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Alberto Javier Tapia Hermida

El blanqueamiento dictatorial de Zapatero: lecciones para España

La equidistancia para con la tiranía chavista de nuestro Ejecutivo nos advierte de los riesgos de involución autocrática evidente que sobrevuelan nuestra Nación .

La equidistancia para con la tiranía chavista de nuestro Ejecutivo nos advierte de los riesgos de involución autocrática evidente que sobrevuelan nuestra Nación .
José Luis Rodríguez Zapatero con Nicolás Maduro | EFE

Cuando la práctica totalidad de los países democráticos del Mundo pone en duda los resultados de las elecciones habidas en Venezuela el pasado domingo 28 de julio; y cuando únicamente las dictaduras que en todo el Orbe existen admiten como una victoria del tirano el fraude evidente, que comienza por la imposibilidad matemática de que el cómputo de los votos favorables —unidos a los restantes— sea tan propicio que lleve a superar el cien por cien de los emitidos; el apoyo entusiasta de algunos personajes en España y la equidistancia de nuestro Ejecutivo nos advierten sobre los riesgos de involución autocrática evidente que sobrevuelen nuestra Nación y que debemos conjurar para no "regresar al futuro" de aquel país hemano.

En efecto, desde el pasado domingo contemplamos, atónitos, las manifestaciones entusiastas para con la tiranía caribeña de una vicepresidenta jurisconsulta demagoga, de un billetero complutense y de un observador sospechosamente cegato que nos parecen estrafalarias.

Si centramos nuestra atención sobre este último espectador ojiplático, vemos que la prensa libre de estos últimos días relata sus andanzas comenzando por este mismo diario digital que, por voz de Javier Somalo, nos anunciaba su futura actuación el pasado 26 de julio en su columna El gorilita Zapatero y las maletas de votos. A esta valoración se sumó el día 30 julio la de El Confidencial que, por boca de Alberto Pérez Giménez nos ofrecía algunas claves de su conducta en su artículo Zapatero en Venezuela: 'lobista' de Maduro y puente de Sánchez para Latinoamérica y China. Y el proceso acaba con la noticia de que Zapatero no se suma a la petición del Grupo de Puebla para que se publiquen las actas de las elecciones venezolanas, que nos ofrecía Daniel Lozano en El Mundo.

Pero, dejando aparte estas anécdotas, nos parece que la categoría la encontramos en la equidistancia con la tiranía de nuestro Ejecutivo, porque es un síntoma que concurre estos días junto a otros y que nos debe advertir y alarmar sobre los riesgos de involución autocrática evidente que sobrevuelan nuestra Nación.

En el anterior sentido, debemos comenzar por practicar la virtud de la prudencia introspectiva para constatar que, en España, hay dos regiones —que son el País Vasco y Cataluña— en las que, desde hace años, no se puede votar con todas las garantías democráticas porque el censo está falseado por exiliados forzosos por razones lingüísticas o de supervivencia física y porque quienes permanecen en los territorios llevan sufriendo —casi siempre en forzoso silencio e indefensión— de intimidaciones varias: unas sutiles, por acosos culturales, y otras brutales, por agresiones físicas que incluso sin llegar en estos últimos años a la muerte, condicionan la libre voluntad de los votantes. Y, como suele ocurrir, la vida te da sorpresas al comprobar que el mismo individuo que blanquea la tiranía chavista, nuestro malhadado expresidente Zapatero, tuvo un protagonismo destacado en la génesis del "apartheid" descrito por su falso plan de paz en el País Vasco y su rendición preventiva al Estatuto ilegal en Cataluña.

A la constatación evidente anterior, debemos añadir que, durante estos días, asistimos impotentes a un latrocinio de nuestro patrimonio cuando vemos que se mercadea con la soberanía lingüística y fiscal de la Nación propiciando un nuevo exilio de nuestra lengua común y un nuevo expolio de las otras regiones asaltando la caja común de nuestros impuestos.

No queremos poner punto final a esta opinión sin levantar acta de otros síntomas de los riesgos de involución autocrática evidente que sobrevuelan nuestra Nación, como son que el autócrata enamorado pretende intimidar con una querella por prevaricación contra el Juez que instruye la causa contra su catedrática esposa, al igual que se ha pretendido intimidar a la prensa libre con el sitio policial desproporcionado e injustificado de los Juzgados de la Plaza de Castilla. Síntomas todos ellos que nos evocan resonancias de duopolios conyugales imperiales, clanes familiares corruptos, sectas partidistas impunes o tribunales de blanqueamiento que en la Historia han antecedido a las dictaduras caribeñas, eslavas u orientales en las que esperamos que no ingrese nuestra nación europea.

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