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20-O-2024: la penúltima manifestación antisanchista

Aún quedará una última[iii], pero será más eficaz y decisiva si ésta del próximo 20-O en la Plaza de Castilla supera la emoción del momento y sienta las bases de ese pacto necesario.

Aún quedará una última[iii], pero será más eficaz y decisiva si ésta del próximo 20-O en la Plaza de Castilla supera la emoción del momento y sienta las bases de ese pacto necesario.
Manifestación en contra del Gobierno de Pedro Sánchez. | EFE

No sé cuántas van ya. Desde la más famosa e importante de todas, la del 10 de febrero de 2019, la que dio como fruto, envenenado, la "foto de Colón", hasta la que se va a celebrar este próximo domingo 20 de octubre en Madrid, convocada por 100 asociaciones civiles constitucionalistas –desde la Fundación Neos, con Jaime Mayor Oreja y María San Gil a la cabeza, a la Fundación Foro Libertad y Alternativa, con Daniel Portero, Paco Vázquez, Álvaro Delgado-Gal, Inma Castilla de Cortázar, Alejo Vidal-Cuadras, Iñaki Arteta o Marcelo Gullo—, ya van bastantes, algunas muy numerosas. Ahora, se han sumado, por fin juntos se ha dicho y se espera, PP y Vox.

En este caso —en muchos anteriores lo fue Unión 78 de Rosa Díez, Fernando Savater y María San Gil—, la convocante es la Plataforma por la España Constitucional, que se fundó el pasado 29 de mayo con la presencia desde sus comienzos de las ya citadas, Fundación Sociedad Civil y la Iniciativa 2028 y otras muchas, que invita a los españoles este próximo domingo 20 de octubre a acudir a la Plaza de Castilla de Madrid para manifestar su hartazgo y su oposición a la actividad fangosa del gobierno sanchista, monstruoso y extranatura.

Hace muy pocos días que Felipe González y Alfonso Guerra[i] denunciaban públicamente la tergiversación que, del socialismo constitucionalista del que dicen ser defensores, se está haciendo gracias a los peajes infames de Sánchez por sus alianzas con separatistas, con terroristas o no en sus filas pero todos xenófobos y antiespañoles, y con los restos de los comunistas, bolivarianos o no, de Sumar, IU y Podemos. Esto es, el nuevo PSOE sanchista no respeta su historia reciente, sus propios actos y sus acuerdos. Una razón más.

He dicho penúltima porque, tras la imputación del Fiscal General del Estado, el sanchista Álvaro García Ortiz, por el presunto delito de revelación de secretos; tras los incontables indicios y hechos contenidos en los dos informes elevados por la UCO al juez Ismael Moreno; la imputación del ex ministro sanchista y ex secretario de Organización del PSOE bajo la dirección de Pedro Sánchez, José Luis Ábalos, y la prisión preventiva de Víctor de Aldama, perejil de todas las salsas (la de Delcy, la de su Begoña imputada, la de su hermano imputado, la de Air Europa, etc.), las consecuencias serán tales que esta manifestación del próximo domingo será insuficiente, aunque puede ser el pórtico de la manifestación magna[ii] que se adivina en el horizonte.

Ya hemos indicado que en febrero de 2019 la plaza de Colón de Madrid fue el escenario donde tuvo lugar una primera concentración cívica tras la perpetración del golpe de estado separatista en Cataluña en 2017. En aquel caso, con Pablo Casado recién llegado a la presidencia del PP, Vox sin representación parlamentaria y el partido emergente Ciudadanos, las decenas de miles de personas que se reunieron denunciaron las "cesiones" a los independentistas y exigieron elecciones anticipadas.

Fue un amargo éxito porque aquella foto conjunta de Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal fue ferozmente atacada por una izquierda que había decidido dividir al centro derecha en derecha sin más y ultraderecha, mensaje que hizo flaquear al PP, muy especialmente, debido a sus malos resultados electorales, y quebró al bloque constitucional sin que se haya recuperado hasta el momento.

