Menú
Juan P. Ledesma

Sostiene Teresa

Cómo los materiales de (cualquier) enseñanza son ideales para la domesticación ideológica.

Cómo los materiales de (cualquier) enseñanza son ideales para la domesticación ideológica.
Una mujer mira los libros de texto para este año | Europa Press

Teresa se encontró con una buena sorpresa en la unidad 9 del nuevo método de español que había introducido el Instituto Cervantes. Tenía que impartir la lengua a una clase compuesta casi exclusivamente de mujeres, con la excepción de un jubilado y un chico joven, muy joven, que dejó de venir el segundo día. A ella le hubiera gustado un poco más de equilibrio entre los sexos, sobre todo porque la experiencia le decía que la comunicación fluía mejor cuando el porcentaje de hombres y mujeres era similar. Al fin y al cabo, una clase de idiomas es sobre todo comunicarse y hablar (preferiblemente en persona), porque lo de leer o escribir ya se podía hacer en casa. Todo lo habían trastocado las nuevas tecnologías, se dijo la clásica Teresa. Se encontraba cada vez más y más desplazada, confundida y malentendida en su profesión. Siempre se había considerado una buena profesora, capaz de generar un ambiente simpático en clase, con la dosis suficiente de bromas y de picante provocación, para que los fríos nórdicos reaccionasen. Pero no, ahí los tenía delante bien formalitos y reconcentrados, aunque mejor habría que decir ahí las tenía delante, ya que el lenguaje inclusivo estaba tan en boga (además se trata del pronombre personal objeto directo). No quería pensar en eso, personalmente —valga la redundancia— nunca tuvo problemas para adaptarse ni se sintió discriminada porque, en castellano, se utilizara el masculino genérico para designar a los dos sexos. Nunca, hasta que se lo pusieron delante de los ojos, a diario, como una obsesión muy parecida a la reciente ola nacionalista de los catalanes... ¿Qué estaba pasando? Algo muy extraño que Teresa aún no se acababa de explicar, pero notaba un malestar intenso porque intuía que las palabras, el lenguaje, estaba interfiriendo con el pensamiento creativo, eficiente o positivo. Era una carrera de obstáculos con uno mismo, un continuo castigo, un trastocar de conceptos que no se referían más que a eso, a los conceptos, pero no a las realidades. No puede ser, se dijo, todo esto son teorías conspiratorias sin pies ni cabeza. Nadie está promoviendo esto, no tiene sentido. Más vale que me centre en la clase.

‘Grandes eventos’, se titula la lección, y se encabeza con el título de una agencia ficticia para celebrar "eventos" ilustrada por tres fotos: un bautizo con la cabeza de un bebé sobre la pila bautismal; una chica joven con aspecto de latina y feliz sonrisa que, con el típico gorrito académico norteamericano, parece que se gradúa en un colegio o universidad; y por último una pareja de novios que aparecen en la foto sin cabeza. ¿Por qué le habrán cortado la cabeza a los novios cuando se casan? Solamente se alcanza a ver la figura de ella en primer plano sosteniendo un ramo de flores.

Bueno, qué tipo de eventos organiza este tipo de agencias, cada vez más comunes por desgracia en nuestro mundo moderno, pensó Teresa, antes las fiestas se las organizaba uno mismo con los amigos o la familia... Céntrate, Teresa, no es eso. ¿Qué servicios ofrece esta empresa?, pregunta el primer ejercicio, y en el apartado B, la pregunta del millón o, mejor, dicho, la afirmación: "hoy en día se hacen fiestas temáticas, por ejemplo de piratas, de los años setenta". De pronto recordó la invitación a ese cumpleaños donde estuvo recientemente y donde todo le pareció excesivo: los regalos, la puesta en escena y la obsesiva atención prestada a los niños, donde los padres —especialmente el padre— parecían esclavos corriendo de aquí para allá para contentar a los tiernos infantes que, como pequeños tiranos, gozaban de plenas prerrogativas. Lo que habrá costado todo eso, se dijo Teresa, ¿y es necesario? Seguramente si se lo pregunto a Lucía me dirá qué remedio, hija, si es que lo hace todo el mundo... Y lo peor que te puede ocurrir es que te inviten a una boda donde, además de aburrirte solemnemente, es obligatorio el regalito "en metálico" que te señalan los mismos novios, para ayudar a "financiar" el evento, en realidad como negocio para hacer caja. Qué hipocresía y qué ganas de perder el tiempo con "fiestas temáticas", ¿no tendrán nada mejor que hacer? Personalmente a ella le tiraban para atrás todas estas fiestas "a la americana" donde se hace el ridículo tan tranquilamente. Son los tiempos que corren, me diría Lucía. Vamos a seguir con la lección, se repitió Teresa, más vale que me concentre.

