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Enrique Navarro

Más lejos de la paz y más cerca de la expansión del conflicto

Estamos en una peligrosa fase en la que ambos bandos pretenden amedrentar al otro con una expansión del conflicto.

Estamos en una peligrosa fase en la que ambos bandos pretenden amedrentar al otro con una expansión del conflicto.
Un militar ucraniano frente a un edificio administrativo atacado en Nicolaiev. | Cordon Press

Podríamos resumir todo lo que ha sucedido trascendental en el desarrollo de la guerra en los últimos seis meses con una palabra: nada. El por qué es sencillo de responder: Rusia es incapaz de ganar territorio a Ucrania, y esta, desde que recuperó Jersón y evitó la caída de Járkiv, ha sido incapaz de recuperar más territorio. La guerra se ha convertido en un toma y daca de disparos de artillería, de ataques de misiles y drones y muy escasos enfrentamientos si exceptuamos en Bajmut, la batalla más sangrienta de las últimas décadas y también la más absurda, especialmente para Rusia, que ha perdido cinco veces más hombres que Ucrania.

La siguiente pregunta que deberíamos formular es ¿quién gana con este impasse? Es cierto que Rusia tiene más capacidad industrial y además está a salvo de los ataques ucranianos para incrementar su capacidad bélica, pero no parece suficiente para mantener la tensión en el frente. Hay que entender que Rusia tiene el PIB de Italia, y que su capacidad para mantener una economía de guerra es muy limitada frente a Ucrania y la ayuda occidental. Rusia necesitaría una década de un esfuerzo militar sin precedentes para estar en condiciones de abordar una invasión similar.

La ayuda militar occidental, salvo la de urgencia que sirvió para detener la invasión, no está todavía operativa del todo, solo lo ha comenzado ahora parcialmente. Los sistemas de defensa antiaérea son ahora capaces de interceptar el 75% de los drones y misiles lanzados por Rusia, cinco veces más efectividad que la RAF en la batalla de Inglaterra. En el ataque de ayer se derribaron quince misiles y dieciocho drones, lo que hace que el efecto de estos ataques sea casi residual, pero su impacto en las arcas rusas enorme. Sin embargo el grueso de la ayuda, y en especial los carros de combate no estarán plenamente operativos hasta agosto.

Los ataques a Moscú con drones y a pequeños pueblos del otro lado de la frontera con artillería, como los de Kursk, y la desproporcionada respuesta rusa bombardeando Kiev y Jarkov, es una estrategia de diversión bien diseñada por Ucrania. Genera la preocupación por la internacionalización del conflicto y distrae a los rusos de la preparación para la contraofensiva ucraniana.

La acción militar rusa obedece más a razones testiculares que racionales, algo muy parecido a Hitler a partir de 1943. Es lo mismo de Bajmut, donde el desgaste ha sido enorme para nada. Rusia ha perdido seis meses en una batalla por nada mientras Ucrania ha podido prepararse sin sufrir una tensión insoportable en todas sus líneas de retaguardia.

La "línea Maginot" de mil kilómetros construida por Rusia indica que Moscú apuesta por estabilizar el frente y refrigerar las acciones militares. Demostrando su capacidad de atacar las capitales ucranianas, lanza un aviso a Zelenski: responderán a la contraofensiva destruyendo sus ciudades, objetivo que desde una perspectiva realista me parece improbable. Pero seguimos sin ver a la aviación rusa, y la ventana de oportunidad para su acción se ha reducido con el refuerzo de la capacidad antiaérea ucraniana. Ahora mismo el espacio aéreo es mas de Kiev que de Moscú, y esto es un aspecto esencial tanto para la contraofensiva como para el futuro del país.

Existen tres opciones de contraofensiva: atacar desde el oeste, desde el Dniéper hacia Crimea; penetrar con los blindados hacia Mariupol y llegar al mar de Azov o desde el norte atacando el Donbás con el apoyo de la artillería. Estas tres áreas son machacadas sin mucho convencimiento por la artillería rusa para tratar de acertar por dónde vendrán los ucranianos y disuadirles de avanzar por estas áreas.

Una ofensiva ucraniana exitosa necesitará una superioridad de 3 a 1 en efectivos y de 5 a 1 en material, y sinceramente se hace difícil pensar que Ucrania pueda alcanzar estas cifras en este año. Además, Kiev no puede arriesgarse a una ofensiva fracasada que diezme a su ejército y su prestigio ante la comunidad internacional, básico para mantener la ayuda extranjera.

Existen dos obstáculos para Zelenski que determinan su decisión. Si los tribunales no lo impiden, Trump será presidente en enero de 2025, y el presidente ucraniano no puede esperar del "panocho" ni ayuda ni liderazgo internacional. Quedará en manos de Europa, insuficientes para ganar la guerra. Es decir, necesita logros rápidos y consistentes para llegar a ese momento con una situación irreversible. Lo segundo es que necesita prepararse para esta segunda etapa que consistirá en la pérdida o reducción de la ayuda militar, Rusia ocupando más o menos el territorio actual y con tiempo para prepararse para una nueva ofensiva, quizás en 2026. Quizás ya no esté pensando en la ayuda militar para la contraofensiva sino para disponer de una capacidad militar disuasoria a partir de 2025, y por ello son tan importantes los F-16. Con una sólida alianza política y con suficiente armamento, Ucrania disuadirá a Rusia de embarcarse en una nueva guerra, pero de ahí a que pueda recuperar lo perdido hay un gran trecho.

Para Rusia, estabilizar el frente esperando la llegada de Trump es un objetivo muy razonable. Para Ucrania, no conseguir romper la línea del frente de forma determinante antes de final de año sería una condena, y el escenario más favorable para Rusia.

La cumbre de Moldavia, un país parcialmente invadido por Rusia, ha supuesto un reforzado apoyo político y psicológico para Zelenski, pero si no llegan los aviones de combate, nada significativo ocurrirá en los próximos meses o años.

El peligro es que si los dos contendientes se dan cuenta de que no pueden avanzar en el campo de batalla, cambiarán el escenario. Ucrania continuará atacando Rusia para expandir el conflicto y podría incluso ocupar Transnitria. Rusia continuaría con su estrategia de expansión. El acuerdo con Bielorrusia, que es un satélite de Moscú, para desplegar armas nucleares, muestra también la voluntad rusa de expandir el conflicto. Estamos en una peligrosa fase en la que ambos bandos pretenden amedrentar al otro con una expansión del conflicto. No es posible en la óptica militar pero sí en la nuclear y en la política, y Rusia jugará todas sus cartas para evitar una derrota en Ucrania e imponer su autoridad sobre Occidente. La cumbre de los BRICS en Sudáfrica con la presencia de Lavrov y su insistencia en acabar con el mundo unipolar, lo que quiere decir que desean, no un mundo multipolar, sino dominar el mundo con su visión totalitaria, y la caída de Biden en un acto militar, sin estar conectados, obviamente, nos ofrecen una explicación del panorama internacional. Occidente tropieza y cae y los enemigos sacan pecho. No pintas buenos tiempos para la seguridad mundial.

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