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Daniel Rodríguez Herrera

Twitter es el Mal

A Twitter se va a insultar, a descargar adrenalina y juzgarlo como lo que es: una exposición de lo peor del ser humano.

A Twitter se va a insultar, a descargar adrenalina y juzgarlo como lo que es: una exposición de lo peor del ser humano.
Guardiola, con el lazo amarillo independentista | EFE

Todas las redes sociales tienen sus problemas. Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, aseguraba que las start-ups más exitosas solían apelar a alguno de los siete pecados capitales. "Facebook es orgullo. Zynga es pereza. LinkedIn es avaricia", ponía como ejemplo. Sí, Zynga, la empresa que creó Farmville: la entrevista es de 2011, así que no se lo tengan en cuenta. La teoría tiene sus defectos y en ocasiones no es tan fácil alinear a una empresa con un pecado, pero si hay algo que está claro es que Twitter es ira.

Es difícil pasar más de diez minutos en esta red social sin acabar enfadado. Es difícil expresar en Twitter cualquier idea mínimamente pensada y profunda: la limitación de caracteres promueve exactamente lo contrario. La facilidad del "retuit con comentario" o de la simple contestación favorece el zasca, la contestación más o menos ingeniosa, pero desde luego no un genuino intercambio de ideas. Se recompensa lo inmediato, lo que se ha escrito en los últimos minutos o incluso segundos, favoreciendo esos incendios en las redes sociales con que titulamos los periodistas de poca imaginación por la mayor de las tonterías, pero al mismo tiempo tu peor momento en Twitter sobrevive eternamente. Los enlaces rara vez se leen, pero se asume su contenido por el titular. Resulta difícil no pensar en lo fina que es la línea que separa la civilización de la barbarie cuando lees los mensajes de casi cualquier cuenta elegida al azar. Cuando algún usuario comenta que "aquí se viene a insultar", sonríes, porque, como diría Sheldon Cooper, es divertido porque es cierto. Y cuando alguien replica cualquier barbaridad, colabora en que ésta se expanda. Para muestra, este botón:

El caso es que dudo muchísimo de que Guardiola sea racista en ese sentido, por más que no me extrañaría que fuera profundamente hispanófobo. Pero el chiste se hacía solo. Posiblemente sea el tuit más exitoso que he publicado nunca. Aparte de que pueda resultar divertido, ¿creen que tiene o promueve algo positivo? Yo no, y lo he escrito yo. Y ese es el problema. Vemos algo llamativo y lo recompensamos inmediatamente. No cuesta nada, es un click. Ya hemos tenido nuestro chute de dopamina y podemos quedarnos tranquilos. Tranquilamente furiosos.

Twitter es el sistema más eficaz que ha creado el ser humano para difundir bazofia, hasta el punto de que resulta difícil que permita destacar algo que no sea hediondo. En su origen tenía el punto de poder interactuar con personas a las que admirabas y respetabas, pero que ni conocías ni te conocían; su crecimiento lo ha hecho casi imposible, y con frecuencia leer lo que escriben en la red social esas personas ayuda más a que dejes de admirarlas que lo contrario. Resulta difícil saber si la polarización política que indudablemente se ha acrecentado estos últimos años es una consecuencia de la existencia de Twitter, pero de lo que no cabe duda es de que ha colaborado.

Con esto no quiero decir que Twitter debería dejar de existir, aunque es razonable plantearse si es conveniente dejarlo y emplear el tiempo que malgastamos en él en algo útil. O quedarnos, pero intentar usarlo con responsabilidad, tarea complicada cuando todos los incentivos parecen alineados para lo contrario. O asumir que a Twitter se va a insultar, a descargar adrenalina y juzgarlo como lo que es, una exposición de lo peor del ser humano, que no nos dice nada sobre el mundo real salvo lo bajo que podemos caer todos, yo el primero, cuando nos dejamos llevar por la ira.

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