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Ucrania: dos estrategias para ganar una guerra

No parece que estemos en un momento crucial, o no lo es tanto como otros que hemos conocido, pero sí parece que nos asomamos a hechos muy relevantes.

No parece que estemos en un momento crucial, o no lo es tanto como otros que hemos conocido, pero sí parece que nos asomamos a hechos muy relevantes.
Vladimir Putin. | EFE/EPA/GAVRIIL GRIGOROV/SPUTNIK/KREMLIN POOL MANDATORY CREDIT

Esta semana, el presidente Zelensky, después de remodelar su gobierno en una maniobra que tiene por objetivo luchar contra el desánimo que comenzaba a cundir entre algunos miembros ante la imposibilidad de detener a los rusos y ante las carencias de su población, ha asistido a la reunión de Ramstein (principal base norteamericana en Europa) donde ha tenido ocasión de explicar a los principales líderes militares europeos el curso de la guerra.

La incursión en Kursk, como ha explicado el propio Jefe del Estado Mayor ucraniano, tenía como objetivo distraer tropas rusas para aliviar el frente del Donbás, donde Rusia ha cambiado la forma de operar con mayor contundencia y movimientos de tropas más pequeños, lo que ha producido algunos éxitos momentáneos. Algo que se puede interpretar como una llamada de atención ante la posibilidad de una fractura relevante.

Putin ha decidido, por primera vez con acierto, no distraerse en Kursk, total para un dictador que desprecia a su pueblo, esta ocupación temporal es un coste asumible comparado con el hecho de romper por primera vez una línea del frente del este. No parece que estemos en un momento crucial, o no lo es tanto como otros que hemos conocido, pero sí parece que nos asomamos a hechos muy relevantes.

Rusia, como señaló Putin ayer, tiene un objetivo nuevo en esta guerra, ganar territorio ucraniano y conseguir el alto el fuego. Una ganancia territorial asentada que pueda venderse a su pueblo como una victoria, será suficiente para este tramo de la Tercera Guerra Mundial en la que ya estamos inmersos. Con esta pírrica victoria, podría esperar a ver el resultado en Estados Unidos y tomar decisiones más o menos arriesgadas.

La estrategia de Rusia también está funcionando en cuanto a los ataques, confundiendo a las defensas ucranianas que no saben si se enfrentan a una oleada de drones o de misiles hasta el último momento. Putin ha decidido intensificar la destrucción de las ciudades ucranianas que vivían en una relativa calma para transmitir la situación de que se están precipitando los acontecimientos. Aunque no sea así del todo, ha convencido a Zelensky y a su gobierno de que las cosas se han puesto feas.

La estrategia de Zelensky es también cada vez más evidente. La única manera que tiene de ganar esta guerra es la caída de Putin, y eso solo puede pasar por una crisis interna, así que debe dedicar todos sus esfuerzos a destruir la moral rusa, demostrar que la mal llamada operación especial es una guerra entre Rusia y la pequeña Ucrania y dañar lo más posible activos rusos al interior, cuanto más lejos mucho mejor.

Esta es la razón por la que ha insistido en que Estados Unidos le autorice usar los misiles de largo alcance que podrían producir ese efecto desestabilizador, aunque no tenga grandes resultados operativos. Y por esa misma razón Rusia ha puesto una nueva línea roja a esta autorización, asumiendo que se trataría de una agresión occidental contra el territorio ruso.

¿Debemos creer a Putin y a sus líneas rojas? No creo que Putin busque un salto cualitativo que llevara el problema a una escala inmensamente peor, ya que eso también sería una causa de desestabilización interna, así que el líder ruso continuará sin separarse de su estrategia de continua apretando en el Donbás, ganando territorio y asentando posiciones hasta que sea capaz de demostrar a Occidente de que una reversión de la ocupación no es posible militarmente; en ese momento, quizás estaríamos ante una tregua de esta guerra que no tardaría en continuar.

Rusia está intensificando su ofensiva porque sabe que debe llegar al invierno con posiciones ganadas y más sólidas que la asomen a la gran llanura ucraniana que la separa de los grandes ríos, un lugar perfecto para dominar y atemorizar Ucrania sin necesidad de avanzar mucho más. Ahí se pone Putin su objetivo.

Occidente debe decidir si aprieta más el empuje, forzando a Rusia a continuar con un esfuerzo bélico que está arruinando al país y terminando con sus existencias de armamento o comenzar a enfriar el conflicto o definitivamente buscar una profunda acción directa ucraniana al interior de Rusia y ver si algo relevante sucede. Muy arriesgada me parecería esta última decisión.

La opción que le queda a Ucrania es impedir la ofensiva y dejar a los rusos en una situación similar a la de 2014, y tenerlos controlados, lo que para Rusia sería una situacióndifícil de mantener, y mientras bombardear Moscú o cualquier otra capital demostrando que Rusia está al alcance de sus misiles, lo que podría suponer una involución, difícil pero posible. No tiene ni tendrá recursos para mucho más.

En cualquier caso, si analizamos el titánico esfuerzo que están realizando los dos países para una guerra de escasa ganancia, llego a la conclusión de que lo que está en juego es mucho más. Si Rusia no consigue una victoria clara y con resultados estratégicos, habrá quedado muy debilitada y esto producirá una catarsis interna, así que solo le queda seguir en guerra. Occidente no puede permitir ni la caída ni la derrota de Ucrania, porque todos somos conscientes de las implicaciones estratégicas que tendría, así que la ayuda no cejará de momento hasta el 20 de enero de 2025.

La combinación de una victoria militar rusa en Europa, con tropas rusas estacionadas en las fronteras de varios países de la OTAN, con una quinta columna que se pasea por las instituciones y medios europeos, con cientos de misiles nucleares apuntando a las ciudades europeas y con el fortalecimiento de su alianza del terror con terceros países, consecuencia de esta victoria, supondría un punto aparte de consecuencias que mejor no nos pongamos a detallar.

Europa tiene otra asignatura pendiente y ya es independiente de qué ocurra en la Casa Blanca. O somos superiores a Rusia militarmente solos, y eso incluye la capacidad de disuasión nuclear, o algún día esto que llamamos Europa será muy diferente de la que hoy disfrutamos.

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