

Entenderás que yo me considere centrista, por dos motivos principales. El primero, porque efectivamente acepto que los seres humanos somos imperfectos, tenemos prejuicios y pulsiones ancestrales, y a la vez cualidades constructivas de un valor incalculable. Y el segundo, porque celebro los logros deslumbrantes de la civilización, si bien quiero superar sus defectos desarrollando propuestas innovadoras a través del consenso. "Las teorías abstractas sobre el altruismo humano y la dicha son atractivas, pero no han sido probadas por las despiadadas realidades del mundo. Cuando se han intentado teorías inspiradoras que malinterpretan o tergiversan la naturaleza humana, los resultados han sido invariablemente trágicos", resume Winegard.

¿Es posible ser vehemente, apasionado, inspirador cuando se está en el centro? ¿Se puede crecer desde el centro, elevarse por el medio, levantarse contra lo corrosivo del establishment sin abolir las instituciones, incorporar a los ciudadanos en las bases y tratarlos como adultos, y drenar el pantano en todas direcciones? Yo diría que sí. (...) no quería dejar de celebrar aquí su hallazgo de la expresión "centrismo insurgente" que ha ido consolidando a su alrededor, desde esa prosa magnífica con la que ha sacado brillo a los cristales discursivos de la política europea. [Aquí, la autora está aludiendo al presidente de Francia, Emmanuel Macron].

(...) este liberalismo de hoy (reformista radical, centrista insurgente) nos ofrece lo que necesitamos para lograr el objetivo último de lo que conocemos como democracia liberal: garantizar la libertad, la seguridad, la igualdad efectiva y los derechos individuales. Dentro del Estado de Derecho, el marco de convivencia humana más eficaz que existe.

NOTA: Este texto es una versión editada del epígrafe "El centrismo insurgente" de Eres liberal y no lo sabes, el libro que la autora acaba de publicar con la editorial Deusto.

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