La ambigüedad calculada del izquierdismo totalitario ha sido derrotada. Ha ganado la claridad de una idea: EE.UU. es un país de ciudadanos libres e iguales ante la ley. La idea de ciudadanía, lejos de obscurecerse con monsergas identitarias, ha vuelto a emerger como si fuera la primera vez que se presentaba a las elecciones presidenciales. Y ha ayudado, decir lo contrario sería mentir, la rememoración de algunos éxitos históricos del pasado. Sí, durante su anterior mandato en la presidencia de EE.UU, no hubo apenas guerras significativas en el mundo. Quizá ese hecho se convirtió en un motivo importante para que muchas personas votarán por Trump antes que por Harris. Otros muchos confían en que Trump acabe con la guerra de invasión de Rusia contra Ucrania; conseguirá, según sus seguidores, de modo rápido y eficaz una paz duradera. He ahí otro deseo compartido por millones de votantes de Trump que le han llevado a la Casa Blanca. Y, obviamente, millones de personas han entregado su voto a Trump por que ayudará sin reservas a Israel; más aún, se pondrán al frente de quienes luchan en el mundo contra el antisemitismo. Y nadie duda de que Trump negociará con los chinos, como antes negoció incluso con los de Corea del Norte, para evitar más conflictos bélicos en el mundo. Negociar, sí, negociar y negociar es hacer alta política. Es El arte de la negociación (sic).
Agapito Maestre
¡Ganó Trump, sabemos qué pasará!
La ambigüedad calculada del izquierdismo totalitario ha sido derrotada.
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