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Marcel Gascón Barberá

Winnie, sus amantes y la detención de Nelson Mandela

La esposa del gran líder sudafricano fue quien hizo llegar a la policía la información sobre sus movimientos que llevó a su detención.

Winnie Mandela | RTVE

Winnie Mandela no solo humilló a su marido con sus repetidas y ostentosas infidelidades. También le desacreditó como líder del movimiento de resistencia al apartheid sembrando el caos y la violencia en los guetos negros en abierto desafío de sus instrucciones.

Según sabemos ahora que creía firmemente Nelson Mandela, Winnie fue asimismo quien hizo llegar a la policía del régimen nacionalista afrikáner la información sobre sus movimientos que llevó a su detención y posterior encarcelamiento por casi tres décadas, en 1962.

La revelación es parte de un libro sobre los últimos días en prisión de Nelson Mandela. Prisoner 913 acaba de ver la luz gracias a la venerable editorial sudafricana Tafelberg, que lleva el nombre en afrikaans de la emblemática montaña que se alza junto a Ciudad del Cabo, la Table Mountain, y ha publicado algunos de los mejores libros de no ficción que han visto la luz en el país austral en estos últimos años.

Escrito por el profesor de Historia de la Universidad del Free State Jan-Ad Stemmet, junto con el periodista y editor Riaan de Villiers, el libro tiene como subtítulo "La liberación de Mandela". Se fundamenta en los archivos personales del que fuera ministro de Justicia del Gobierno blanco Kobie Coetzee. Entre los documentos que guardaba el difunto Coetzee destacan las notas que los carceleros de Mandela tomaban de sus reuniones en sus últimos días de cautiverio, así como las transcripciones de las grabaciones de esos encuentros.

En una reseña del libro publicada por PoliticsWeb se resumen las principales novedades que aporta. Como era de dominio público, Winnie Mandela estaba fuera de control a finales de los años 80. Alcoholizada y completamente entregada a su papel de agitadora de la juventud negra de Soweto y otros townships en los que tenía influencia, promovía la revuelta violenta contra el sistema de dominación blanco a costa de la tranquilidad, la estabilidad y la propiedad de las propias comunidades negras.

La díscola esposa del líder estaba rodeada de una guardia de corps fanáticamente fiel e igualmente enloquecida. Conocida por el nombre futbolístico de Mandela Football Club, esta legión de guardaespaldas curtidos y adolescentes dispuestos a todo para ganarse un papel protagonista en la corte no solo protegía a Winnie de las consecuencias de su compromiso político. Winnie también utilizaba a su falange como instrumento para ajustar cuentas en su revuelta vida sexual y amorosa. Al menos tres adolescentes negros murieron como consecuencia del reino de terror de los muchachos de Winnie, que fue motivo de grandes quebraderos de cabeza para los líderes más moderados del Congreso Nacional Africano.

El archivo de Coetzee contiene información de una visita de la hija mayor de Mandela, Zenani, y su marido, el príncipe de Suazilandia Thumbumuzi Dlamini, en 1989, un año antes de que saliera de la cárcel. El prisionero le pidió al matrimonio que se llevara con ellos a Estados Unidos a su hija menor, Zindzi, con el objetivo de apartarla de la influencia destructiva de su madre, Winnie Mandela.

Según el resumen de la conversación enviado a Coetzee por el responsable de prisiones del Gobierno afrikáner, el general Willie Willemse, 913 [número de prisionero de Mandela] sabía que estaba siendo escuchado y les dijo a su hija y a su yerno que Winnie "no tiene ningún respeto por la comunidad, por el Congreso Nacional Africano, por la familia, por él [Mandela] y tampoco por ella misma".

En una nueva muestra del sufrimiento que al futuro presidente sudafricano le supusieron las continuas infidelidades de Winnie, el general Willemse refiere: Mandela

dice que Winnie sale con hombres casados. Esta es la razón por la que 913 dice que [su esposa] no tiene respeto. Una esposa que hoy va con un hombre casado y mañana con otro es una mujer de moral relajada. Winnie es ese tipo de persona.

Pero lo más novedoso del libro es la revelación con que comenzaba este artículo. Mandela, prosigue el responsable de prisiones, les dijo a su hija mayor y a su yerno que Winnie sabía del viaje a Durban después del que fue detenido cuando regresaba a Johannesburgo. Presten especial atención a este pasaje de las notas de Willemse:

913 dice que Winnie habló de dónde estaba. Se lo dijo a alguien con quien tenía una relación íntima. Esa persona la quería [a Winnie] y 913 fue traicionado.

Cuando le detuvieron en 1962, Mandela acababa de volver de un viaje por África en el que recibió apoyo y entrenamiento militar de Gobiernos alineados con la Unión Soviética, y se disponía a intensificar la actividad de Umkhonto we Sizwe, el ala militar de su Congreso Nacional Africano. No volvería a ser libre hasta 1990, tras más de 27 años privado de libertad.

Según el informe del general Willemse a sus superiores, su marido no fue la única víctima de las confesiones –algunas presumiblemente bajo presión policial– de la gran figura femenina del movimiento de liberación negro en Sudáfrica:

Winnie fue detenida [después del arresto de su esposo] y dijo dónde estaban los camaradas de 913, no hay dudas sobre eso. 913 dice que [el militante antiapartheid] Fikile Bam también fue detenido como resultado de las relaciones de Winnie con informadores.

La completa reseña de PoliticsWeb ofrece contexto a la explosiva revelación. Fuentes acreditadas han apuntado a la CIA como el origen de la información que permitió detener a Mandela. El propio espía estadounidense que pasó la información a los sudafricanos, Donald Rickard, lo ha confirmado.

Así explicó en su día Rickard sus motivaciones:

Mandela estaba completamente bajo control de la Unión Soviética. Era un juguete de Moscú. Podría haber instigado una guerra en Sudáfrica, los Estados Unidos habrían tenido que intervenir, aunque de manera reticente, y las cosas podrían haber acabado en desastre.

La identidad de la fuente del interior del Congreso Nacional Africano o sus aledaños que vendió a Mandela a Rickard, sin embargo, sigue siendo un misterio. El propio Mandela asegura en su autobiografía que no había encontrado ninguna prueba concluyente sobre quién le delató. Como ya hizo poco después de ser liberado, el líder sudafricano aboga por enterrar una cuestión susceptible de sembrar división en el movimiento y acaba atribuyendo la filtración a su "imprudencia a la hora de mantener en secreto sus movimientos."

El escritor británico Anthony Sampson, que escribió una biografía autorizada de Nelson Mandela, dijo sobre la relación de su objeto de estudio con este asunto que "no mostró interés en encontrar al culpable". El libro que acaban de sacar Stemmet y De Villiers nos dan una más que probable razón: Mandela sabía quién era. O, al menos, estaba convencido de ello. Y, como ya hizo durante el juicio en que Winnie fue condenada a seis años de cárcel por su implicación en la muerte del adolescente de 14 años Stompie Seipei a manos de los esbirros de la propia Winnie, que le acusaba de ser un chivato, quiso proteger a la mujer a la que amó.

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