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Marcel Gascón Barberá

J-Lo y la lucha contra la corrupción

¿Podía ser un cuadro del Movimiento Popular para la Liberación de Angola elegido por el que fue su caudillo durante casi cuatro décadas la persona adecuada para mejorar las cosas?

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La política angoleña vivió hace algo más de un año un cambio histórico al que muy pocos auguraban consecuencias prácticas. Después de 38 años atornillado al poder como líder del antiguo movimiento de liberación, el presidente José Eduardo dos Santos renunciaba a la reelección para pasarle el relevo a su ministro de Defensa, el también oficialista Joao Lourenço, que barrió en las elecciones como estaba previsto.

Aunque J-Lo (como en honor a la mítica cantante latina se conoce al nuevo presidente de Angola) se comprometió a luchar contra la lacra de la corrupción, que desde la independencia azota al segundo productor de petróleo de África, el escepticismo era el sentimiento más extendido ante las promesas de este apparatchik aparentemente dócil y que luchó contra los portugueses en los años 70. ¿Podía ser un cuadro del Movimiento Popular para la Liberación de Angola elegido por el que fue su caudillo durante casi cuatro décadas la persona adecuada para mejorar las cosas? La respuesta más sensata parece ser "no", pero ¿cuántas veces no ha desafiado la realidad a las previsiones sensatas?

El primer distanciamiento de J-Lo de su longevo predecesor se dio en las calles de Luanda días después de su toma de posesión, y fue de orden simbólico. Joao Lourenço, tituló la prensa local entonces, paró en un semáforo en rojo, un hecho inédito en un país acostumbrado a las maneras aristocráticas (y absolutistas) de Dos Santos y su corte revolucionaria de libertadores comunistas.

Mientras el país comentaba el milagro del semáforo, Lourenço comenzaba a trabajar y destituía al gobernador del Banco Central, nombrado previamente por Dos Santos, Valter Filipe, que hoy se sienta en el banquillo acusado de desviar fondos públicos. Como Filipe, cayeron en los meses siguientes numerosos directivos de empresas públicas ligados al hasta entonces omnipotente clan Dos Santos, que también debió de lamentar la elección sucesoria de su jefe cuando Lourenço canceló varios contratos millonarios relacionados con la televisión pública que habrían enriquecido aún más a dos de los hijos del expresidente.

Aunque aún debe demostrar que sus esfuerzos anticorrupción no son flor de un día, ni parte de una campaña contra la antigua élite presidencial para reemplazarla por una nueva, Lourenço ha sido elogiado por publicaciones como 'The Economist' y por el FMI.

Pero el show de J-Lo no había hecho más que comenzar, como se vio en noviembre. El nuevo presidente destituyó como directora de la empresa nacional del petróleo a Isabel dos Santos, la mujer más rica de África e hijísima del antiguo jefe del Estado. Isabel dos Santos es la hija mayor de José Eduardo Dos Santos, y nació del matrimonio de éste con la ajedrecista rusa Tatiana Kukanova, a la que el comunista angoleño conoció cuando estudiaba en la República Soviética de Azerbayán. Además de ser despedida de la compañía más importante del país, esta poderosa heredera que hizo fortuna gracias a los favores de su padre vio cómo Lourenço invalidaba meses después cuatro contratos públicos por valor de 22.000 millones de dólares adjudicados por el Estado angoleño a empresas de Isabel dos Santos.

Otro de los damnificados por la ascensión de J-Lo fue José Filomeno dos Santos, hermano por parte de padre de Isabel, que perdió su puesto como jefe del Fondo Soberano de Angola y fue detenido en diciembre por su presunta relación con el envío a una cuenta privada del Reino Unido de 500 millones de dólares de dinero público. Políticos de alto rango como el antiguo ministro de Transportes Augusto da Silva Tomas también han sido arrestados por supuesta corrupción desde que se instalara en el edificio colonial de color rosa que alberga el palacio presidencial el nuevo líder angoleño, que ha dado un ultimátum a sus compatriotas con fondos expatriados ilegalmente para que devuelvan sus capitales a su origen o los inviertan en el país. Para conseguir resultados en este sentido, Lourenço ha pedido asistencia a Estados Unidos y la Unión Europea, que, junto a Sudáfrica, Cabo Verde y Suiza, son dos de los principales destinos del dinero de los angoleños ricos.

Aunque aún debe demostrar que sus esfuerzos anticorrupción no son flor de un día, ni parte de una campaña contra la antigua élite presidencial para reemplazarla por una nueva, Lourenço ha sido elogiado por publicaciones bandera de la ortodoxia financiera como The Economist o Bloomberg y por el Fondo Monetario Internacional, al que Angola pidió un crédito de 4.500 millones de dólares a finales de agosto para contrarrestar el bajo nivel de crecimiento económico y consolidar los ajustes fiscales con que Lourenço busca reducir el déficit público.

El FMI ha destacado los esfuerzos de J-Lo para acabar con la impunidad, sanear las instituciones y la vida pública y restablecer la estabilidad macroeconómica en este país petrolero que dio por terminada en 2002 una cruenta guerra civil de casi 30 años y obtiene el 97 por ciento de sus ingresos exteriores de la venta de crudo. Según un informe de esta institución con sede en Washington, la economía angoleña –que creció a un modesto 1 por ciento en 2017– podría expandirse más de un 2 por ciento este año si el nuevo presidente persevera en sus reformas.

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