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Pedro de Tena

Pete Hegseth: una reforma radical de la Defensa en Estados Unidos

El propósito de quien puede ser nuevo Secretario de Defensa de los Estados Unidos es restablecer el mérito y el rendimiento como elemento esencial del Ejército.

El propósito de quien puede ser nuevo Secretario de Defensa de los Estados Unidos es restablecer el mérito y el rendimiento como elemento esencial del Ejército.
Pete Hegseth. | Archivo

Como todos los componentes del equipo directivo propuesto para el segundo mandato de Donald J. Trump, la figura de Pete Brian Hegseth, próximo secretario de Defensa si nada lo impide, es altamente discutida por las élites demócratas y sus redes de influencia en toda América y en Europa. De hecho, se está intentando, incluso desde filas republicanas indecisas, que sea finalmente desestimado para el cargo.

The New York Times dijo de él que era un maltratador de mujeres según su propia madre y la CNN advirtió que llevaba a sus hijos a disparar, que publicaba fotos con lemas anti Biden y reivindicaba sin tapujos su fe cristiana. The Guardian escribió que es alguien que tiene "una ideología nacionalista cristiana" o, mejor, "alguien inmerso en una cultura de cristianismo de derecha, extremismo político e ideación violenta".

En España, El País ha escrito de él: "Pete Hegseth, el presentador de Fox sospechoso de abuso sexual que pretende acabar con la diversidad en el ejército de Estados Unidos. El periodista de televisión, elegido por Trump para dirigir el Pentágono, carece de experiencia en gestión militar, rechaza que las mujeres combatan y amenaza con cesar a altos mandos". Otros medios españoles lo han calificado de militar de escasa experiencia en combates reales y desconocedor de la realidad del Pentágono[i] e incluso de "borracho" y mal gestor (El Periódico).

Se dice mucho menos que estudió en las Universidades de Princeton y Harvard, que tiene 44 años y siete hijos de tres mujeres diferentes. Tampoco se dice que ha escrito cuatro libros, uno de ellos best-seller reconocido por The New York Times[ii]. A principios de este año escribió La guerra contra los guerreros: detrás de la traición de los hombres que nos mantienen libres, otro best-seller no publicado en España, que es el libro en el que nos vamos a centrar en estas líneas.

Fiel a nuestro propósito, antes que juzgar y valorar su personalidad política o su adecuación para el cargo propuesto, lo que pretendemos es entender lo que piensa. El artificio ideológico acrítico prescinde de la fase necesaria de información sin adjetivos ni prejuicios sobre lo que dice alguien sobre las cosas, antes de bosquejar un juicio sumarísimo acerca de las intenciones que laten tras sus propuestas y declaraciones. No es nuestro caso.

En un momento crítico para la ¿idea? tanto estadounidense como europea de defensa, en vísperas de la nueva presidencia de Donald J. Trump, que anuncia un cambio drástico en la concepción de la defensa en EE.UU y, por cierto, en plena celebración de Foro Liberdefensa, impulsado desde nuestra propia empresa periodística, las ideas de quien puede llegar a ser el nuevo Secretario de Defensa de Estados Unidos tienen que ser dignas de la máxima consideración.

El Ejército USA está en una situación crítica

Se apoya Hegseth en los informes anuales de la Fundación Heritage de 2023 y 2024 para afirmar que la fortaleza militar estadounidense ha sido debilitada: "El ejército de los Estados Unidos fue diseñado para actuar como el sistema inmunológico de la soberanía de América. El reflejo inmediato para repeler el daño. El centinela incansable ante la amenaza. La promesa de consecuencias contra los enemigos de la libertad. Siempre ha sido, siempre debería ser así".

