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Pedro de Tena

Exhuma, que algo quedará: falsificaciones de José Antonio

Se extraen los restos de los cuerpos de sus tumbas, pero además, aunque no se pretenda, se invoca la exhumación de sus espíritus.

José Antonio Primo de Rivera | Wikipedia

Si le llamo familiarmente José Antonio es porque así fue conocido tras su elevación civil a los altares al final de la nuestra guerra incivil. Tan es así que a muchos de quienes se bautizaron en la década de 1940 y 1950 les fue impuesto este nombre, José Antonio, en honor al idealista y nacionalista, que no fascista –como ha recordado Pedro Fernández Barbadillo hace unos días en LD—. Por ejemplo, a José Antonio Griñán, cuyo padre era oficial de la "Casa Militar de su Excelencia el Jefe del Estado". Por ello, se ha dicho, quería que le llamaran "Pepe".

Dice su biógrafo Arnaud Imatz que "la Falange de José Antonio no era ni racista, ni antisemita; no ponía el Estado o la raza en el centro de su concepción del mundo, sino al contrario ‘el hombre portador de valores eternos’, capaz de salvarse o de perderse". Un idealismo romántico y nacionalista acompañado por medidas socializantes muy atrevidas como las nacionalizaciones de sectores claves de la economía y un sindicalismo muy parecido al de la CNT en su estructura y encuadramiento. "Nacional-bolchevique", le llamaron los intereses conservadores que amenazaba.

La manía de exhumar –por ahora desenterrar a los adversarios de lugares considerados simbólicos—, no ha terminado. Tras Franco y Queipo de Llano, ahora le ha llegado el turno a José Antonio Primo de Rivera, un joven de 33 años, fundador de Falange Española de las Juventudes Ofensivas Nacional Sindicalistas, junto con Ramiro Ledesma Ramos, Julio Ruiz de Alda y, al fondo, Onésimo Redondo

Fue fusilado el 20 de noviembre de 1936 tras un juicio que avergonzó incluso a los componentes del "jurado" y hoy a todo el mundo que tenga un mínimo sentido de la justicia y la legalidad. Detenido desde marzo de 1936, cuando no tenía inmunidad parlamentaria, no pudo participar ni tener papel relevante en la sublevación militar de julio. Pero lo fusilaron por ello a presión de alguien. ¿De quién? Sigue Imatz en su potente biografía que de los comunistas a los que interesaba un enemigo "fascista" para su estrategia estalinista de los frentes populares.

Alguien hizo circular la especie de que se había propuesto el canje de mi hijo por el jefe falangista Primo de Rivera; que el general Queipo de Llano lo había rechazado y que por esta causa se fusiló en nuestra zona a Primo de Rivera. La especie era absolutamente falsa. El fusilamiento de Primo de Rivera fue motivo de profundo disgusto para mí, y creo que para todos los ministros del Gabinete. Como en todos los casos de condena a muerte por los Consejos de Guerra —y Primo de Rivera fue sometido y juzgado por uno de estos Consejos— la sentencia pasó al Consejo Supremo; éste la confirmó, y cumplido este trámite debería pasar al Consejo de Ministros para ser o no aprobada, costumbre establecida por mi Gobierno. Estábamos en sesión con el expediente sobre la mesa, cuando se recibió un telegrama comunicando haber sido fusilado Primo de Rivera en Alicante. El Consejo no quiso tratar una cosa ya ejecutada, y yo me negué a firmar el enterado para no legalizar un hecho realizado a falta de un trámite impuesto por mí a fin de evitar fusilamientos ejecutados por la pasión política. En Alicante sospechaban que el Consejo le conmutaría la pena. Acaso hubiera sido así, pero no hubo lugar." (Francisco Largo Caballero, Mis recuerdos, capítulo "Envío del oro a Moscú").

