Menú
Juan P. Ledesma

Lo que importa: algunas reflexiones sobre el ejercicio democrático

El hecho de que haya crecido "la derecha" es sobre todo culpa de "la izquierda", porque si no hubieran exagerado tanto, otro gallo nos cantaría.

El hecho de que haya crecido "la derecha" es sobre todo culpa de "la izquierda", porque si no hubieran exagerado tanto, otro gallo nos cantaría.
Un ciudadano introduce su voto en una urna en las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo de 2023, | Europa Press

Demagogia

—Uno de los obstáculos de la actual comunicación entre españoles es que haya que explicarse a cada paso. Así no avanzaremos.

—No solo no avanzamos, sino que vamos para atrás, como los cangrejos —me respondió la clarividente Sancha.

—Hay que agradecerles a los socialistas que nos hayan metido en este lío demagógico, porque parece que por fin la gente empieza a desconfiar de los discursos simplistas. Ellos mismos se han cavado la tumba, por decirlo así, y supongo que lo que pretenden es salvar de la quema lo que aún se pueda salvar.

—Y en plenos calores de julio, un mes en el que se queman montes y conciencias. Esperemos sobrevivir a tanto desatino.

Participación

—De aquí a poco y si los dioses lo permiten conoceremos el resultado de unas elecciones que parecen, una vez más, muy decisivas. ¿Qué opinas, Sancha?

—Todas las elecciones son decisivas, para algo tenemos democracia.

—Has de saber, querida amiga, que nunca me interesó la política, que soy de aquella mayoría silenciosa que solo aspira a que la dejen en paz, pero precisamente porque no me dejan en paz me veo obligado a hablar.

—Sí, ya dijiste en otra ocasión aquello de que "los periodos más fecundos de la Historia son aquellos en que los modestos no se chupan el dedo". Es de Antonio Machado, ¿verdad?

—Cierto, el bueno de Machado dejó unas prosas muy esclarecedoras para su época y lugar que, en muchos casos, bien se pueden aplicar a nuestros tiempos.

—Pues no me parece muy modesto de tu parte.

Dualismo

—Esto de las izquierdas y de las derechas que tanto se lleva hoy en día siempre me ha parecido una simplificación muy peligrosa que, además, no resuelve nada. Otras dicotomías o enfrentamientos que están en la palestra política son la de hombre y mujer, lo público y lo privado, el control estatal de los medios económicos o, por el contrario, el libre mercado. La gente se alinea con una postura ideológica y argumenta desde su trinchera con muy buenas razones.

Hay razones para todo, amigo mío, menos para la muerte.

Razonamientos

—Los peores son los que creen ingenuamente que el Estado moderno es un ente protector y benéfico que lima las diferencias sociales y reparte mejor las riquezas que el libre mercado capitalista. Le debemos mucho a Marx la concepción de la sociedad como "lucha de clases". Pero cuando se demostró que el control estatal podía llegar a ser aún más pernicioso que el capitalismo despiadado, se buscó un punto medio muy apreciado por los socialdemócratas, el de la "sociedad del bienestar" que acepta como un mal necesario la existencia de los empresarios.

—Creo que te estás extendiendo en demasía, y no es esto lo que esperaban nuestros lectores, sino una exposición más detallada de lo que está ocurriendo en España.

—Lo que pasa en nuestro bendito país es lo de siempre, que la gente se va a los extremos con toda facilidad en cuanto le tocan demasiado las narices, y no solamente el bolsillo. Y repetiré lo que le dije a alguno, que el hecho de que haya crecido "la derecha" es sobre todo culpa de "la izquierda", porque si no hubieran abusado o exagerado tanto, otro gallo nos cantaría. Algunos partidos que no nombraré, pero que suelen ser los mayoritarios, tienen la mala costumbre de tomar a la gente por tonta y están convencidos de que pueden manejar la opinión pública con la varita mágica de la estadística.

—¿Qué tienes tú contra la estadística? Es una técnica o, mejor dicho, una herramienta que nació para ayudar a la ciencia económica moderna.

—Dejando toda teoría aparte, soy de la opinión de que las encuestas oficiales deberían estar prohibidas en periodo electoral, e incluso mucho antes, porque las cifras y porcentajes son fácilmente manipulables para influir en la tendencia de voto. Los números mienten, querida Sancha, porque los números son eso, números, y no tienen alma. Sirven en todo caso para meter miedo, y ya sabes que el miedo es uno de los factores que rigen la política actual, como se vio con la pandemia.

—¿Negarás que hubo muertos causados por el virus o los virus? No te creía un negacionista.

—Lo mismo que no me siento de derechas ni de izquierdas, no soy negacionista o lo dejo de ser, reptiliano o soroastra, confabulatorio o adicto a las medidas del sistema como aquellos "policías de balcón". Simplemente observo y pienso. Te habrás dado cuenta de que ya nadie habla de ese virus unas veces llamado "corona" y otras "covid".

Desmemoriados

—Sí, la gente tiene poca memoria.

—O ninguna, si nos remontamos a lo que pasó con Aznar y luego Zapatero, los sangrientos atentados de Atocha que volcaron el resultado de unas elecciones, y un largo etc. Todo el mundo miente, Sancha.

—Y los hay incluso que hacen alarde de la mentira, como un artículo que he leído recientemente sobre la política como un "teatro".

