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Diego Sánchez de la Cruz

¿Cuánto cobran los toreros y ganaderos de mayor prestigio? Así es la economía del toro

El éxito de San Isidro se enmarca en una tendencia más general, que apunta a un cierto resurgir taurino en los últimos años.

El diestro peruano Andrés Roca Rey sale a hombros por la Puerta del Príncipe tras cortar una oreja a su primer toro y dos al segundo, este viernes en la Real Maestranza de Sevilla. EFE/ Raúl Caro | EFE

La tauromaquia no es solo una expresión artística reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de España, sino que además constituye un sector económico de indudable importancia. La patronal del sector, ANOET, ha llegado estimar el impacto de la Fiesta sobre el tejido productivo en más de 4.500 millones de euros por temporada. Estas cifras no solo incluyen los ingresos de toreros, ganaderos y empresarios, sino que también recogen la profunda derrama que generan los toros en otros sectores complementarios, caso de la hostelería y la restauración.

Uno de los grandes mitos propagados por el antitaurinismo es el que viene a decir que toda esta actividad se hundiría en ausencia de subvenciones. El origen del bulo es un informe presentado por ERC en el Parlamento Europeo que carece del menor fundamento. Entonces, ¿hay aportaciones públicas al sector? Sí, pero por lo general son testimoniales. Al fin y al cabo, los toros no reciben más que el 2,4% del gasto en cultura ejecutado por las administraciones autonómicas, las diputaciones provinciales y las corporaciones locales, mientras que el Ministerio de Cultura solamente dedica a esta expresión artística el 0,00004% de sus 1.700 millones de gasto anual.

En cambio, la aportación fiscal que hacen los toros en concepto de IVA es mucho más abultada que las de otras disciplinas a las que sí se apoya con generosas inyecciones de dinero público. Así, las plazas de toros aportan hasta 40 millones de ingresos tributarios en concepto de IVA, frente a los menos de 10 millones que genera el cine español por la misma vía. Eso sí: las empresas taurinas suelen pagar cánones muy elevados para gestionar las plazas de toros de titularidad pública, mientras que las producciones cinematográficas nacionales no solo no están sujetas a estas onerosas cargas sino que también son receptoras de un importante volumen de ayudas y subsidios que superan, de hecho, la facturación acumulada por los largometrajes Made in Spain.

Esta semana arrancó la Feria de San Isidro. La edición de 2023 será la primera tras la liberalización de precios que decretó el gobierno de Isabel Díaz Ayuso en el último concurso de licitación del coso de la calle Alcalá. Aunque la medida generó críticas desde algunos sectores, las previsiones de asistencia no pueden ser mejores, ya que se esperan 15 tardes de lleno y una asistencia media que se proyecta por encima del 85%. Estas cifras permiten respaldar un ciclo de alto presupuesto, coronado por los honorarios que perciben las principales figuras del escalafón, que pueden llegar a ser de hasta 350.000 euros por festejo.

El resto de matadores no tienen la suerte de cotizar tan alto en la bolsa del toreo, pero incluso en su caso, los honorarios percibidos en Madrid oscilan, como mínimo, entre los 15.000 y los 22.000 euros por corrida, de acuerdo con el convenio en vigor. Por su parte, las ganaderías más demandadas reseñan sus mejores astados a razón de 120.000 euros por encierro.

El éxito de San Isidro se enmarca en una tendencia más general, que apunta a un cierto resurgir taurino en los últimos años. El número de festejos programados en 2022 fue un 15% mayor que la cifra de espectáculos anunciada en 2019. Este 2023, los cien primeros días del año parecen describir una aceleración de esta tendencia positiva, con una subida del 26% en relación con el número de espectáculos programados durante el mismo periodo del pasado año. Cifras que invitan al optimismo, pero que deberán ser confirmadas a lo largo de la temporada.

Con todo, el riesgo político que enfrentan las empresas taurinas sigue muy presente, como bien demuestra el tiránico "cerrojazo" de la plaza de toros de Gijón que decretó la alcaldesa socialista de la localidad, Ana González. Otro problema recurrente que enfrenta el sector es el de la rigidez de los pliegos de gestión de las plazas, que se licitan bajo condiciones intervencionistas que atenazan la libertad de empresa. Tampoco ayuda el declive del campo y de las zonas rurales: en la década pasada, el 80% de la caída en el número de festejos celebrados en España se dejaron de programar en cosos de Tercera y Cuarta categoría, ubicados principalmente en pueblos que están perdiendo población a marchas forzadas. De modo que no todo son buenas noticias y el crecimiento futuro de la tauromaquia pasa también por abordar estos problemas con una buena dosis de inteligencia y creatividad.

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