Largo Caballero había sido colaborador del general dictador Miguel Primo de Rivera, que nunca fue fascista y que, como puede observarse por toda España y subraya Ramón Tamames en su libro sobre el personaje, hizo importantes y beneficiosas reformas y obras públicas nacionales y racionales. José Antonio, su hijo, hubiera aplaudido estas palabras del profesor porque dedicó mucho esfuerzo a defender la memoria de su padre.
Indalecio Prieto no habla en sus memorias[i] de José Antonio Primo de Rivera ni de su "golpismo", porque no existió de hecho. Sí menciona la bonhomie de su padre frente a la implacabilidad de Franco. De haber sido nombrado jefe del gobierno de la II República tras las elecciones de febrero de 1936, "tal vez no hubiese surgido la sublevación militar, y, de haber estallado, seguramente no habría triunfado. No se olvide que el propio José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, preconizó un Gobierno nacional en el que Prieto tenía papel preponderante". Esto lo dice su biógrafo, el socialista Andrés Saborit.

De hecho, José Antonio propuso un gobierno de concentración presidido por Diego Martínez Barrios para evitar la guerra acompañado por una amnistía general para los combatientes de ambos bandos. Nadie habla de ello.

De lo que le acusaron entonces fue de "violento". Una frase que incluyó en su discurso pronunciado en el Teatro de la Comedia de Madrid, el día 29 de octubre de 1933 ha sido utilizado por unos adversarios mucho más violentos con el habitual doble rasero: "¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria". Esto dijo. Violencia "defensiva", la calificó el historiador nada simpatizante Eduardo González Calleja.

Desde mayo de 1931, la violencia antimonárquica, anticonservadora y anticatólica era continua. Tómese nota de lo que dice Edward Norton, un empresario y diplomático norteamericano afincado en Málaga, en un libro testimonio hoy inencontrable:

El teléfono nos despertó a las tres de la madrugada el 12 de mayo de 1931. Todavía soñoliento lo descolgué, era nuestro chófer. Muy nervioso, me contó que los disturbios hacían estragos en la ciudad, algunos conventos e iglesias estaban ardiendo, estaban atacando el Palacio del Obispo y que el edificio de cuatro plantas del periódico monárquico estaba en llamas y entonces, se cortó la línea... Esa fue la primera advertencia de que algo no iba bien en la Segunda República, proclamada hacía apenas un mes...

Antes de nacer Falange Española en octubre de 1933, ya había ocurrido todo esto:

Abril: asesinatos anarquistas en Barcelona (19-22 muertos). Incidentes con monárquicos, asesinatos anarquistas (10)
Mayo: quema de conventos (3)
Mayo: sucesos de San Sebastián (8)
Julio: muertos en la huelga general de Sevilla (20)
Septiembre: huelga general en Barcelona (6)
Septiembre-diciembre: incidentes diversos (12)
Diciembre: sucesos de Castilblanco (5)
Muertos por la Guardia Civil (25)

1932:

Enero: masacre de Arnedo y otros incidentes (16). Insurrección Alto Llobregat (30)
Febrero-julio: incidentes diversos (37)
Agosto: Sanjurjada (10)
Septiembre-diciembre: incidentes diversos (9)

1933:

Enero: insurrección anarquista (80)
Enero: desórdenes anarquistas en Barcelona (37)
Enero: Casas Viejas (18)
Febrero-mayo: incidentes diversos (23)
Junio-septiembre: incidentes diversos (4)

Tras la fundación de Falange en octubre de 1933, hubo 9 falangistas asesinados desde enero a junio de 1934 mientras que sólo se contaban tres asesinatos de autoría falangista como réplica en el resto del mismo año. Tras las fraudulentas elecciones de febrero de 1936, en las que José Antonio no logró acta de diputado demostrando que Falange Española de las JONS no era precisamente un gran movimiento, fueron asesinados muchos falangistas más. Pío Moa ya precisó documentadamente que no fue Falange la que empezó.

Los que hablan de Falange como "banda terrorista" falsifican deliberadamente la Historia aprovechando la exhumación instada por su familia para volver a reiterar las calumnias que subrayaban las violencias de sus falangistas mientras se ocultan los asesinatos de todos los demás, socialistas, comunistas, anarquistas y separatistas. Deberían leerse el libro Cifras cruentas de la II República, de González Calleja, pero no lo harán porque la verdad no importa.

