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Clásicos para niños y adolescentes: 10 novelas

Entre los 12 y los 16 años, lo fundamental es buscar entretenimiento gozoso, acción sin pausa y frases sencillas que envuelvan aventuras complejas.

Entre los 12 y los 16 años, lo fundamental es buscar entretenimiento gozoso, acción sin pausa y frases sencillas que envuelvan aventuras complejas.
Escena de Alicia en el País de las Maravillas | Pixabay/CC/azzy_roth

Tras la introducción de la pasada semana en la que hablaba de la necesidad de que los jóvenes tuvieran unas referencias culturales sólidas de acuerdo a su edad, empecemos con algunas novelas cuya calidad formal y de disfrute está más en consonancia con el desarrollo cognitivo, moral y lingüístico de los jóvenes lectores, de modo que piquen el anzuelo del saber proporcionado por la ficción sin perderse en el laberinto de la literatura juvenil de baja estofa.

Entre los 12 y los 16 años, lo fundamental es buscar entretenimiento gozoso, acción sin pausa y frases sencillas que envuelvan aventuras complejas. Es tiempo de piratas, de pasar miedo y de echar unas risas. De una reina que quiere cortar la cabeza a una niña respondona, de un soldado inglés que pretende llegar a ser como el griego Alejandro Magno en la India, un robot que se plantea "pienso, luego existo" o de un extraterrestre que busca a su amigo perdido en la Tierra mientras se pone ciego de churros.

Lo que no quita para que también comencemos a pensar en cosas importantes, como cuál es la mejor parte para romper la cáscara de los huevos pasados por agua, dónde esconder un tesoro o el corazón aún palpitante de nuestro último asesinato. Aunque también nos podemos poner en la piel del detective en lugar del asesino, eso depende de los gustos. O quizás hacer a la vez de asesino y de detective…

En cualquier caso, los relatos que os sugiero os transformarán, ya no seréis los mismos que antes, os levantaréis un día y sentiréis una metamorfosis, que sois más fuertes mentalmente, y con vosotros también habrá cambiado vuestro mundo.

1. Novelas ejemplares (Miguel de Cervantes, 1613)

Entre el Quijote 1 (1605) y el Quijote 2 (1615), Cervantes publicó estas "novelillas" o, como diríamos ahora, "relatos cortos". Su objetivo, como siempre, era el "honestísimo entretenimiento", siguiendo él mismo el consejo que nos regala en El amante liberal: "Lo que se sabe sentir, se sabe decir». En otro relato o novelilla, El coloquio de los perros, nos prepara para todo lo que viene en esta guía a continuación, que "Los cuentos unos encierran y tienen la gracia en ellos mismos, y otros, en el modo de contarlos". Además de los comentados, dos obras maestras del realismo sucio y del surrealismo mágico respectivamente: Rinconete y Cortadillo y El licenciado Vidriera. Del mismo modo que los voluminosos Quijotes anticipan las innumerables páginas de Moby Dick o Viaje al fin de la noche , las precisas y concisas Novelas ejemplares prefiguran las piezas de orfebrería literaria de Borges o Allan Poe. Casi siempre ejemplares, en la forma y en el fondo, con distinto grado de entretenimiento pero siempre honestísimas, Cervantes es el punto de arranque de la historia de la novela y también de este conjunto de sugerencias que te presentamos, inteligentísimo joven.

2. Los viajes de Gulliver (Jonathan Swift, 1726)

Parafraseando a Pío Baroja, en su famosa medicina contra el nacionalismo, podríamos concluir que el catetismo se cura viajando. Y viajar es lo que hace Gulliver para conocer todo tipo de culturas y costumbres, de ideas y de tradiciones. Pero a diferencia del turista, que por mucho que viaje nunca se aleja en espíritu de su lugar de partida, Gulliver es un auténtico viajero del espíritu, como un camaleón adaptándose a otros colores culturales pero sin perder la distancia crítica y, sobre todo, el humor, un humor irónico, profundo y contundente. Aunque Gulliver visita a enanos y gigantes, caballos inteligentes, magos y fantasmas, Jonathan Swift usa dichos seres como metáfora de la condición humana y sus estupideces, remediables, eso sí, con mucho amor y compasión.

3. Cuentos completos (1845, Edgar Allan Poe)

The Following (2013) es una serie televisiva sobre un asesino en serie, profesor de literatura romántica especializado en Edgar Allan Poe, que le da por arrancar los ojos a sus víctimas, siempre mujeres, buscando "la belleza de la muerte". También los Simpson le han dedicado capítulos a Poe, como Lisa Simpson recreando su "corazón delator" y Bart Simpson recitando el "never more" de su poema El Cuervo.

Poeta y cuentista que encerraba en una matemática estructura formal sus poemas y relatos, teñidos de un romántico e incendiario contenido, Poe encarna al "decadente" por antonomasia. Un buen regalo para tus amigos góticos, frikis o alternativos

4. Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll, 1865)

Juegos de palabras y juegos lógicos, juegos del deseo y juegos políticos… todo es juego en el cuento que el reverendo y profesor de Lógica Lewis Carroll le escribió a su amiguita Alice Lidell y que ha quedado como una de las más bellas, inteligentes y sutiles declaraciones de amor. Construido como una serie de acertijos a través del laberinto de un lenguaje tan poético como riguroso, nunca un juego fue más serio. Complejo, pero no complicado, Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas es un libro infantil que apreciarás cuanto más crezcas, ya que aprenderás de semántica y pragmática con Humpty Dumpty, por qué es mejor celebrar los no-cumpleaños con el Sombrero Loco o paradojas lógicas con el Gato de Cheshire.

Y, por supuesto, cuando lo termines tendrás más ganas de lógica locura así que puedes, ¡debes!, leer su continuación, todavía más disparatada y ocurrente, profunda y divertida: Alicia a través del espejo.

