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Pedro Gil Ruiz

Un aniversario ficticio y una ofensa para el Cuerpo Nacional de Policía

Para superar en antigúedad a la Guardia Civil, alguien ha tenido la feliz ocurrencia de situar el origen de la Policía Nacional en la policía política del Fernando VII.

Para superar en antigúedad a la Guardia Civil, alguien ha tenido la feliz ocurrencia de situar el origen de la Policía Nacional en la policía política del Fernando VII.
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, clausura el Foro de Terrorismo y Seguridad Internacional. | EFE

Si usted consulta la página web del Ministerio del Interior de Francia, interesándose por la historia de sus fuerzas de seguridad, le llamará la atención que sitúe la creación de la policía nacional en el año 1966 (ley 66-492 del 9 de julio). Un país que estableció el Ministère de la Police générale el 2 de enero de 1796 (12 de nivôse del año IV en el calendario republicano), con Joseph Fouché como ministro durante el Directorio, y años más tarde, en 1804, con el restablecimiento del Ministerio por el Primer Imperio. ¿Por qué no reconocen la creación de su policía a finales del siglo XVIII? No sucede esto con la Gendarmerie National, creada el 16 de febrero de 1791. Al igual que nuestra Guardia Civil, tiene un origen preciso. No se disuelve y se vuelve a crear. No hay rupturas. Ambas, la Gendarmerie y la Benemérita, mantienen una continuidad indiscutible.

Al finalizar la II Guerra Mundial las autoridades francesas decidieron que la policía de la República no podía estar contaminada por la que el mariscal Pétain organizó en la Francia ocupada. El 23 de abril de 1941, el JournalOfficiel De L'état Français n.º 1803 publicaba la ley por la que se procedió a la organización general de los servicios policiales. El documental La policía de Vichy, de David Korn-Brzoza y Laurent Joly, narra esa infamia que los franceses han borrado de su historia. Como borró el general de Gaulle a los Grupos Móviles de Reserva, sustituidos en diciembre de 1944 por las Compañías Republicanas de Seguridad.

Nuestra policía constitucional. Algo similar sucedió en España. El Cuerpo General de la Policía y las Fuerzas de la Policía Armada cambiaron de nombre y de uniforme. La Ley 55/1978 de 4 de diciembre estableció que se "integraran en los nuevos Cuerpos Superior de Policía y de la Policía Nacional", que mudó del gris al marrón. Todavía no se había refrendado la Constitución y no será hasta la Ley Orgánica 2/1986 de 13 de marzo cuando estas dos fuerzas policiales se unifiquen en el Cuerpo Nacional de Policía (CNP). Este es el origen de nuestra policía constitucional. Fue un tránsito pacifico, sin la violencia que se desató en Francia en 1944: "La participación de la policía en la liberación de París fue una acción necesaria. De lo contrario, muchos policías y altos mandos habrían acabado colgados de ganchos de carnicero. Habían dejado a los parisinos muy malos recuerdos". (Police française, les années Vichy. Le Monde, 19 de septiembre 2018).

Pese a la transición modélica a una policía democrática, los responsables del CNP no quisieron conformarse con una fecha de creación que les hacía parecer bisoños. Rebuscaron para encontrar un origen y debieron decidir que, ya que estaban metidos en gastos, este debía cumplir una condición: superar en antigüedad a la Guardia Civil. Como nunca falta un roto para un descosido, alguien tuvo la feliz ocurrencia de situarlo en la policía política del Fernando VII. "Es el germen", en palabras del ministro. Patógeno como todo germen.

El callejón del Verdugo. "En la planta baja del edificio que se llamó primero Cárcel de Corte, después Sala de Alcaldes, más tarde Audiencia…, estaba situada la Superintendencia General de Policía. La cárcel ocupaba el inmundo edificio, que ya no existe, en la manzana inmediata, hacia la Concepción Jerónima… Desde uno a otro caserón la distancia era insignificante, como la que existe entre la agonía y la muerte, y a falta de un Puente de los Suspiros, existía el callejón del Verdugo, de fácil tránsito para los que del tribunal pasaban a los calabozos o de los calabozos a la horca". (El terror de 1824. Episodios Nacionales, Benito Pérez Galdós).

En ocasiones el subconsciente nos juega malas pasadas pero no es habitual que esto suceda en un grupo de personas cuya capacidad de raciocinio, aunque sea para el mal, se les supone. Que, escuchados los altos mandos policiales, el ministro del Interior Grande-Marlaska proponga —y el ministro Bolaños disponga— que el momento fundacional de una institución tan respetable como es el Cuerpo Nacional de Policía, se produce con la Real cédula por la que Fernando VII, el rey Felón, ordena la creación de una policía política es desconcertante. Además de una risión y un desprestigiopara los funcionarios del CNP.