La segunda falsificación de José Antonio Primo de Rivera y sus ideas fue la que perpetraron Franco y su cuñado, Ramón Serrano Suñer, en compañía de otros, algunos de ellos falangistas. Franco quería ganar la guerra y para ello las diferencias políticas de las únicas ideologías doctrinalmente reconocibles del bando nacional, falangistas y requetés tradicionalistas, le estorbaban. Por ello, al igual que se hizo con el mando militar y con la jefatura única del Estado, mandó acabar con la Falange y los Requetés, aprovechando mitos, símbolos y estéticas durante un tiempo. Fue la causa del Decreto de Unificación que dio paso a la Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

Ni por un momento Franco quería acometer las reformas radicales de José Antonio que provocaban simpatías incluso desde la CNT, con la que los falangistas siempre tuvieron acercamientos antes y después de la guerra civil. La cita que sigue es del anarcosindicalista Diego Abad de Santillán, tomada de una nota, larga pero jugosa, de su libro Por qué perdimos la guerra:

A pesar de la diferencia que nos separaba, veíamos algo de ese parentesco espiritual con José Antonio Primo de Rivera, hombre combativo, patriota, en busca de soluciones para el porvenir del país. Hizo antes de julio de 1936 diversas tentativas para entrevistarse con nosotros. Mientras toda la policía de la República no había descubierto cuál era nuestra función en la F. A. I., lo supo Primo de Rivera, jefe de otra organización clandestina, la Falange española. No hemos querido entonces, por razones de táctica consagrada entre nosotros, ninguna clase de relaciones. Ni siquiera tuvimos la cortesía de acusar recibo a la documentación que nos hizo llegar para que conociésemos una parte de su pensamiento, asegurándonos que podía constituir base para una acción conjunta en favor de España. Estallada la guerra, cayó prisionero y fue condenado a muerte y ejecutado. Anarquistas argentinos nos pidieron que intercediésemos para que ese hombre no fuese fusilado. No estaba en manos nuestras impedirlo, a causa de las relaciones tirantes que manteníamos con el gobierno central, pero hemos pensado entonces y seguimos pensando que fue un error de parte de la República el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera; españoles de esa talla, patriotas como él no son peligrosos, ni siquiera en las filas enemigas. Pertenecen a los que reivindican a España y sostienen lo español aun desde campos opuestos, elegidos equivocadamente como los más adecuados a sus aspiraciones generosas. ¡Cuánto hubiera cambiado el destino de España si un acuerdo entre nosotros hubiera sido tácticamente posible, según los deseos de Primo de Rivera!

Ramón Serrano Suñer le confirmó a Heleno Saña, pensador filoanarquista, en El franquismo sin mitos, que Primo de Rivera era partidario de una "operación quirúrgica militar" ni larga ni cruenta, para impedir la marxistización de España y pensaba más en Mola que en Franco para dirigirla. De Franco no tenía buena opinión porque se detenía en los detalles sin ir al fondo político de las cosas. Pero su fusilamiento impidió el choque inevitable entre Franco y él, que, según Serrano, habría ganado José Antonio. Franco, eso sí, una vez muerto el mito, lo instrumentalizó al máximo traicionando el programa social que pretendía impedir el enfrentamiento de clases.

Desde 1939, Franco elaboró una angelología sobre José Antonio que le permitía gobernar sin que nadie pudiera oponerse a sus dictados por haber asociado e impuesto su dictadura tanto a falangistas como a requetés, a los que igualmente negó el regreso de la monarquía. Por decir algo más, añadir que jamás José Antonio Primo de Rivera hubiera querido ser enterrado en el Valle de los Caídos, a donde fue trasladado en medio del fervor del nuevo régimen.