Celebraciones especiales, encabeza la página 78 del libro. En el ejercicio 3 hay que leer un par de invitaciones y averiguar para qué tipo de fiesta es cada una. La primera invitación es muy tradicional y parece que colombiana, porque se sitúa en Bogotá. Andrea y Pablo (la mujer primero, naturalmente) se casan "con la bendición de nuestros padres". Teresa recuerda cómo se soliviantó una de sus alumnas que llegó a calificar esta invitación de "patriarcal". Más bien "tradicional", dijo Teresa tratando de calmar los ánimos de la exaltada y quiso hablar de cómo eran las cosas antes: traje formal, ceremonia religiosa, recepción, matrimonio, etc. Pero le costó mucho que las chicas jóvenes quisieran oír de estos temas, aunque solo fuera para compararlos con los tiempos actuales... En cambio la otra invitación sí que es original; una pareja (Paula & José Antonio) celebra no se sabe qué, si matrimonio o simplemente festejo con amigos después de más de seis años juntos y dos hijas (no hijos). "Os esperamos" traiciona la dicción española desenfadada del tuteo democrático que se puso tan de moda en todos los estamentos después de la Transición. A Teresa le resultó un poco extraño, y por más que le dieron vueltas a la invitación no pudieron averiguar si es que realmente se casaban después de un largo periodo juntos (con peleas y reconciliaciones). Miles de sueños por cumplir, reza además la invitación, ¿así que no se ha cumplido ninguno? Ya han tenido tiempo después de seis años... Hay mucha más simbología oculta, se dijo Teresa, porque en el diminuto medallón que cierra la invitación la P de Paula está en posición superior a la J de José Antonio. ¿Si será que estoy obsesionada, yo, con estos temas? No puede ser que hilen tan fino las autoras del libro, y se fue a los créditos de la editorial para descubrir, efectivamente, que se trataba solo de mujeres, alguna reconocible como conocida feminista. Bah, eso no quiere decir nada, Teresa, deja la tontería porque debes seguir con la clase.

Un día inolvidable es el encabezamiento que introduce tres historias diferentes en un ficticio "blog" que los alumnos deberán leer y "comparar". ¿Qué hay que comparar? El primer texto parece un matrimonio convencional (Carmen y Rubén, la mujer primero): boda "rústica" con pocos invitados (solo 35), ceremonia civil, no religiosa, banquete al aire libre. El ramo de flores lo atrapa María, la hermana de la novia, que piensa casarse cuando termine sus estudios, ¡no antes! Vaya, el texto dice subliminalmente cuáles son las prioridades. Además, en la imagen solo se ve el ramo de flores volando, pero seguimos sin ver la cara de los novios... permanecen ocultos.

El segundo texto es sobre un matrimonio homosexual y en la foto se los ve a los dos claramente, elegantemente vestidos y riendo con una copa en la mano, como dos buenos amigos que "formalizan" su relación de cara a la sociedad. "Visibilidad", que dijo Carlos el otro día. Aperitivos, restaurante de lujo, emotivos discursos de las madres (no de los padres, a los que no se menciona) y alguna que otra lagrimita. El reportaje fotográfico no lo hace un hombre, como era usual antes, sino una mujer con el nombre de Belén Montero. De pronto a Teresa se le ocurrió pensar en la conocida política feminista Irene Montero, que está en todos los medios de comunicación últimamente con sus encendidos discursos en pro de la ideología de género. ¿Si estaré imaginándome cosas? se preguntó Teresa, ¿es una asociación lógica o solo una coincidencia? Sigamos.