Meses después, el 13 de junio de 2019, tuvo lugar, convocada por Unión 78, una plataforma cívica impulsada por Rosa Díez, Fernando Savater y María San Gil entre otros, otra manifestación muy concurrida que deseaba expresar su descontento por los primeros pasos del gobierno socialpodemita que había comenzado su andadura proponiendo indultos a los golpistas del proceso separatista catalán.

En ese mismo año de 2019, tuvieron lugar dos elecciones generales, una en abril y otra en noviembre. En las primeras, el PP se desplomó desde los 137 escaños hasta los 66 , el peor resultado de su historia reciente, mientras que Vox se estrenaba con 24 diputados y Ciudadanos subía a 57 escaños desde los 32 de 2016. El PSOE logró desestabilizar a los constitucionalistas y gobernar con Podemos.

Pero en las elecciones generales de noviembre de ese mismo año, el PSOE y Podemos retrocedían mientras que el constitucionalismo político defendido en exclusiva por PP, Ciudadanos y Vox sufría una nueva convulsión. El partido de Albert Rivera se hundía de forma estrepitosa mientras Vox más que doblaba su presencia parlamentaria con 52. El PP se recuperaba un poco pasando de los 66 escaños a los 89.

Lamentablemente, la desunión del centro derecha fue la tónica dominante gracias al triunfo del relato sobre el peligro de la extrema derecha (atribuida a Vox). El cainita enfrentamiento de Casado contra Abascal en el Congreso y el posterior atentado político de la dirección de Génova 13 contra la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, martillo pilón del sanchismo sin complejo alguno, mantuvo la desunión.

Fue tan agria la disputa por la hegemonía entre ambas formaciones, una vez descuajeringado Ciudadanos, que la manifestación de enero de 2021 convocada en la plaza de Cibeles por las asociaciones cívicas constitucionalistas Foro Libertad y Alternativa, Unión 78, España Cívica y Convivencia cívica catalana, entre otras, no contó con la presencia de los líderes más destacados del PP, aunque sí con la de un Santiago Abascal desvigorizado por la forzosa despolitización del acto dada las ausencias.

Aquella manifestación resultó decepcionante para muchos por su organización deficiente y por la división ininteligible en un momento de emergencia nacional. Se estaba fraguando la ocupación de las instituciones por parte del gobierno monstruoso de Sánchez, sus cesiones a los separatismos con la reforma del Código Penal, sus graves errores con la Ley del Sí es Sí y otras infamias. Tantas eran que hasta algunos filosocialistas y periodistas, no siempre comprometidos en estas muestras críticas, se sumaron a la protesta pública.

Fue un gran desencanto. Escribía yo al día siguiente: "Si se impone el hartazgo entrevisto en Cibeles, Pedro Sánchez tendrá una nueva oportunidad. Por ello, hay que recomendar el voto en defensa propia por cualquiera de los partidos que pueden acabar juntos con este proceso, aunque no lo merezcan."

Siguieron muchas manifestaciones, ya de partido, sin unidad alguna, y fueron precisamente esa falta de claridad y la divergencia política las que permitieron a Pedro Sánchez agotar, casi, la legislatura y convocar nuevas elecciones en plena canícula del verano de 2023. De ellas se derivó una dependencia aún mayor de sus socios separatistas y comunistas con grandes escándalos de humillación nacional y de corrupción sobrevenidos tras el estallido del caso Ábalos, con el tiempo y la instrucción judicial, más bien caso Moncloa o caso Sánchez.

En la derecha española, liquidado Ciudadanos, el PP subía hasta los 137 escaños (+48) mientras Vox daba muestras de una crisis incipiente (perdió 19 escaños), tanto electoral como interna. A pesar de algunas alianzas autonómicas, una campaña electoral desastrosa por parte de ambos partidos impidió que alcanzaran la mayoría necesaria para impedir el nuevo gobierno "Frankenstein", más agresivo aún que los antecedentes.

