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José María Marco

La Guerra de Secesión y los españoles

La participación de España en la sublevación de las Trece Colonias contra Gran Bretaña resultó crucial para la causa de los rebeldes.

La participación de España en la sublevación de las Trece Colonias contra Gran Bretaña resultó crucial para la causa de los rebeldes.
Portada del libro | Librería Tercios Viejos

Poco a poco, aunque con mayor intensidad en los últimos años, se va recuperando el legado español en la cultura, por no decir la identidad, de Estados Unidos. Entre las últimas contribuciones está una obra de Juan Carlos Segura Just, que estudia el papel de Hispanos y españoles en la Guerra de Secesión. Empezamos a conocer la importancia de la participación de los españoles –y de la Corona española– en la Guerra de Independencia. Nada sabíamos, en cambio, de lo que ocurrió en este aspecto en la Guerra de Secesión.

No hay, claro está, posible comparación entre lo ocurrido en los dos conflictos. La participación de España en la sublevación de las Trece Colonias contra Gran Bretaña resultó crucial para la causa de los rebeldes, siendo así que aquel enfrentamiento fue también, en parte, un conflicto internacional, con las Coronas francesa y española en contra de la inglesa. En la Guerra de Secesión no hubo nada de esto, y la participación de los españoles, o de los hispanos, se debe a su presencia en suelo norteamericano y a su integración en la sociedad nacida de aquella primera guerra.

Sorprende, por eso mismo, la cantidad de hechos relacionados con españoles o hispanos a los que dio lugar la Guerra de Secesión. Juan Carlos Segura ha realizado una minuciosa y –adivinamos– paciente labor de búsqueda y recopilación. El resultado es un panorama exhaustivo, además de entretenido, de este episodio ignorado.

Las dos primeras partes tratan a fondo la presencia de españoles en los dos bandos enfrentados. Como era de esperar, hay más en tierras sureñas –Florida, Luisiana, Texas y Nuevo México–, durante largo tiempo dominio de la Corona española y luego, en parte, de México. Algunos de ellos, como los minorcans, descendientes de colonos llegados de la isla de Menorca, preservaron el orgullo de su linaje español. También destacan los isleños, descendientes de españoles venidos desde las Islas Canarias y, por lo que el autor sugiere, de gran influencia en el español que durante tantos siglos se habló en tierras norteamericanas, antes de que el inglés lo invadiera todo –hasta que ha vuelto de nuevo el español–.

En cualquier caso, no dejó de haber españoles en el Ejército Federal, tanto en el Sur –el Primer Batallón de Lanceros de California, donde aparecen personajes vinculados a familias españolas instaladas hacía mucho tiempo allí, los célebres californios, antigua aristocracia de la región– como en el Norte, por ejemplo el 5º y el 9º regimiento de Zuavos de Nueva York, infantería ligera conocida por sus temibles cargas con bayoneta calada, y que lucían el exótico uniforme de los zuavos del Ejército francés en la Guerra de Crimea.

En la segunda parte, una vez realizado el repaso de los españoles pertenecientes a las Fuerzas Armadas de los dos bandos, Juan Carlos Segura evoca personajes y relata episodios, algunos muy jugosos, de aquel momento. Volviendo a California, aparece la Rebelión de la Bandera del Oso, que fue el breve intento de unos cuantos californianos por fundar República de California en 1845, durante la Guerra entre México y Estados Unidos por el control del territorio en durante. La República de California duró 25 días, y estuvo protagonizada por colonos de origen anglosajón, habiéndose mantenido al margen algunas de las familias más prestigiosas de californios.

Entre figuras novelescas y memorables como la mujer soldado Loreta Velázquez, o Diego Archuleta, el primer hispano general de la historia de Estados Unidos –y destacado por Lincoln en las negociaciones con algunos pueblos indios–, aparece el general Prim. A su vuelta de México tuvo ocasión de comprobar la eficacia del Ejército Federal a su paso por Washington, donde se entrevistó con Lincoln en la Casa Blanca. A los dos les esperaba un destino aciago…

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