El tercer texto es, parece mentira, la celebración del divorcio entre Isabel y Ramiro (naturalmente, ella primero). ¡80 personas en el evento, más que el discreto matrimonio "rústico"! "El divorcio no siempre es un trauma", dice el texto mucho más explícitamente, y añade al final: "Las celebraciones de divorcios ya no son algo raro". Y uno de los hijos comenta: "Ya no viven juntos, pero igual se llevan bien". Qué moderno. Además, se trata de una fiesta divertida con baile y desenfreno (al contrario que el matrimonio rústico, que parece más bien aburrido). Los divorciados bailan juntos... Y pueden volver a acostarse si les apetece, pensó cínicamente Teresa. Vaya, o mucho me equivoco o el lenguaje subliminal está claro: relativizar el matrimonio heterosexual y facilitar la disolución de los vínculos, que se pronostica.

¿Para qué casarse, entonces? A Teresa se le ocurrió plantear en clase el contraste entre las parejas heterosexuales que prefieren en muchos casos no casarse y las de los homosexuales que exigen un casamiento convencional y el reconocimiento social pleno. ¿Por qué será, es el mundo al revés? Antes no podían, explicó la alumna que se había alterado por lo de la invitación "patriarcal". Sí, ¿pero es necesario casarse para tener una relación amorosa?, replicó Teresa, hoy en día se tolera todo... ¿No será que hay cuestiones de herencia, nacionalidad, seguros sociales, papeles y, sobre todo, adopción? ¿Os parece bien que las parejas homosexuales puedan adoptar hijos lo mismo que las heterosexuales? ¿Qué efecto puede tener eso en la psicología del niño? En todo caso, le informó la alumna, una pareja de lesbianas siempre se puede inseminar artificialmente, hay bancos de semen, ¡ja! Y los homosexuales masculinos, preguntó la pobre Teresa. Los gays no pueden hacer eso, pero siempre pueden alquilar un vientre con el semen de uno de ellos, dijo otra avispada muchacha. En todo caso tienen derecho, y en eso parecía estar de acuerdo toda la clase. Teresa pensó que como cada vez hay menos niños en Europa y, sobre todo, en España, ¿por qué no adoptar los que se producen en los países tradicionales (no quiso decir patriarcales) o pagar a mujeres pobres para que los tengan? Teresa no es que se imaginara, es que sabía de buena tinta que los "inmigrantes" sí están llegando a España con familias numerosas que ya inundan las escuelas y ocupan los pueblos, aunque seguramente Irene Montero no está muy contenta con la situación de esas mujeres "subyugadas" al varón y "condenadas" a la maternidad que las aleja del mundo laboral competitivo y la realización personal... Tarde o temprano habrá que liberarlas también, es más, "empoderarlas", y así iremos cambiando el mundo. Ese lejano futuro, esa utopía, esa sociedad sin clases o sin géneros tutelada por el Estado, pensó Teresa, a mí no se me antoja muy alegre. ¿Y los pobres niños, qué modelos de conducta adoptarán, qué aprenderán en las escuelas, cómo se los adoctrinará para que subviertan o transformen los roles de sexo? Perdón, de género, la palabra "sexo" no se pronuncia, se autocensuró Teresa. Y es posible que, al faltar el aliciente del contraste y el juego de los roles masculino-femenino, disminuya la atracción sexual, se acabe con Eros... Bah, Teresa se imaginó horrorizada que, en el fondo, las mujeres no necesitarán ser madres en el futuro y podrán dedicar todo su tiempo y energía a la profesión, a destacar en todos los campos, como el hombre. ¿Por qué horrorizada, clásica Teresa? Hace ya algunos años, cuando era muy joven, había leído una novelita ambientada en el futuro que se titulaba Un mundo feliz, pero cuando quiso hablarle del tema a sus alumnas sonó la señal de la pausa.

