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Agapito Maestre

Otra mirada a la corrupción

La propia noción de partido político, recogida en la Constitución, vicia el entero orden, o mejor dicho, desorden político impuesto a la sociedad española.

La propia noción de partido político, recogida en la Constitución, vicia el entero orden, o mejor dicho, desorden político impuesto a la sociedad española.
El empresario Víctor de Aldama, sale en libertad de la cárcel de Soto del Real. | EFE/Sergio Pérez

La corrupción en España es inherente al propio sistema de partidos políticos. La propia noción de partido político, recogida en la Constitución, vicia el entero orden, o mejor dicho, desorden político impuesto a la sociedad española por una casta política que hace mangas y capirotes de la Constitución, cuando no es el propio texto constitucional el que propicia la corrupción, pues que no está claro que los partidos políticos recojan, como dice el artículo 6 de la Constitución, el sentimiento y la razón políticas de los ciudadanos que se abstienen o votan en blanco en todos los procesos electorales. Por lo tanto, el fenómeno, sin duda alguna, político de nuestra época que es la abstención política no ha sido contemplado por el citado artículo tan cacareado por la casta política: "Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley".

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