Sin embargo, la mayor fuerza de combate "por el bien" que este mundo haya visto nunca, se ha debilitado . En su informe de este año, la Fundación conservadora dice que "en la situación actual, el ejército de EE. UU. está en un riesgo significativo de no poder defender los intereses nacionales vitales de América." Esto es, carece de la fuerza necesaria para defender la Nación. Su mayor ejemplo es el "fiasco" de la retirada de Afganistán en 2021, al comienzo del mandato de Joe Biden, consintiendo la vuelta al poder de la crueldad y opresión de los talibanes.

Pero no culpa de esta debilidad singularmente a los políticos, aunque menciona la labor disipadora de Barack Obama bajo cuya inspiración el radicalismo de izquierdas ha ocupado "casi todas las instituciones americanas: universidades, corporaciones, medios, Hollywood, redes sociales, escuelas públicas K–12[iii], la burocracia federal, e incluso la mayoría de las principales Iglesias.

La verdadera culpa es del propio ejército. La pregunta de este libro no es: "¿Cómo se volvió el ejército 'woke'?" La verdadera pregunta es: "¿Cómo permitió el ejército volverse 'woke'?". Obama dijo querer transformar esencialmente a América. Pero, ¿puede hacerse tal cosa si no es porque desprecias a esa América que quieres transformar? "No puedes transformar fundamentalmente algo o alguien que amas", culmina. Su conclusión es que el Partido Demócrata actual odia a América, desde su Constitución a sus creencias.

Su tesis es que la izquierda demócrata norteamericana ha usado dos palancas para destruir la nación. La mente, la batalla ideológica y cultural, que trató en un libro anterior ya mencionado, y el desarme material y moral del Ejército. Por ello, ha habido traición de unos jefes militares que han abandonado la defensa de lo que es y significa Estados Unidos. Naturalmente, su llegada a la secretaría de Defensa del gobierno Trump ha suscitado más de una inquietud en la actual dirección del Pentágono.

Si a ello le unimos la contundencia extrema de las expresiones que utiliza, el desasosiego está servido. "Necesitamos más recordatorios de que América es buena, de que los jóvenes estadounidenses pueden ser valientes, y que hay un maldito buen motivo por el cual la gente huye de sus países de mierda para llegar a nuestras costas. Aquellos que buscan América saben lo que la Izquierda quiere que olvidemos: que nuestro país no es un estado colonizador sistemáticamente racista, sino un estado sistemáticamente libre y constitucional".

Por ello, recuperar la idea central de la defensa militar es absolutamente necesaria. "A diferencia de nuestros enemigos, nosotros no luchamos porque odiemos a los que se nos enfrentan. Luchamos porque amamos lo que está tras nosotros. Luchamos para que nuestros hijos puedan heredar lo que sólo se puede comprar con sangre: nuestras libertades y derechos dados por Dios, libertades y derechos constitucionales."

Incluso se arriesga a citar a uno de los grandes teóricos anglosajones de la libertad, John Stuart Mill, cuando dijo: "La guerra es una cosa horrible, pero no la más horrible de las cosas: el estado de decadencia y degradación del sentimiento moral y patriótico, es mucho peor." Frases como ésta y razonamientos de esta índole, ¿son inteligibles para quienes han sido educados en el buenismo ingenuo o en la absurda creencia de que un ejército existe para ejercer como una ONG antes que para combatir por su nación?

Deserción de la juventud, descuido del mérito y cultura woke como males militares

Uno de los principales problemas para la defensa para Estados Unidos es que los jóvenes no quieren a su Ejército ni quieren incorporarse a él. El reclutamiento de jóvenes, sobre todo, blancos heterosexuales, es un fracaso, como lo es el sistema de ascenso de los mandos militares. El camino ya no es el de antes, el mérito y la capacidad, sino la adhesión a una ideología que ha contaminado a todo su cuerpo vital.

"En los últimos años, ciertos comandantes en jefe han utilizado las promociones en las filas de oficiales generales para exorcizar los demonios raciales (en el Ejército el racismo es muy inferior al de la sociedad americana), de género y sociales percibidos del pasado. ¡Cuota primero, cuota a menudo! La triste verdad es que abandonando las promociones basadas en el mérito, sólo para el avance de la equidad social, se configura una cultura del agravio", dice.

