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Santiago Navajas

¿Acercar los presos etarras al País Vasco? No, gracias

Los herederos de ETA siguen teniendo un gran poder en la sociedad vasca. Hay que seguir en el combate, no darlo por concluido.

Acto proetarra organizado por Sortu en Bilbao | EFE

ETA era una organización criminal de marchamo marxista-leninista y nacionalista. Lo que la hacía más peligrosa que cualquier banda simplemente mafiosa, al invocar dichas ideologías como excusa para el asesinato. Como era una red estructurada, se tenía que impedir cualquier tipo de oportunidad de que sus asesinos entrasen en contacto, establecieran redes, planificaran más crímenes y, sobre todo, continuasen con el adoctrinamiento. Por eso era deber del Estado la dispersión de sus presos, para que no tuvieran ocasión de seguir vertebrando la banda terrorista desde las cárceles.

Esta organización asesina era, sí, de corte filosófico. No asesinaba sólo por interés, sino que las balas iban envueltas en ideas. Si uno de los libros fundamentales de filosofía del siglo XX se titulaba ¿Cómo hacer cosas con palabras? (John Austin, 1962), cualquier consideración sobre ETA debe tener en cuenta cómo determinadas palabras construyeron una ideología asesina. Mucho peor que el pistolero que dispara un arma es el filósofo que justifica el gesto asesino. Han dejado de matar, pero no por convencimiento sino porque la Policía los ha vencido. Y siguen tratando de subvertir el Estado de Derecho, una vez que, con astucia y alevosía, se han introducido en las mismas instituciones democráticas que pretenden destruir.

Acercamiento de presos, sí, pero condicionado a que no se instrumentalice por la versión edulcorada de ETA para propósitos de legitimación y glorificación del pasado terrorista. Podría servir además para establecer estímulos a la reinserción de verdad, alejada de los círculos herederos de ETA

Lo importante no es solo que desaparezcan las siglas ETA, sino el espíritu que las animaba. Y la atmósfera de intimidación que se sigue respirando en el País Vasco. Ese espíritu y esa atmósfera siguen estando vivos en organizaciones y partidos políticos, en la estrategia de destruir el Estado de Derecho a través de tácticas terroristas de alta o baja intensidad (kale borroka) y de maniobras golpistas. Se aduce en defensa de los terroristas que han pedido perdón. Pero dicho perdón es simplemente de cara a la galería mediática, lo que añade más ignominia al fascismo de izquierdas abertzale. Dicha petición de perdón es completamente banal e irrelevante. Forma parte de una estrategia encaminada a buscar un balance entre sus seguidores en el País Vasco y los árbitros internacionales. Una petición auténtica de perdón pasaría necesariamente por el cese de toda actividad política por parte de aquellos que una vez tuvieron vínculos con el terrorismo, como muestra de que efectivamente asumen el dolor causado a las víctimas y el rechazo a las maneras dictatoriales.

El problema al que nos enfrentamos ahora, por tanto, una vez finalizada la dimensión asesina, es que la ideología pro violencia permanezca en el País Vasco, transmutada en alguna versión antisistema similar, como es el caso del golpismo xenófobo que se registra en Cataluña. No es casualidad que dirigentes etarras y líderes del proceso golpista catalán hayan establecido un frente antiespañol que es, esencialmente, un frente en contra del Estado de Derecho.

Así las cosas, habría que articular modos de acercamiento de presos, pero siempre y cuando dicha no sirviese para el enaltecimiento por parte del terrorismo light que sigue ahí, al pie del cañón. Ni como motivo de exclusión social de los que no se pliegan al relato identitario que quiere establecer un sistema político de castas que margine a los no nacionalistas. En resumen, acercamiento de presos, sí, pero condicionado a que no se instrumentalice por la versión edulcorada de ETA para propósitos de legitimación y glorificación del pasado terrorista. Podría servir además para establecer estímulos a la reinserción de verdad, alejada de los círculos herederos de ETA, que tienen gran poder social y político en el País Vasco.

¿Se cumplen dichas condiciones, en la actual situación de enaltecimiento continuo del terrorismo y sus hazañas tanto en el País Vasco como en Cataluña? No. Pues entonces: no, gracias.

PS. Tres cuartos de la misma argumentación para los presos golpistas catalanistas en relación a su acercamiento a las cárceles catalanas, controladas, manejadas y manipuladas por la Generalidad.

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