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Jesús Laínz

Votar a los dieciséis

Podemos y compañía están convencidos de que con la participación de los jóvenes logsizados aumentará el voto de izquierdas.

Podemos y compañía están convencidos de que con la participación de los jóvenes logsizados aumentará el voto de izquierdas.
Ione Belarra. | Carlos Luján / Europa Press

Lamentablemente, la actualidad política nos obliga a comentar de nuevo una de las taras más graves de España: la catástrofe educativa, cuyas víctimas directas son las jóvenes generaciones.

"A España no la va a reconocer ni la madre que la parió", proclamó un exultante Alfonso Guerra con motivo de la victoria socialista de 1982. Y, efectivamente, el cambio más duradero de aquella victoria quizás haya sido el sistema educativo, intacto desde entonces por la profundización en las utopías pedagógicas por parte de los sucesivos Gobiernos socialistas y la parálisis incurable del PP, alineación suplente encargada de conservar las decisiones de los socialistas, únicos gobernantes de España desde aquel ya lejano año de Naranjito. Con esta contundencia lo resumiría el catedrático de Lengua y Literatura Javier Orrico:

Pocas leyes habrá en la historia de España que hayan alcanzado sus últimos objetivos militares con un éxito tan rotundo. La Logse fue concebida como la mayor herencia que la gobernación social-felipista dejaría para los siglos futuros.

No tuvieron que pasar muchos años desde su promulgación para que empezaran a comprobarse sus nefastos efectos. Sobre ellos, y por supuesto sobre sus causas ideológicas, se han publicado cientos de artículos y no pocos libros salidos de la pluma de todo tipo de profesionales de la educación.

Mercedes Ruiz Paz fue una de las pioneras con Los límites de la educación (1999) y La secta pedagógica (2003). Un año más tarde llegaría la aportación del vicepresidente de la Real Academia Española Gregorio Salvador: El destrozo educativo. El mencionado Javier Orrico subrayó en La enseñanza destruida (2005) el principal efecto de la ley:

Gracias a ello, nuestros jóvenes son hoy, y así se reconoce por muy distintos estudios, afortunadamente gregarios, impersonales, irresponsables, acomodaticios, buenos chicos sin fuste, sin modales, de insolencia sin seso, sin noción siquiera de lo que sea la verdadera transgresión, impasibles, por tanto, ante la muerte de la cultura, consumistas hasta el abotargamiento. Perfectos para la manipulación y la mentira.

Ricardo Moreno publicó en 2008 su De la buena y la mala educación, del que merece la pena entresacar este párrafo que describe brevemente la deformación de los alumnos logsizados:

Hay alumnos que llegan al bachillerato (que, no lo olvidemos, se comienza a los dieciséis años) incapaces de operar con decimales, ignorando cosas muy elementales de geometría y, en algunos casos, sin saber la tabla de multiplicar. En muchas facultades de física, matemáticas e ingeniería ha sido necesario implantar un ‘curso cero’, que se imparte a lo largo del mes de septiembre, donde se enseñan cosas que antes sabía un estudiante corriente de trece o catorce años. Y la necesidad de este curso no se hizo patente hasta que llegaron los primeros alumnos procedentes de la reforma. Que el nivel de gamberrismo e indisciplina en los institutos ha aumentado hasta cotas alarmantes es del dominio público, y del descenso del nivel de madurez de nuestros estudiantes hay pruebas cotidianas.

Un año antes Pascual Tamburri había llegado a idénticas conclusiones en su Genocidio educativo. Las víctimas y verdugos de la Logse:

Tenemos hoy jóvenes que acaban el bachillerato con buenas notas, tras catorce años de escolarización, sin haber ejercitado la memoria, sin haber acumulado conocimientos básicos que sólo por esa vía se obtienen, y sobre todo con una personalidad incompleta y, en consecuencia, más dúctil.

Alejandro Muñoz-Alonso, por su parte, resumió así su desconsuelo poco antes de fallecer en 2016:

Lo he hablado con muchos colegas y todos coinciden: la media de los alumnos que acceden a la Universidad va de mal en peor por el desastre y el abandono de la enseñanza secundaria. Cada día ignoran más cosas (…) Los culpables no son los jóvenes, que no son más que las víctimas de un sistema que, sencillamente, les ha estafado (…) La guerra al elitismo, propia de la izquierda, ha sido en realidad una guerra a la excelencia. Y nos ha conducido a una mediocridad aterradora.

Podríamos seguir con muchos y muy autorizados autores como José Sánchez Tortosa, Gregorio Luri, Jordi Llovet o el infatigable Ernesto Ladrón de Guevara, que lleva décadas denunciando el desastre educativo con especial énfasis en su tierra vasca por la explosiva simbiosis entre la analfabetización obligatoria y el adoctrinamiento separatista, pero la inevitable brevedad de estas líneas nos impide glosar a todos ellos. Así que terminaremos con el académico Antonio Muñoz Molina:

El mayor éxito de los pedagogos en los últimos treinta años ha sido despojar a varias generaciones de las herramientas intelectuales para comprender racionalmente el mundo y para ejercer con soberanía y responsabilidad la ciudadanía.

¿Hacen falta más explicaciones para comprender las prisas de Podemos y compañía por bajar la edad del derecho a votar hasta los dieciséis años, convencidos de que con la participación de los jóvenes logsizados aumentará el voto de izquierdas?

Concluyamos con el luciferino Fray Josepho, de cuyos tempranos versos antilogsianos, recopilados en su extraordinaria Ópera herética, recogeremos aquí una quintilla dedicada a un Alfredo Pérez Rubalcaba empeñado en intensificar la demolición educativa:

Y una duda me acogota,
me atosiga y me corroe:
¿este señor es idiota
o quiere ver si así vota
mucha más gente al PSOE?

www.jesuslainz.es

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