Enero de 1939. Negrín anhela que se alargue la Guerra Civil para que enlace con la nueva contienda europea, cuyos ecos se escuchan antes incluso del primer disparo. Porque Franco avanza imparable y se puede ver el amargo final, preciso es retrasarlo hasta que la lucha contra Hitler incluya al bando nacional en España. Este es el contexto en el que el Ejército Rojo prepara una ofensiva en Brunete, la misma localidad en la que año y medio antes se había dado una encarnizada batalla.
Un agente del servicio de inteligencia nacional, infiltrado en el Estado Mayor del Ejército de Centro, accedió a los planes del Ejército Popular, y contactó con Enrique Guardiola. Tanto Enrique como su hermano llevaban tiempo colaborando con el SIPM franquista, haciendo evacuaciones de la zona roja a la nacional, por ejemplo. Los quintacolumnistas lograron que numerosos militares se sumaran al esfuerzo bélico nacional. Y llevaron "varios lingotes del oro procedentes del Banco de España" con la ayuda de unos contrabandistas que pensaban que estaban cargando explosivos.