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Enrique Navarro

Israel, 'no matter how'

Sin duda, el ataque a los beepers y radios de Hezbolá ha sido la acción más determinante y efectiva de la historia reciente.

Sin duda, el ataque a los beepers y radios de Hezbolá ha sido la acción más determinante y efectiva de la historia reciente.
Bombardeos israelíes en el sur del Líbano. | Cordon Press / CHINE NOUVELLE/SIPA/2402080851

Una vez, hace ya algunos años, preguntaba a alguien dos dudas que me asaltaban en relación a las operaciones de Israel contra sus enemigos. ¿Cómo recibía el Mossad instrucciones políticas? y ¿qué grado de atención le prestaban los primeros ministros a los operativos? Según me explicaba, el director del Mossad está entre los primeros en ser recibidos por el primer ministro y desde 1947 recibe la misma lacónica orden: "defender el estado de Israel, no matter how". Por regla general nadie del gobierno quería saber nada más, por seguridad y por mantener una distancia moral con los acciones, como una especie de seguro político. A la segunda cuestión, contestó que en la historia apenas dos primeros ministros gustaban de saber más sobre las operaciones y su desarrollo, Isaac Rabin y Levi Eshkol.

La historia del estado de Israel está llena de historias de una osadía y complejidad únicas que han contribuido a crear un sentimiento mezcla de admiración y miedo, pero que han mejorado de forma crítica la seguridad colectiva de Occidente. Desde el robo de aviones de Dasault en Francia que estaban bloqueados por el gobierno de De Gaulle a la firma de un contrato secreto entre Marcel Dassault —uno de los artífices de la existencia del Estado de Israel, claro que también armó a sus enemigos— para fabricar aviones Mirage que nadie sabe cómo y con qué apoyo fueron ensamblados allí, dando lugar al nacimiento de Israel Aircraft Industries. El secuestro de Eichman, la Operación Entebbe, la venganza contra los atentados de Múnich, llevado al cine por Spielberg, la contaminación con el virus stunex de las centrifugadoras que preparaban el combustible nuclear en Irán, la muerte del líder de Hamás y responsable de los ataques suicidas, Yahya Ayash en enero de 1996 haciendo explotar su teléfono, el asesinato con una ametralladora automática manejada a 1.600 kilómetros de su objetivo de Mohsen Fajrizadé, el director del programa nuclear iraní, y la muerte de Ismail Haniya con una bomba en su casa en Irán recientemente, que llevaba meses esperando que por las cámaras de seguridad de la vivienda apareciera la cara del siniestro ocupante.

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