Estirpar los elementos de discordia. "Entre las atenciones que al verme restituido á la plenitud de los derechos legítimos de mi Soberanía, reclaman con urgencia mi paternal solicitud, he considerado como una de las más importantes el arreglo de la Policía de mis Reinos, la cual debe hacerme conocer la opinión y las necesidades de mis pueblos, e indicarme los medios de reprimir el espíritu de sedición, de estirpar los elementos de discordia…" (Real cédula por la que Fernando VII ordena el establecimiento de la Superintendencia General de la Policía del Reino,13 de enero de 1824).

Los Cien Mil Hijos de San Luis, procedentes de Francia, habían entrado en España tres meses antes, el 4 de octubre de 1823. Restablecieron el Absolutismo, acabó el Trienio Liberal y comenzó la Década Ominosa y con ella la persecución de los constitucionalistas que le habían cantado al rey el trágala. Adquiere todo su significado la restauración del Antiguo Régimen que Fernando VII había decretado en Valencia el 4 de mayo de 1814: "aquella Constitución (la de 1812) y aquellos decretos nulos y de ningún valor ni efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubieran pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo".

El arreglo de la Policía de mis Reinos. El rey absoluto crea una policía para su protección. Es consciente de que necesita una nueva organización represiva, porque la anterior "circunscrita un día á una órbita demasiado estrecha (…) se limitó á precauciones proporcionadas á las circunstancias tranquilas en que se hallaba la Monarquía; pero estas precauciones serian hoy estériles é insuficientes, y es preciso por lo tanto darles la unidad, estensión y la fuerza que reclaman las variaciones de los tiempos…" (Real cédula, preámbulo).

Esa policía política debe "impedir la entrada, circulación y lectura de periódicos, folletos, cuadros satíricos, caricaturas ú otros cualesquiera papeles ó estampas en que se ataque mi Persona ó regalías, ó se ridiculicen ó censuren las providencias de mi gobierno; y aprehender estos mismos objetos, y los individuos que los introduzcan ó retengan" (Real cédula, artículo 14.9).

200 años después a la crítica le llaman fango. Un proyecto de autócrata alberga los mismos propósitos que el rey Felón: "La máquina del fango, alentada por la derecha y la ultraderecha, junto a páginas web y asociaciones ultraderechistas que fabrican bulos y mentiras, bulos que a continuación se propagan en tertulias y en las tribunas para después judicializar falsas denuncias" (Pedro Sánchez. Carta a la militancia socialista, 2 de mayo de 2024).

"En lugar de instrumento de vejaciones". No acababan de depositar los padres jerónimos el cadáver de Fernando VII en el pudridero del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y la Gaceta de Madrid publicaba el 24 de octubre de 1833 —el rey había muerto el 29 de septiembre—, una Real orden que advertía al superintendente de policía y sería el precedente de su disolución: "Queriendo S. M. la Reina Gobernadora que la policía general del reino se circunscriba en los límites de que nunca debió salir: que ejercitando su vigilancia sobre algunos no lo haga sino en el interés de la seguridad de todos; y que, en lugar de instrumento de vejaciones, sea un medio de gobierno, y por consiguiente un elemento de protección…", ordena que se "haga inmediatamente revisar y refundir en este sentido los reglamentos del ramo suprimiendo en ellos toda precaución exorbitante, toda formalidad vejatoria, toda traba, en fin, que no sea absolutamente exigida por la necesidad de conservar el orden y de asegurar el reposo general".

El germen de Marlaska. En junio de 2023, el Ministerio del Interior y la Fundación Policía Española publicaron la obra Los orígenes de la policía española. Dos siglos al servicio de la sociedad (1823-2024). No busquen ustedes la Real orden que les acabo de reproducir. Seguro que no la conoce el ministro Grande-Marlaska, ni el plumilla que le escribe, porque, de lo contrario no se explica que afirme en el prólogo: "Esta Policía General del Reino es el germen de nuestra Policía Nacional. El papel que esta institución ha desempeñado desde 1824 ha sido crucial e indispensable para la defensa de los derechos y libertades… se creó durante el reinado de Fernando VII a través de una Real cédula que instauraba una novedosa red estatal para la protección de la seguridad y la pacífica convivencia".

