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José María Marco

Huawei, el conejo y el león

La entrevista con de 'Le Point' a Ren Zhengfei es un duelo dialéctico acerca de la realidad de la amenaza china: para Occidente y para el resto del mundo.

La entrevista con de 'Le Point' a Ren Zhengfei es un duelo dialéctico acerca de la realidad de la amenaza china: para Occidente y para el resto del mundo.
EFE

En 1942, el entonces prestigioso embriólogo Joseph Needham, investigador en Cambridge, fue enviado como consultor científico a la legación británica en Hong Kong. A su vuelta a Gran Bretaña, en 1948, ya tenía en la cabeza el proyecto que acabaría creando el trabajo monumental Science and Civilisation in China, que empezó a publicarse en 1954.

Needham formuló la famosa pregunta de por qué los chinos, responsables de muchas de las invenciones que están en la base de la modernidad, dejaron de crear en ciencia y tecnología cuando los europeos emprendían la aventura científico-técnica que llevó a la creación de un nuevo mundo, el nuestro.

Una extraordinaria entrevista con Ren Zhengfei, el creador de Huawei, publicada hace poco tiempo en la revista francesa Le Point, contiene una lejana referencia a estos debates. Llega cuando Ren Zhengfei reconoce el avanzado estado de la ciencia matemática y la investigación científica en Europa (en este caso, Rusia y Francia) y elogia la creatividad de las sociedades europeas, basada en una formación de primera calidad y en el reconocimiento de la originalidad y la inventiva.

Cuando se le pregunta por qué, entonces, los europeos no han sido capaces de crear grandes empresas punteras de innovación como Google, Amazon, Apple… o Huawei y Alibaba, Ren Zhengfei apunta otro factor, que es la rigidez del mercado de trabajo en Europa. Siendo la protección de los empleados tan intensa, los empresarios no se atreven a contratar. Y así, añade, no se crean grupos competitivos a escala mundial. El socialismo ha dado muchas vueltas desde Deng Xiaoping, que el creador de Huawei cita extensamente para defender el sistema chino: lo importante no es la igualdad, sino la equidad, que consiste en que cada uno reciba según lo que ha aportado…

Nadie podrá tener la menor duda de la ambición de un hombre que, habiendo nacido en una familia pobre de la China rural, ha creado una de las empresas más poderosas del planeta. A diferencia de muchos de los grandes empresarios de Silicon Valley, Ren Zhengfei no manifiesta un deseo urgente de cambiar el mundo con iniciativas espectaculares. Habla de las frustraciones que ha vivido, y de cómo estas le han llevado a ser más modesto, o menos ególatra. Aparece aquí esa primacía de lo social que tanto ha fascinado –y repelido– a los occidentales en la cultura china, aunque el creador de Huawei no exhibe triunfalismo alguno. Al hablar de educación, se dice admirador de los sistemas europeos que fomentan la creatividad de los niños y los jóvenes, aunque intenta hacer comprender por qué la sociedad china, tan gigantesca siempre, prefirió seleccionar el talento mediante exámenes. Sugiere, eso sí, que se deje actuar a "la naturaleza del niño". Paradójicamente, eso resulta tan chino o más que los famosos exámenes.

En buena medida, la entrevista es un duelo dialéctico acerca de la realidad de la amenaza china: para Occidente y para el resto del mundo. Cada cual tendrá su propia opinión al respecto, basada, además de una larga tradición de prejuicios, en la experiencia propia. Ren Zhengfei, enfrentado a una revista francesa, se deshace en elogios a Europa mientras vierte alguna crítica –muy razonada– a los Estados Unidos de Trump. También niega que su empresa esté involucrada en proyectos de espionaje, y proclama su independencia con respecto al Estado, aunque defiende el papel de este en la economía.

Lo más interesante, sin embargo, es la inteligencia y la finura con la que aborda problemas muy complejos. Cuando se le pregunta si Huawei es el nuevo amo del mundo, contesta: "No soy un león, quiero encontrar un rincón para esconderme como un conejo, pero como ya no puedo esconderme, no sé lo que hacer". Y al decirle el periodista que no parece un conejo, responde que tampoco se parece a un león. No es necesario glosar lo que eso quiere decir en cuanto a la posición de China en el mundo, y a cómo algunos chinos, orgullosos como están de su desarrollo reciente, intentan representarse a sí mismos el papel que habrá de jugar su país.

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