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Nicole Holzenthal

Europa frente a España

Al nuevo proyecto europeo no le viene mal lo que ocurre en España.

Imagen de una manifestación independentista en Estrasburgo ante las puertas de la Eurocámara. | EFE

A los federalistas en Europa les conviene que los países periféricos se desintegren. Muchos españoles respiraron aliviados cuando, en octubre de 2017, ningún gobierno europeo, teniendo la ocasión servida en bandeja, reconoció la independencia de Cataluña. Algunos recordaron la jugada centroeuropea de reconocer Croacia y Eslovenia en los noventa, rematando el proyecto de Yugoslavia. Muchos también tenían presente la jugada de Schleswig-Holstein protegiendo al separatista catalán de la justicia española. Sin embargo, lo que no sabrán los españoles es que, desde 2017, el ciudadano europeo promedio, leyendo su periódico regional y viendo su televisión pública, ya ha aprendido que Cataluña sí es una nación, que como tal debería reconocerse y realizarse, formando su propio Estado. Últimamente, con respecto a España, los medios de comunicación centroeuropeos no actúan de modo muy diferente a cómo en el siglo XVI y XVII actuaron los panfletos de propaganda anticatólica y antiespañola, los Flugblätter de la Leyenda negra.

Muchos políticos centroeuropeos, especialmente los de tendencia federalista, tienen que estar contentos, observando lo que ahora mismo ocurre en España, porque ninguno de sus gobiernos tiene que hacer nada directa y activamente. Se ve que no hace falta. Un presidente antinacional (antiespañol) ha llegado al Gobierno en unos de los grandes países periféricos que sirve de pleno a algunos intereses inconfesables. Sin que se note mucho la mano exterior, el Gobierno español empuja el carro hacia la regionalización de la periferia europea. Lo cual, automáticamente, fortalecerá el centro de Europa, creen. Desde Alemania se ve que ha llegado un presidente a dirigir uno de los países más grandes de Europa (al menos, territorialmente hablando), que les vale la pena apoyar. Puede no ser el último de una serie.

Con la excusa del coronavirus, el Gobierno español ahora asumirá un poder cuasi absoluto. Poder que le confieren las siguientes medidas: imponer un "estado de alarma" de meses (sin que lo tenga que aprobar cada dos semanas el parlamento, como se entiende desde la Constitución española); elevar el control a los medios de comunicación, incluso a las redes sociales (eufemísticamente por la "lucha contra el odio") y, a la vez, ceder más poder a los gobiernos autonómicos sobre sus respectivos trozos del antiguo país. Por no hablar del CGPJ, cuya reforma saltó por los aires accidentalmente. La actual jugada es casi perfecta: no solo están contentos el presidente y su vicepresidente, al conseguir en España un poder ejecutivo, legislativo y un control mediático que ya hubiesen querido en Alemania en 1933. Simultáneamente, y ahí está el truco federalista, las regioncitas (ex)españolas obtienen como regalo sorpresa un poder nunca visto. Un poder ni reclamado por muchas autonomías, un nuevo café para todos.

Quisiera defender el proyecto de la Unión Europea, pero cada vez me cuesta más.

Todos ganan. ¿Todos? Los ciudadanos españoles creo que no. Políticamente no, ni dentro de España, ni hacia Europa, por no hablar de los posibles efectos económicos, financieros…, los sanitarios no se sabe.

Tras esta jugada quizás gane una fracción en Europa que hasta ahora no tenía toda la batalla ganada, para nada. La de los federalistas. Dicho directamente a los españoles: Europa (si se sabe quién es esta señora) no creo que vaya a salvar a España políticamente, porque nunca lo ha hecho. El nuevo panorama político es que gracias a un gobierno "nacional" (el español) que lucha activamente contra los intereses de su país, es decir de sus ciudadanos, se promueve un proceso más grande. Las primeras víctimas son los españoles a los que se les reducen sus derechos, con peligro de quedarse, incluso más a la larga, indefensos, sin dinero, pensiones, salud y, desde luego, sin poder en Europa. ¿Quién garantiza a los españoles su vuelta a la normalidad constitucional, una vez que a Sánchez-Iglesias se les acabe la escusa del coronavirus? ¿El PP? ¿Europa?

Las siguientes "víctimas”, en un panorama político más amplio, serán otros países debilitados y primordialmente en la periferia europea. Gracias a este proceso, el centro europeo puede que gane aún más en poder político, financiero y económico. Y la mítica Cultura (la alemana) actúa nuevamente de sirvienta a intereses políticos. La Kultur fuerte y sana sirve de justificación para una expansión política supranacional, más allá de las fronteras de Alemania. Académicamente hablando: cuesta mucho menos a una profesora universitaria alemana ganar una plaza en Austria que a un catedrático ovetense ganar una plaza en Cataluña o en el País Vasco. Políticamente hablando, ¿alguien realmente cree que en Europa hay quien le interese una España fuerte? El “divide y vencerás” queda anticuado: sólo hace falta un “mira pacientemente como se dividen ellos mismos y ganarás”.

Si Sánchez e Iglesias planifican una nueva normalidad bis, ¿cómo será? ¿Un nuevo régimen constitucional, es decir, anticonstitucional respecto a la del 1978? ¿17 o más pequeños nuevos Estaditos easily manejable por terceros?

A algunos españoles les vendría bien ver cómo arremeten en los medios de comunicación centroeuropeos contra países periféricos que se fortalecen nacionalmente… hasta vuelven a ser abiertamente anticatólicos, algo que nunca había visto de forma tan evidente. O cómo la hegemonía alemana les va a afectar a los españoles en su vida diaria.

Quisiera defender el proyecto de la Unión Europea, pero cada vez me cuesta más. Lean España frente a Europa y El mito de la cultura: el filósofo español Gustavo Bueno ya lo vio venir.


Nicole Holzenthal, doctora en Filosofía, autora, traductora, profesora universitaria y directora de C&H.

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