Una de mis primeras aproximaciones a la filosofía fue un poema de Borges. No recuerdo exactamente si fue el dedicado a Descartes o a Spinoza. En cualquier caso, fue uno de los iniciadores del racionalismo y el idealismo contemporáneo, el paradigma de que el mundo es una creación del espíritu. En el poema de Descartes están recogidos algunos temas fundamentales en el resto de la obra poética, ensayística y cuentista de Borges: el tiempo, el sueño, la fe. El primer y el último verso son fundamentales para comprender el resto de la obra del literato argentino: "Soy el único hombre en la tierra y acaso no haya tierra ni hombre (…) Seguiré soñando a Descartes y la fe de sus padres".
En el poema dedicado a Spinoza aparecen otros dos de sus temas recurrentes: el infinito y el laberinto. La metáfora más decisiva de Borges, el aleph, no es sino una combinación de tiempo, sueño, fe, infinito y laberinto. Borges dedicó a Spinoza lo que podría ser perfectamente un autorretrato: "el hombre quieto/que está soñando un claro laberinto".