Sólo se recuperó un poco la esperanza hace bien poco con la unidad lograda ante el caso Venezuela donde PP, Vox y otros unieron sus fuerzas logrando que el Congreso y el Senado reconocieran la victoria del ganador de las elecciones venezolanas, Edmundo González Urrutia y la vencedora moral, María Corina Machado. La unidad fue tan eficaz que llegó al Parlamento Europeo donde ya quedó claro del todo el carácter golpista y dictatorial del gobierno de Nicolas Maduro.

La importancia de la manifestación de este domingo 20-0

Puede ser decisiva como penúltimo entrenamiento antes de la manifestación decisiva, la que lleve a la dimisión de Pedro Sánchez y/o a la convocatoria de elecciones anticipadas. ¿Qué por qué habrá otra y monumental? Porque no se sabe todo lo que está por salir a la luz judicial y porque, a pesar de los escándalos de corrupción y la descomposición de las instituciones, el sanchismo ha dado la orden de no dimitir, de no abandonar el poder aunque arda Troya.

Es más, ha defendido a un Fiscal General imputado por la decisión unánime de la Sala del Tribunal Supremo, al que todo un ministro de Justicia, Félix Bolaños, le presume una inocencia que no le concedió al bronco Ábalos que, recuerden no estaba imputado cuando fue apartado de todo sin miramientos por decisión de Pedro Sánchez.

En este momento, puede ser muy relevante que una convocatoria como la de la Plataforma por la España Constitucional unifique y coordine el sentimiento y la razón de la parte de la Nación que no quiere ser destruida por poderes disgregadores y desigualadores, a los que se ha unido el PSOE ya de forma indiscutible. "España se enfrenta a una situación insólita: cada vez resulta más evidente que el Partido Socialista ha abandonado la defensa del sistema político e institucional nacido de la Transición", dijeron ya en su acto fundacional.

La deserción socialista del proyecto constitucional de la Transición supone el regreso a una política de frentes conformando un anómalo nuevo Frente Popular, de terrible recuerdo, compuesto por neocomunistas, bolivarianos o menos, nacionalista de derechas y de izquierdas, herederos del terrorismo etarra y un Partido Sanchista, más que socialista, que está dispuesto a todo con tal de seguir en el gobierno.

Forzados por esta realidad política y social, y ante la incapacidad para el encuentro de PP, Vox y muchos pecios de otros partidos como UPyD, Ciudadanos e incluso grupos socialdemócratas con origen en el PSOE y ante la descoordinación general de youtuberos, blogueros, weberos y demás actores de las redes sociales, la Plataforma por la España Constitucional se erige de forma voluntariosa como cabeza visible de un frente constitucional que no quiere permanecer "impasible" ante los desmanes antidemocráticos del Gobierno de Sánchez y piden elecciones ya.

No es suficiente, porque ya en febrero de 2019 se pidieron elecciones y las fuerzas constitucionalistas no sumaron. Lo mismo ocurrió en julio de 2023. Tampoco sumaron. Si no hay forma de conciliar los esfuerzos mediante un gran acuerdo constitucional de mínimos entre todos los actores de este frente nacional, es posible que, a pesar de todo, Sánchez vuelva a sumar una mayoría pervertida con los enemigos de la Constitución o, Dios no lo quiera, que se haga un Maduro y el voto ciudadano y el veredicto de las urnas le importen un pimiento. Total, ¿para qué los poderes legislativo y judicial? Pues eso.

De ahí deriva la importancia de esta penúltima manifestación cívica: aportar unos mínimos para un acuerdo nacional de calado. Como dice el comunicado de la Plataforma, "son demasiadas actuaciones, demasiado graves y demasiado evidentes como para permanecer impasibles o considerarlas hechos aislados y no parte de algo mucho más grave que la mera suma de todas ellas».