Más duramente aún, Pete Hegseth señala que ascender al rango de general—o la jefatura de Estado Mayor o Secretaría de defensa—significaba alcanzar la cima de la profesión militar.

"Pero ya no. Comenzando en gran medida bajo la presidencia de Obama, y luego bajo la de Biden, alcanzar ese nivel significa ahora la voluntad de imponer ciegamente objetivos sociales y políticos, sin importar la Constitución. Estos hombres, y mujeres, son cobardes que se esconden bajo las estrellas. Prostitutas de los wokistas". Y machaca: "Cobardes, luego traidores".

Hay que recuperar, cree, un Ejército donde la meritocracia sea esencial, no las cuotas de género, de raza, de ideología o cualquiera otra, como intentó Obama para lograr que se rindiera a su servicio político.

"Puedes comprarle a tu hijo un lugar en Harvard o Yale. Los medios están llenos de nepotismo y mediocridad. Y el gobierno es clientelista como el infierno, de arriba a abajo. Pero un lugar en el ejército, en su mayoría, es merecido. Especialmente en unidades de élite. Los Navy-Seals[iv] no se preocupan por quién sea tu padre o por el dinero que ganas. Tampoco les importa a los Boinas Verdes ni a los Marines. El ejército, bien entendido, forja futuros líderes con fidelidad a la Constitución —desde el niño pobre de un pueblo pequeño hasta el niño rico de la ciudad—". Y así debe volver a ser.

Sólo así se detendrá el declive interno provocado por las políticas demócratas. El análisis de Hegseth sobre la decadencia internacional de EE.UU es sombrío: "Bajo el comandante en jefe, Joe Biden… perdimos Afganistán, cediendo a los talibanes nueve bases militares con un costo de cientos de miles de dólares… Rusia ha hecho lo que quiere en Europa del Este. Irán se cierne sobre Israel a través de Hamás, de la manera más brutal desde su atentado del 7 de octubre de 2023. China está a punto de dominar a sus vecinos geográficos, especialmente Taiwán. Corea del Norte se burla y acosa a voluntad. Y nuestra frontera sur está ampliamente abierta a cualquier adversario con un plan y algunos billetes de avión".

Por ello se pregunta: "¿Por qué no podemos sencillamente despedir a los generales que han fracasado?", por ejemplo, en Afganistán. No será fácil reformar todo este entramado. El Instituto Quincy para la Política Responsable, especialista en Defensa, ha informado que el 80 por ciento de los generales jubilados desde 2018 participaban en empresas contratistas del Ejército. El complejo militar-industrial ha triunfado, como ya advirtió Eisenhower, sobre los valores democráticos.

¿Se quiere cambiar esta realidad? Pues "ningún general en Estados Unidos debería ser autorizado a trabajar en la industria de defensa durante los diez años posteriores a su retiro. Eso ayudará a romper el ciclo… El honor es lo que importa, no alcanzar hitos burocráticos, lograr privilegios por raza o género, o acumular riqueza personal. Necesitamos volver a la realidad, lo que significa enfrentar verdades de sentido común".

Una de estas realidades, que expone en su capítulo 5, es que la presencia de la mujer en el Ejército no aumenta la seguridad sino que la merma. De hecho, duda de su eficacia puramente militar. Pone numerosos ejemplos bíblicos (es curioso su análisis de Gedeón) e históricos. Uno de ellos, el de Juana de Arco. Aunque afianzó el éxito del rey Carlos VII de Francia y aumentó la moral del ejército francés, "su destreza en el campo de batalla no fue la esperada. Pronto fue capturada y enviada a los ingleses, quienes la juzgaron como hereje y la quemaron en la hoguera a la edad de diecinueve años".