De preparativos. El ejercicio 6 de la página 81 ilustra el uso del subjuntivo cuando se deja la decisión a otra persona, es un cómic entre madre e hija. La madre parece muy tradicional, confía en su hija pero no la conoce realmente porque espera que se atenga a decisiones convencionales en cuanto a... 1. El lugar de la fiesta: la madre piensa en un lugar elegante, y la chica elije al final una discoteca... 2. Cómo se debe "maquillar" la hija: la madre imagina que se pondrá muy "guapa" al estilo "princesa", pero la hija aparecerá en la discoteca con un look gótico y cargada de piercings (con el móvil en la mano)... 3. Los invitados a la fiesta que la madre podría imaginar "normales" se revelan tan contestatarios y poco convencionales como la hija... ¿Qué mensaje hay aquí oculto?, reflexionaba Teresa. Está claro: la madre se ha quedado atrás en el tiempo y no ha evolucionado lo suficientemente deprisa como para adaptarse al "mundo moderno". Además, no se ha preocupado de "conocer" a su hija, pero como quiere ser "tolerante" deja en sus manos la "celebración" de la fiesta (no sabemos qué fiesta ni por qué) y se encuentra con la sorpresa. El padre no existe ni toma decisiones. Vaya, cómo ha cambiado la película, se dijo Teresa con cierto malestar interno, ¿pero es así o quieren convencernos de que es así?

Nos queda todavía la belleza, ¿es subjetiva? Esa es la pregunta que plantea la siguiente página, casi como una afirmación ilustrada por fotos de diversas personas con diferentes aspectos. No hay ninguna fea, ni siquiera la señora mayor —vieja, dijo una de las alumnas de Teresa, sin saber que la palabra ha adquirido una connotación negativa— que es, evidentemente, una indígena. Al pie de la página 82 se da un texto "adaptado de Marcelo Colussi" que relativiza al máximo el concepto de belleza. El otro texto, que reivindica una belleza "objetiva" o "universal", se encuentra oculto en la página 174 del libro, y hay que ir en su búsqueda para leerlo.

El primero insiste en el primer párrafo en el carácter relativo del concepto de belleza que, concluye, es aprendido. La belleza es totalmente social, cultura, histórica, dice. En el segundo párrafo de este primer texto se critica "la ganancia económica" que convierte a la belleza en un artículo más de consumo, en una mercancía (suponemos que a través de la publicidad) que "consume" preferentemente el personal femenino en forma de "artículos de belleza", lo que tiene que ver con la belleza física y con el uso del maquillaje. Parece indicarse que la mujer que utiliza estas estrategias se convierte en una "tonta bonita", pero al mismo tiempo se anima a los hombres a "una creciente preocupación por la belleza" que los convierta, según esa lógica, en unos "tontos bonitos". En todo caso se le ve bastante el plumero al articulista, que trata por todos los medios de limar las diferencias entre los sexos mediante la inversión del concepto de belleza. Teresa ya se estaba diciendo lo que ella aprendió en los libros, que la belleza es un concepto filosófico difícilmente limitable a la belleza física. ¿Por qué se insiste tanto en ella desde un punto de vista reivindicativo y, ciertamente, neomarxista? Todos estamos de acuerdo en que la alienación que produce la sociedad de consumo, pero restringirlo al tema del aspecto físico es absurdo y sesgado. Hay una intención concreta, se dijo Teresa, y parece ser la ideología de género.

Veamos el segundo texto "adaptado de Eduardo Punset": frente a la relatividad del anterior, aquí se afirma lo innato o universal de la belleza (podríamos decir, "objetivo" en contraposición a "subjetivo") puesto que se basa en la biología, y concretamente en "las señales de salud y fertilidad" que, naturalmente, no se encontrarían en un cuerpo enfermo, decadente o viejo. Además, el articulista insiste, de una manera clásica, en que la belleza está asociada a las diferencias entre los sexos o, lo que es lo mismo, una mujer encontraría atractivo a un hombre por la razón contraria de que un hombre encuentra atractiva a una mujer, por lo que cada cual no tiene del otro y desea. De ahí la atracción heterosexual.

Estamos en pleno combate entre lo homosexual, el relativizar las diferencias de sexo y la negación de la biología, con lo heterosexual, el afirmar las diferencias de sexo y la constatación genética (no todo se puede alterar culturalmente). No obstante, se dijo Teresa, este método de enseñanza de español al nivel B1 se ha hecho eco, al menos desde esta lección, de las últimas tendencias para poner de relieve la ideología feminista y LGTB por encima de las tendencias naturales del común de la población. En los "temas de discusión" de la página 83 hay una frase curiosa que parece fuera de lugar: "Diga si está de acuerdo con que ‘los selfies son la expresión de una sociedad egoísta’". Mal expresado, corrigió Teresa, "los selfies son expresión de una sociedad narcisista".

Temas

0
comentarios