Glosamos las pautas marcadas por la Plataforma, aportando los hilos de un resumen de lo que hay que combatir y, en su caso, revertir:

  1. Aceptación de una España rota para que sea roja mediante indultos, cupo catalán, amnistía, leyes ad hoc de seguridad ciudadana y excarcelación de etarras. Imposición de una "leyenda roja" en la memoria colectiva que borra lo que no conviene recordar de la historia real. Uso del presupuesto nacional para favorecer a los afines y desigualar los territorios.
  2. Extinción de la autonomía de los poderes legislativo y judicial: se puede gobernar, dice Sánchez, sin poder legislativo y se debe controlar todo el poder judicial. ¿Qué queda de una democracia?
  3. Ocupación de las instituciones: Desde el Tribunal Constitucional (absolución diferida de los condenados por los ERE inclusa) hasta el CIS, creciente penetración en el poder judicial, véase la Fiscalía, Consejo de Estado, RTVE, Correos, Banco de España y neutralización de organismos de control como el Consejo de Transparencia y otros.
  4. Corrupción. Imputación de familiares del presidente (esposa y hermano); imputación del ex ministro, ex secretario de Organización y amigo íntimo de Pedro Sánchez, escandalosos datos aportados por informes de la UCO-Guardia Civil sobre el encarcelado Aldama y la trama Koldo.
  5. Acoso a la prensa libre, a la que se califica como "máquina del fango" mientras se enfanga continuamente la vida nacional con mentiras, bulos gubernamentales y un plan de "degeneración" democrática que pretende someter a los informadores libres.
  6. Vergonzosa sintonía con regímenes dictatoriales, que además de deformar nuestra historia y humillar nuestras instituciones desde la "leyenda negra", que no condena ni combate el gobierno de España, persiguen a la oposición, falsifican elecciones y asesinan a los disidentes con la "mediación" de ex altos mandatarios socialistas y el aplauso comunista.

El ex ministro de un gobierno socialista, César Antonio Molina, acaba de decir que "nuestro país ya difícilmente es un Estado de derecho. Hay asesinos de primera y segunda, e igualmente ladrones y ciudadanos también de primera y de segunda, dependiendo del territorio" (o del tribunal, añado).

Dos ex altos mandatarios del PP, Jaime Mayor Oreja y María San Gil, han propuesto, lamentablemente sin éxito, la elaboración de un proyecto político y cultural para regenerar la democracia española del que formarían parte, no sólo los partidos PP y Vox y los restos de otros ya desaparecidos, sino organizaciones cívicas y personas que coinciden en la defensa de una España democrática unida por su Constitución y valores culturales y morales comunes y frente a la España rota y roja, no democrática, anunciada por el ex etarra Otegui, a la que nos aboca Pedro Sánchez.

Esta del próximo domingo es la penúltima manifestación en esa dirección, pero no servirá de mucho si antes de las próximas elecciones exigidas —si es que se celebran y mucho más urgentemente si no se celebran—, no se sientan las bases fundamentales de un proyecto que nos una en una gran alianza política, cultural y moral que se disponga a detener el daño causado al gran empeño convivencial inspirado por la Transición, corrigiendo sus errores y enderezando el rumbo democrático que estamos a punto de perder.

Aún quedará una última[iii], pero será más eficaz y decisiva si ésta del próximo 20-O en la Plaza de Castilla supera la emoción del momento y sienta las bases de ese pacto necesario. Cada día que pasa sin su existencia se hace más difícil la recuperación del terreno y el tiempo perdidos.


[i] Callaron, es natural, sobre cómo muchos antecedentes de este PSOE ocupado por Sánchez se dieron en sus etapas de gobierno, cuando el que se movía no salía en la foto ni en el partido ni en España.

[ii] Pronto se celebrará en muchos lugares la procesión magna de la Semana Santa que agrupa a todas las hermandades en un desfile único y majestuoso.

[iii] Digo que es la última porque el cansancio por la ineficacia y falta de altura política y moral de la oposición nos condenará a muchos años de autocracia disfrazada de democracia.

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