Suprimida la Superintendencia. Como tampoco encontraran ustedes en la obra mencionada el Real decreto que, a propuesta de Martin de los Heros, firma la Reina Gobernadora en el Pardo a 4 de Octubre de 1835 y publica la Gaceta al día siguiente, por el que disuelve el germen de Marlaska. "Como quiera que la experiencia haya demostrado la inutilidad de la superintendencia general de policía, después de establecido el ministerio de lo Interior de vuestro cargo, y que por otra parte sus dependencias, demasiado costosas, aumentan mas que conviene los gravámenes públicos; en nombre de mi augusta Hija, y sin perjuicio de las reformas de que os estais ocupando, he venido en decretar lo siguiente: Art. 1.º Queda, desde la publicación de este decreto, suprimida la superintendencia general de policía, creada en virtud del de 8 de Enero de 1824 (y que fue firmado en Palacio el 13 de enero)".

Una policía política odiada por la población, "instrumento de vejaciones" en palabras de la Reina Gobernadora, "de terror" en las de Galdós, es lo que explica que sus funciones se vean limitadas inmediatamente y que sea disuelta en poco más de un año. Y para que no quede duda, Martín de los Heros destaca el ahorro de la medida en la Exposición a S.M. la Reina Gobernadora que publica la Gaceta de Madrid el 8 de diciembre de 1835: "y últimamente, por el Real decreto de 4 de Octubre del presente año ha desaparecido la Superintendencia general de policía, que con su secretaría, contaduría y tesorería producía un gasto en lo personal y partidas de escritorio de 526'951 reales".

"¡Buena cárcel nos mamamos!". Así termina el artículo que Fígaro (Mariano José de Larra) le dedica a la policía política publicado en La Revista Española el 7 de febrero de 1835: "¿Pagaremos en compañía de nuestros compatriotas ocho millones para que nos averigüen nuestras conversaciones, nuestros pensamientos…? (...) y si algún día la policía nos prende, como es probable, por anarquistas, exclamaremos con justo entusiasmo: ¡Buena cárcel nos mamamos! ¡Pero buen dinero nos cuesta!".

Abolición de la policía secreta. El propósito por asegurar que "la policía de España (…) debe ser pública, como lo serán todos sus actos, y dedicarse única y exclusivamente á la protección de los ciudadanos, reprimiendo los delitos y persiguiendo los criminales", lleva al presidente del Gobierno de la Regencia, Baldomero Espartero, a propuesta del ministro de la Gobernación Manuel Cortina, a decretar la abolición de la policía secreta y prohibir hacer ningún gasto con tal objeto. Firma el Decreto el 2 de noviembre y se publica en la Gaceta de Madrid al día siguiente. Esta disposición es especialmente importante porque, su segundo artículo, anuncia que: "Se propondrá con urgencia la organización que deberá tener la policía de protección y seguridad pública ejercida por las autoridades que la ley reconoce".

No será hasta enero de 1844, con Isabel II como reina constitucional, cuando el Consejo de Ministros, reiterando que "creada la policía bajo una forma de Gobierno, que se cuidaba menos de los individuos que de bastardas miras de parcialidad… y que no es de temer ahora la reproducción de los abusos ni de los vejámenes que recuerda la historia del régimen arbitrario", aprueba el decreto que establece la organización "del ramo de protección y seguridad pública, según lo reclaman los buenos principios y la práctica observada en otras naciones cultas y regidas por instituciones constitucionales". Se publicó en la Gaceta de Madrid el 27 de enero de 1844.

Se crea la Guardia Civil. Y esta historia termina dos meses después, un 28 de marzo de 1844, o si prefieren el día de su publicación, el 31 de marzo. Isabel II sanciona el Real decreto que le presenta el presidente del Consejo de Ministros, Luis González Brabo por el que "acerca de lo urgente que es el establecimiento de una fuerza especial de protección y seguridad… he venido en decretar lo siguiente: Artículo 1.º Se crea un cuerpo especial de fuerza armada de infantería y caballería, bajo la dependencia del ministerio de la Gobernación de la Península, y con la denominación de Guardias civiles. Art. 2.º El objeto de esta fuerza es proveer al buen orden, a la seguridad pública y á la protección de las personas y de las propiedades, fuera y dentro de las poblaciones".

El ministro del Interior Grande-Marlaska y el triministro Bolaños, como colaborador necesario, han resuelto que el origen, el germen del CNP, sea esa "escuela pública de inmoralidad y corrupción" que denunciaba el Eco del Comercio el 20 de agosto de 1836. Carentes de responsabilidad y rebosantes de desconocimiento, celebran una inexistente antigüedad que solo existe en la imaginación de algunos mandos, que aspiran a ser lo que no son. La dignidad y profesionalidad de los funcionarios de policía seguirá estando por encima de ellos.

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