
Trump cree en el libre comercio internacional. Sí, hombre, pensar lo contrario es desconocer el alma profunda de los EE. UU. y no querer entender qué está pasando en la política internacional. Trump es un defensor de la bondades del libre mercado en el orden nacional e internacional, pero no acepta que las reglas de ese comercio las imponga la China comunista. Esta es la cuestión central que hay detrás de los celebérrimos aranceles de Trump. Esta presidencia de los EE.UU. estará marcada por esta palabra. A Trump le gusta, según sus declaraciones, la palabra tasa o arancel. Las medidas arancelarias de Trump deben ser contextualizadas en un modelo de globalización puesto en crisis por China. Dos apoyos fundamentales tiene el autócrata que rige China: por un lado, millones de esclavos chinos y, por otro, la estulticia criminal de cientos de dirigentes políticos occidentales. Esclavos y políticos corruptos son estrechos colaboradores para que Xi Jinping imponga sus reales en el mundo .
Puertos, aeropuertos, ciudades, países enteros están en manos de China. Nadie en su sano juicio puede dejar de reconocer que esta República Comunista China se ha hecho con buena parte de la manija del mundo en general, y del comercio internacional en particular. Diríamos que se ha adelantado a EE.UU. O peor, el totalitarismo chino está imponiéndose a un sistema democrático con la colaboración de agentes occidentales empeñados en empobrecer al mundo entero con la no menos famosa Agenda 2030, que todos los años representan en Davos una ridícula obra de teatro, controlada por un alemán de dudosa catadura moral e intelectual.
Las bases del comercio internacional, puestas por los EE.UU. al finalizar la Segunda Guerra Mundial, han terminado, en el mejor de los casos, siendo controladas por China. En el peor de los casos, digámoslo con crudeza: China ya está imponiendo su propio modelo económico y político al mundo. La seguridad de los océanos, garantizada por la Marina de EE.UU., el dólar estadounidense y las instituciones establecidas bajo los acuerdos de Bretton Woods, eran los pilares del sistema financiero global. Es obvio que esos fundamentos militares, económicos y políticos convertían a EE.UU. en líder de la globalización, o sea de un mundo interconectado. Eso parece haber entrado en crisis con la política de Xi Jinping, especialmente con la sustitución del "crecimiento pacífico" por la "Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI: Belt and Road Initiative). El BRI chino es toda una contraofensiva geopolítica para hacerse con el liderazgo del comercio mundial. La estrategia China va más allá de liderar el comercio internacional, se trata construir un orden global alternativo al de EE.UU. No trata de eludir el poder de EE.UU. sino que pretende imponer sus propias reglas. La creación de nuevas redes digitales, de transporte y energía, los nuevos impulsos al yuan digital y la potenciación de empresas como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura constituyen, sin duda alguna, una alternativa geopolítica a EE. UU.
Todo eso, seguramente, es muy sabido. El problema es cómo combatirlo. Pues bien, en mi opinión, el inmenso poder económico de China en el mundo será combatido por Trump con Política. La aplicación de aranceles, impuestos a productos de terceros, tiene antes un fundamento político que económico. La época de Clinton se caracterizó por un eslogan famoso: "Es la economía, estúpido". Creo que la nueva época será reconocida por "Es la política, estúpido", o mejor dicho, Es la geopolítica, estúpido. ¿Conseguirá Trump con su política arancelaria liberarnos de las cadenas impuestas por los chinos al mundo entero? Son muchos en Occidente los que responden negativamente. Apuestan por todo lo contrario, a saber, las políticas arancelarias acabarán esclavizando no sólo a los ciudadanos de EE.UU sino a los del resto del mundo, naturalmente, empezando por los propios chinos y siguiendo por los de EE.UU. ¡Ya veremos! Pero yo soy mucho más realista. Lejos de mi intención hacer predicciones. Levanto acta de lo existente. De entrada, la posición china por imponer su modelo de globalización, que estaba ganando, se ha detenido, o mejor, ha entrado en las reglas impuestas por Trump: "Sube aranceles" y los otros, naturalmente, responden bien con otras subidas o bien negociando. En los dos casos sale ganando Trump. Su pretensión es hacer negociar a todos. Y, en efecto, todos quieren ya negociar con Trump. Él lleva la iniciativa. He ahí la primera victoria de Trump.