5. La isla del tesoro (Robert Louis Stevenson, 1883)

Ahora que está tan de moda el Capitán Jack Sparrow y su barco pirata Perla Negra sería bueno recordar al pirata más fascinante, a la vez divertido y cruel, que ha surcado los mares: Long John Silver. La búsqueda de La isla del tesoro nos enseñará que mucho más importante que los tesoros que encontremos a lo largo del camino es el propio viaje emprendido para encontrarlos, los amigos que hayamos hecho y las aventuras que luego contaremos al calor del amor de un bar.

Con Robert Louis Stevenson se mezcla la aventura en estado puro, héroes (y antihéroes) inolvidables, una ética del trabajo y la educación con una antropología de la diversión y el riesgo. Stevenson consigue que leer sea tan divertido como hipnótico, la alegría de la imaginación combinada con el rigor de una escritura limpia. Nos sorprenderemos cantando: "Quince hombres en el cofre del muerto… ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¡Y una botella de ron!"

6. El hombre que pudo reinar (Rudyard Kipling, 1888)

Un par de cabras están comiéndose el celuloide de una película y una le dice a la otra: "el libro estaba mejor". En 1975, John Huston rodó una adaptación de este relato de Rudyard Kipling y os aseguró que las cabras lo tendrían difícil para diferenciar la calidad del relato escrito y el filmado sobre dos soldados tan humildes como orgullosos que se pierden en lo más profundo de Persia y durante un instante, glorioso instante, llegar a ser como dioses.

El propio Rudyard Kipling es un personaje de su historia cuando está trabajando en su despacho de periodista en la India y aparece un individuo con aspecto de loco, ropas destrozadas y al que parece que le han dado una paliza monumental. El hombre, que se identifica como un viejo conocido suyo, le cuenta las increíbles aventuras que le sucedieron y que casi le costaron la vida, aunque de ser un oscuro contrabandista casi llegó a ser Alejandro Magno.

7. La metamorfosis (Franz Kafka, 1915)

Frank Kafka es uno de los pocos autores del que se ha derivado un adjetivo para calificar situaciones que son propias de su obra. Del mismo modo que dantesco, de Dante, sirve para referirse a episodios sangrientos y horribles, al estilo de su Infierno en la Divina Comedia, así kafkiano se usa para situaciones absurdas y sin sentido. Por ejemplo, lo que le acontece al protagonista de La metamorfosis (que también podéis encontrar traducido como La transformación)

¿Es un escarabajo, una cucaracha…? ¡No, es Gregor Samsa! A todos nos ha pasado: hay días que mejor no nos hubiéramos movido de la cama. Pues a Gregor le pasa lo peor de lo peor: aún no se ha levantado de la suya y el día ya se le ha estropeado de la peor manera posible. Siempre nos quedará la sospecha, viendo a su familia o a su jefe, de que Gregor se lo ha hecho a sí mismo en defensa propia.

8. El asesinato de Roger Ackroyd (Agatha Christie, 1926)

Hay dos tipos de personas en el mundo que siempre están pensando en cómo matar a la gente: los asesinos y los escritores de novela negra. Entre estos últimos, nadie más prolífico que la señora Agatha Christie, que llenó la en apariencia tranquila y flemática campiña inglesa de envenenamientos y adulterios, pistolas y pasiones. Todo ello, claro está, entre parterres de flores, budín de carne y tazas de té.

Dice la leyenda que de los relatos detectivescos de Agatha Christie se han vendido unos cuatro mil millones de libros, equiparándose a la Biblia y a Shakespeare. Nada menos. De producción ciclópea, El asesinato de Roger Ackroyd es el caso protagonizado por Hércules Poirot más fascinante: un enigma envuelto en un misterio que se resuelve como un jeroglífico. Lo que resulta más inquietante de los crímenes de Christie es la aparente normalidad de sus asesinos así como la necesidad que tienen los buenos de los malos, porque sin los últimos, ¿cómo conocerían su propia bondad?

9. Yo, Robot (Isaac Asimov, 1950)

En 1968, Stanley Kubrick imagino que en 2001 tendríamos una inteligencia artificial con intencionalidad y conciencia. Se pasó de optimista. Isaac Asimov fue más prudente e imaginó para 2058 el año en el que sería necesario programar con una moral a los robots. A través de unos relatos sobre robots, Asimov planteó unas parábolas sobre nosotros mismos los humanos, esas máquinas biológicas con conciencia que no sabemos muy bien cómo funcionamos. ¿Serán las máquinas artificiales el futuro de la humanidad, el siguiente paso "evolutivo"?, ¿nos considerarán los robots sus dioses… quizás muertos?

Mientras llega el Homo Roboticus como sucesor del Homo sapiens miremos a nuestras lavadoras y Smartphones, cada vez más supuestamente inteligentes, y preguntémonos cómo y cuándo empezará su revolución… contra nosotros, sus creadores.

10. Sin noticias de Gurb (Eduardo Mendoza, 1990)

Barcelona, España, Europa, el planeta Tierra a través de los ojos de un alienígena transformista que devora churros como si fuesen pipas y que registra periódicamente los datos atmosféricos. Ah, además ha perdido a su compañero de aventuras galácticas, Gurb, al que sale a buscar por la ciudad condal.

Desde la perspectiva de la mirada desprejuiciada, o al menos con los prejuicios propios de su planeta, Eduardo Mendoza hace un retrato entre costumbrista y surrealista de las virtudes y, sobre todo, los vicios de nuestros contemporáneos. En la mejor tradición de Swift y Carroll, también de Cervantes, Mendoza utiliza la ironía como arma de destrucción incruenta pero masiva de la estupidez y los intereses creados.

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