Un estudio del Cuerpo de Marines de 2015, comparando unidades militares masculinas con unidades mixtas que recogió The Washington Post, arrojó un resultado claro. En las mixtas, las mujeres se lesionaron el doble de veces que los hombres, fueron menos precisas con las armas y más lentas en extraer a los heridos del frente. Tampoco eran rápidas en movimientos tácticos que exigían cargar con armas pesadas como ametralladoras y morteros. Esto es, los hombres están físicamente más capacitados para la guerra, pero esa evidencia ha sido ignorada por las izquierdas para las que los hechos y la ciencia carecen de relevancia ante la ideología.

También dedica numerosas páginas al comportamiento de los movimientos Antifa[v] y Black Lives Matter y su reinvención del racismo desde el otro lado del espejo. Según sus inspiradores, los soldados negros sirven a quienes los esclavizaron en el pasado y eso es algo indeseable. Hegseth se pregunta cómo sus manifestantes, no siendo diferentes a los soldados en pasión, en valor o en fe en su causa, no están de uniforme luchando contra las injusticias y se sitúan en el bando opuesto.

Por eso, pregunta: "¿Qué cambió entre 1999 y 2020? ¿Cómo pudo América haberse deteriorado tanto que enfrenta a sus propios ciudadanos?". Tras lograrse la integración racial en el Ejército (1948) y en la sociedad (1968), en vez de seguir avanzando por ese camino se reformula una nueva segregación, esta vez a la inversa y cargada de un odio más propio del fanatismo de las teocracias islamistas que de la democracia americana. ¿Cuál es la responsabilidad política de unos gobiernos que han consentido este nuevo desgarro civil?

En conjunto, el Ejército americano no puede permitirse "celebrar diferencias o emociones" sino apostar por las semejanzas y por la disciplina. "Es una institución que forma y requiere adultos (personas normales) que pueden pensar más allá de sus necesidades individuales para el mejoramiento del grupo". Esto es, la situación de debilidad y desconcierto exige una reforma en profundidad tras el desastre de la presidencia de Biden.

El camino a seguir

Ante la inexistencia de un programa definido de reformas, cabe distinguir que el propósito de quien puede ser nuevo Secretario de Defensa de los Estados Unidos es restablecer el mérito y el rendimiento como elemento esencial del Ejército sin concesiones ideológicas. Igualmente, se trata de fomentar la preparación y la formación estrictamente militares en un marco definido de neutralidad política no partidista y la sujeción a los valores constitucionales.

Igualmente, se trata de una modernización que invierta en ciberseguridad, inteligencia artificial, tecnologías avanzadas de defensa y entrenamientos para los nuevos escenarios de conflicto, dotándose de armas de última generación con la vista puesta en enemigos potenciales como China.

Finalmente, hay que revitalizar la moral de los soldados reconociendo su aportación, mejorando las condiciones de vida de activos y veteranos y restaurando el respeto público hacia la Institución para atraer a los jóvenes y retener el talento necesario para las Fuerzas Armadas.

Sea él o sea otro el finalmente designado para el puesto, no hay duda de que estas ideas van a cimentar la base fundamental de las reformas por venir.


[i] Tiene 13 condecoraciones militares, entre ellas la medalla de la OTAN. Ha participado como un soldado más en las guerras de Irak y Afganistán, fue oficial de la Guardia Nacional y se le ha relacionado estrechamente con los veteranos.

[ii] La batalla por la mente estadounidense: cómo acabar con un siglo de mala educación. Broadside Books, Nueva York, 2022

[iii] Se refiere a las escuelas públicas de Enseñanza Primaria y Secundaria

[iv] Son fuerzas de élite de la Armada USA que tienen unos procedimientos de ingreso muy exigentes.

[v] Antifa es un apócope de la palabra alemana antifaschistisch. Alude a un movimiento de extrema izquierda que se dice antifascista y antirracista y se nutre de la ideología marxista y de formas anarquistas.

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