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Fallo multiorgánico

¿Puede confiarse en un cuerpo que no aprecia delito en que exista una trama de prostitución de menores?

¿Puede confiarse en un cuerpo que no aprecia delito en que exista una trama de prostitución de menores?
Keir Starmer. | Europa Press

No todos han sido igual de culpables, pero la culpabilidad está bastante repartida. El mismo país que hizo de la "Superliga de fútbol" materia gubernamental, cuya población tomó las calles azuzada por clubes de ética discutible para combatir la propuesta de otros clubes de ética igualmente discutible, que ostenta el dudoso honor de exportar el término hooliganismo para referirse a la protesta violenta y frívola, el mismo país —digo— que patalea por cualquier bobada ha obviado los abusos de mil cuatrocientas menores —y subiendo— para no perturbar la paz social. La omertá se justifica sola cuando dice evitar pogromos contra los abusadores.

De todas las cosas que uno pudiera imaginar, ninguna tan impensable como que Gran Bretaña aceptara convertirse en un estado parcialmente fallido. Callaron las autoridades de Rotherham, callaron laboristas y conservadores, calló la policía, callaron los fiscales —con el actual primer ministro, Keir Starmer, a la cabeza—, callaron los vecinos y calló la mayoría de medios. Por callar, incluso callaron los tabloides, tan dados siempre a traficar con escándalos y presentar cualquier ligero rasguño como una puñalada.

La hipocresía del establishment ha sido doble. Por un lado, porque los delincuentes eran mahometanos y cualquier salto al debate público era susceptible de considerarse anatematizador; por otro, porque las víctimas pertenecían a familias vulnerables. ¿Habría sucedido lo mismo de tratarse de hijas de oxbridges? Los rebeldes sin causa han permanecido de brazos cruzados, aun cuando tenían una causa justa bien cerca. Nadie ha hecho nada y todo parece indicar que siquiera el último mono asumirá responsabilidades. Un bombazo con onda expansiva abortada.

Mas no sólo es Rotherham. Iguales hechos se han producido en otros puntos del país. Sarah Wilson, víctima de la red de pederastia, ha señalado el municipio de Oldham como un segundo escenario de violaciones masivas y silencio institucionalizado. También Rochdale y Telford. La actuación de la policía en esta última plaza es aún más sangrante. Etiquetaron a las chicas como prostitutas infantiles y se desentendieron de ellas, como si niñas de once a dieciséis años pudieran elegir ese modo de vida. La pregunta es obvia: ¿puede confiarse en un cuerpo que no aprecia delito en que exista una trama de prostitución de menores?

Los más indignados exaltan hoy a Tommy Robinson, actualmente entre rejas y uno de los activistas más tenaces en denunciar los abusos. Yo no creo que sea un héroe, ni siquiera buena persona. Por más que inteligencias proclives a matar moscas a cañonazos, y a incurrir en el mismo relativismo moral que afean a la izquierda, lo consideren un mártir de la libertad de expresión, no deja de ser un delincuente condenado por amedrentar periodistas. Pero ello no excluye que las autoridades que con tanto celo se propusieron desacreditarlo en periódicos y televisiones debieron emplear otro idéntico en investigar sus denuncias. Apuntó a la luna y la respuesta fue amputarle el dedo índice.

Agitadores en redes sociales elevan el número de niñas abusadas a doscientas cincuenta mil. Como si las que sabemos fueran pocas, ahí nos dejan su contribución para que los ánimos colapsen. En esta guerra idiota de ideólogos y escupebilis, cada bando ha elegido la víctima que orlará su bandera. Los "progres" a Gisèle Pellicot, la mujer francesa violada por un pueblo entero de blancos; los "fachas", a las menores de Rotherham, Rochdale, Oldham y Telford, prostituidas en su mayoría por pakistaníes. Unos y otros dicen defender a las mujeres en abstracto, aunque no pocos pierden la oportunidad de defenderlas cuando la ocasión se les presenta en concreto. Ni siquiera ante monstruosidades como las vistas, las ideologías de Occidente hacen el amago de recuperar un consenso mínimo que posibilite la convivencia y la igualdad en la protección por la ley. Mas la guetización en Europa no ha hecho sino comenzar.

Keir Starmer deberá responder a las críticas con mayor humildad con que hasta ahora lo ha hecho. Ningún país puede resignarse a que semejante fallo multiorgánico quede impune o se olvide pronto. No ha sido un error, es un horror que alimentará durante algún tiempo la desconfianza general. Quizás sea el momento de iniciar una catarsis colectiva. Ni en caliente ni en frío: en templado, que no con tibieza. A veces, las cosas tienen que ponerse muy mal para que se pongan bien.

Yo, si fuera del Gobierno británico y quisiera acallar este tole-tole, pagaría a Florentino Pérez por que volviese a proponer la Superliga. Seguro que así el escándalo Rotherham quedaría eclipsado y hasta las mismas calles, tan pulcramente adoquinadas, encontrarían un motivo para arder.

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