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Pedro de Tena

Trump y la hipocresía política

¿Qué quiere hacer Donald J. Trump en realidad? No lo sabremos por sus palabras, ni por su programa explícito. Lo sabremos por los hechos.

¿Qué quiere hacer Donald J. Trump en realidad? No lo sabremos por sus palabras, ni por su programa explícito. Lo sabremos por los hechos.
Donald Trump le señala su asiento a Pedro Sánchez. | Atlas

Cuando me enteré de lo de la ardilla cancelada (o sea, sacrificada) en Nueva York por consentimiento de su alcalde demócrata, Eric Adams, de color negro, excapitán de policía y acusado recientemente de corrupción, tuve un presentimiento. La defensa de las mascotas que ha hecho Donald J. Trump, aunque haya sido colateral, ha sido decisiva.

Haber aludido a motivos burocráticos para ejecutar al animalito, Peanut, estrella por cierto de Instagram, impregnó el aire demócrata de Estados Unidos de un aroma a crimen en pleno acto final de las elecciones. Quién sabe cuánto influyó en ellas, si lo hizo, sobre todo por la demostración de la gran hipocresía que reina, y ha reinado siempre, en la política.

Si, como dijo Ortega, "el orangután es el hombre sincero", esto es, el primitivo o paradisíaco, que no ha aprendido a mentir, y la hipocresía es un bien que disminuye la violencia social y permite la convivencia (Óscar Wilde), ¿cómo pedir verdad, honestidad y decencia a los más peligrosos de los hombres, los políticos? Los peores de todos ellos son los que, ejerciendo la mentira y la hipocresía, acusan a otros de hacerlo. Es el caso abierto contra Trump-Vance. Los hipócritas son ellos, no los que les acusan.

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