Eduardo Haro Tecglen, luego izquierdista, lo describió así en un artículo Dies irae, de 1944: "Se nos murió un Capitán, pero el Dios Misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco. El mensaje recto de destino y enderezador de historia que José Antonio traía es fecundo y genial en el cerebro y en la mano del Generalísimo". Qué gran manipulación.

La última falsificación es la derivada, no de la memoria sino de la mala memoria comunista, con algunos arrejuntados libertarios, que es la que impera hoy en las leyes de la memoria, histórica y/o democrática promulgadas por gobiernos social-comunistas-separatistas y en buena parte de los historiadores que colaboran en esta gigantesca operación de propaganda y oscurecimiento de la verdad de los hechos básicos.

Dolores Ibárruri[ii] contaba: "Después de la subida de Hitler al poder, en 1933, el peligro del fascismo era en España una amenaza real e inmediata. Abiertamente comenzaron a actuar organizaciones fascistas, las cuales, según afirmación de su jefe e inspirador José Antonio Primo de Rivera, ‘no comprendían más dialéctica que la de las pistolas’. Y pronto las calles de las ciudades españolas comenzaron a ser testigos de crímenes fascistas, prólogo y comienzo de lo que España iba a conocer en un futuro próximo". Es sencillamente escandaloso decir que eso es recordar. Es más bien fabular, inventar, deformar.

Ese es el relato oficial que los "memorialistas" desmemoriosos cuentan sobre José Antonio Primo de Rivera, a veces con gran alevosía e ignominia. El periodista y escritor José Antonio Martín Otín 'Petón' ha escrito El hombre al que Kipling dijo sí sobre el fundador de Falange en el que demuestra el desconocimiento generalizado, y casi nunca inocente, sobre su figura. Y cita a Rosa Chacel, que se compró en Buenos Aires en 1956 las Obras Completas de José Antonio. Y contó la Chacel:

Llegué a casa y leí de un golpe trescientas páginas. Es increíble… Dos cosas son increíbles; una que todo eso haya podido pasarme inadvertido a mí, en España, y otra que España y el mundo hayan logrado ocultarlo tan bien. Porque no me extraña que llegaran a matarle: estaba hecho para eso, para que después de muerto se haya hecho el silencio sobre su caso… era difícil y expuesto por la gran confusión en torno. Por el contrario, los gitanillos, las faldas de volantes, los toritos bravos y todo el puterío sublimado extendiendo por el mundo una España histriónica era vivificante para la cosecha de turismo. Es cierto que su simpatía por los fascismos europeos, tan macabros, le salpicó con el cieno en que ellos se enfangaron, pero leyéndole con honradez se encuentra el fondo básico de su pensamiento que es enteramente otra cosa. Fenómeno español por los cuatro costados. Bueno, esto ya es una sentencia. Yo me pregunto a veces si lo español puede ser. Tenemos algún mal de origen que no nos lleva ―como a otros pueblos los suyos, que todos tienen― a errar, a producir obras deleznables, sino que nos impide existir simplemente.

¿Qué se falsifica en José Antonio? Unos por unas razones y otros por otras, se le desfigura ocultando su "defensa del desposeído"( ("no se puede hablar de patria en casa del famélico"). También se oscurece su defensa de la realidad de España, "recibimos un proyecto conjunto, el de España, y se lo tenemos que dejar a nuestros hijos hermoseado", dijo. Igualmente no se quiere ahondar en su idea de que "no es el Estado ni los partidos ni los intereses de clase o los grandes lobbies" sino el ser humano concreto lo que debe ser el eje de la política.

Palabra de otro José Antonio, Martín Otín, "Petón". Baste con lo escrito para mostrar que eso de las exhumaciones tiene su peligro. Se extraen los restos de los cuerpos de sus tumbas, pero además, aunque no se pretenda, se invoca la exhumación de sus espíritus. No se trata de otra cosa, a estas alturas, que de rescatar la verdad de los hechos básicos entre tanta mentira.


[i] De mi vida, recuerdos, siluetas, estampas, sombras. Prieto, Indalecio. El Sitio. México, 1965

[ii] Ibárruri, Dolores. El único camino

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