—El Teatro del Mundo, una obra digna de nuestro Calderón. Algún publicista adicto al régimen, en su afán de salvar lo que aún se pueda salvar, tiene la necedad de llamar en su ayuda al autor alemán Bertolt Brecht para, dixit, distanciarnos del efecto "catártico" del teatro clásico y ver las cosas mucho más fríamente. Todo esto es absurdamente maquiavélico.

—El problema es que se cree más al que miente que al que dice la verdad, porque en medio de tanta sofisticada intriga, una verdad de Perogrullo resulta ridícula. Nunca oirás hablar de lo que de verdad importa.

—¿Y qué es importante para ti aparte de llegar a fin de mes y tener un trabajito digno? Los pobres del mundo no andamos para filosofías, sino para sobrevivir.

—Es que no hay que sobrevivir, amiga Sancha, sino vivir. El otro día me dijo amigo que, excepto unos cuantos, la mayoría son como borregos y que como borregos se les ha de tratar. Pero se equivoca, la gente no es tonta, y es muy fácil ver el cálculo político en un discurso demagógico que trata de captar, por ejemplo, los votos que la izquierda pierde a marchas forzadas.

Por el cambio

—Necesitamos un cambio.

—Ese era el lema del PSOE en las elecciones de 1982 ("Por el Cambio"), y ya ves si hemos cambiado, pero para mal. Nunca ha estado más crispada la sociedad española desde la caída de la dictadura.

—Efectivamente, alguien me decía últimamente que lo que habría es que unir, y no desunir, conciliar y no enfrentar, en todo caso tener menos crispación en una sociedad agónica.

—Has utilizado la palabra mágica, Sancha, agón o agonía es lo que sufrían los inventores de la democracia en las polis, porque todos trataban de descollar a costa del contrario. Acabaron naturalmente en las devastadoras guerras del Peloponeso.

—Muy largo me lo fiais, querido amigo, ¿por qué no regresamos a los tiempos actuales?

Lo que importa

—Yo no pretendo una sociedad perfecta, porque nunca lo será, pero sí una sociedad vivible en la que, aparte de la manida cuestión económica —en la que todo el mundo, más o menos, sabe manejarse— no nos vengan con exabruptos fuera de tino. Hay que aprender a hablar de otra manera y de otras cosas, de lo que de verdad importa.

—¿Es que no se habla de lo importante en nuestras sagradas Cortes? Por algo son los representantes del pueblo.

—Solo son los representantes de sí mismos, porque, por ejemplo, si a la defenestrada Irene Montero le importaran de veras las mujeres no hubiera vociferado tanto la violencia machista y otros tópicos. De hecho, se sospecha que los conflictos, las violencias y la crispación entre los sexos ha crecido desde que se impuso una política "feminista" en todos los ámbitos. No, a Irene Montero solo le importa una mujer, y es ella misma. Igual se podría decir de Yolanda Díaz y de otras que se hacen eco de sus consignas para dividir aún más a una sociedad dividida y medrar. El problema de los españoles, lo digo en serio, es nuestro afán por tener razón a toda costa, pero de preocuparnos muy poco por la verdad.

—La verdad es ya irreconocible entre tanta palabrería.

—Porque la verdad no tiene palabras, sino ojos y oídos, como dijo Sabina.

—Y otros, cual Tamames en el Congreso. Parece que a "la izquierda" se le van los apoyos.

—Se lo han ganado a pulso, amiga Sancha. A unos y a otros se podría aplicar el conocido refrán "el que a hierro mata, a hierro muere". Repito, esta última izquierda desaforada que sigue consignas internacionales y cree ciegamente en constructos ideológicos ha creado mucho malestar en esta nación que llamamos España. Envidio a los que han residido en el extranjero todos estos años, más por necesidad que por otra cosa...

La ley electoral

—¿Crees que la situación va a cambiar después de las próximas elecciones?

—Soy pesimista con respecto al ambiente político-social en nuestro país. No creo que cambie para bien si la gente y los medios no deciden hablar y actuar de otra manera. Además, habría que reformar una ley electoral que es claramente injusta y partidista.

—¿Qué quieres decir con partidista?

—Simplemente que son listas cerradas de partidos, que no rige una auténtica democracia, sino una "partidocracia" que toma a la gente por borregos. Prometer y prometer hasta meter... para olvidar lo prometido.

—Bueno, eso parece evidente, un sistema más proporcional donde se vote a candidatos independientes y no solo a un partido político. Otros países lo tienen, pero es complicado.

—Además debería existir el voto de acuerdo a la población adulta de hombres y mujeres y nada más, sin tener en cuenta privilegios autonómicos o regionales, sin favorecer a las zonas rurales por encima de las ciudades y un largo etc. Ni vos ni yo somos expertos en la materia, pero resumiendo, las dos grandes reformas pendientes en nuestro país de las que nadie quiere hablar son estas dos: La Ley Electoral y La Ley de la Función Pública, de la que hablamos en otra ocasión.

—Y bien que me acuerdo con "El pesebrero de los políticos". Qué animalada. En esa ocasión, querido amigo, fuiste mucho más breve.

—Y más me extendería si me dejaran las horas y las circunstancias. Hubo que hacer el esfuerzo porque solo ahora, en campaña electoral, se puede molestar a los políticos para que ponga sobre la mesa lo que de verdad tiene importancia: que todos vivamos mejor y con menos tensiones en un mundo ya de por sí tensionado.

0
comentarios