La cuestión de los aranceles de Trump, dicho en roman paladino, es antes una medida política que económica, como muy bien vio Javier Milei, un extraordinario defensor del libre comercio internacional y, por tanto, en las antípodas de cualquier tipo de impuesto sobre las transacciones financieras internacionales. La agenda económica de Trump está subordinada a objetivos políticos. No es la economía, como creen algunos ingenuos liberales y los proteccionistas de carácter nacionalista, lo que determina la acción de los aranceles de Trump, sino la geopolítica. La imposición de aranceles forma parte de ese intento de Trump por liberarnos de todo tipo de totalitarismo, empezando por el económico de China. Aquí nadie impone nada y menos, parece decir Trump, los chinos. Todo se negocia. Frente a la ideología de lo políticamente correcto, eso que llaman algunos ilusos consensos culturales, entre los que destacan el allanamiento del mundo "democrático" con el modelo comunista chino, Trump quiere política. Y la imposición de aranceles es el mecanismo para hacerles entrar en razón, primero, a sus vecinos más cercanos, Canada y México y, luego, al más lejano, pero que está en todas partes: China. Y, por supuesto, acabar con la Agenda 2030, cuyos agentes comunistas en Occidente son demasiado conocidos.
Sí, los liberales de boquilla y los proteccionistas de la nada deben empezar a repasar el catón de la política democrática. No desliguen jamás la economía de la política. No imiten al marxismo. No supediten las medidas políticas a las económicas. Los obtusos dirigentes de la UE no lo entienden. Pero lo entenderán pronto. Trump les está poniendo en el camino del bien. La política y, sobre todo, la política de aranceles opera como una fuente clave de resolución de conflictos. El totalitarismo, y el chino es de los más duros, sólo puede ser vencido con política. Esto es lo que trae Trump. El nuevo gobierno de EE.UU. trata de mostrarnos el camino de la liberación de las cadenas que encarcelaron al sentido común. Está haciendo genuina política. Sencillo es de entender el asunto para mentes libres de prejuicios, ideologías y falsificaciones de lo real. Pero el grueso de la prensa española no quiere entender qué pasa exactamente en EE.UU. y su repercusión en el planeta tierra. Está tan ideologizada, o sea tan idiotizada por sus propias mentiras, que oculta lo evidente. Y es que el totalitario, quien ha contribuido de modo directo a ocultar lo real, la política, no puede entender qué pasa en EE.UU. La prensa española, agente clave del totalitarismo español, da manotazos al aire para defenderse de lo que se le viene encima: su desaparición por estulticia.
Ni la prensa ni la casta política española saben dónde ubicar la política arancelaria de Trump. Utilizan palabras sin ton ni son como derecha e izquierda, buscan inspiración en libros antiguos para dar nombre a lo qué está pasando, aplican esquemas cinematográficos para tratar de entender que un presidente de los EE.UU. recurra a métodos de comunicación sencillos y directos, etcétera… No consiguen ver cuál es la novedad de Trump. Pero está ahí delante de sus ojos: frescura política. Invención democrática. Un gran invento político es utilizar una tasa impositiva, sí, un impuesto, los famosos aranceles, a productos de otros países, como instrumento para reforzar su posición de liderazgo en el comercio mundial. Toda la agenda económica del gobierno de los EE.UU está subordinada a los objetivos geopolíticos. La economía es sólo una herramienta. Son las consideraciones geopolíticas más importantes que la eficiencia de los mercados o los acuerdos comerciales. Si Trump demora un mes la aplicación de los aranceles a México es, obviamente, porque le preocupa más la inmigración, el control fronterizo y el tráfico de droga que el flujo de las transacciones financieras… Y, por supuesto, si Trump insiste en persuadir a Canadá para que se convierta en el "Estado número 51" de EE. UU. no es por motivos económicos, sino por razones geopolíticas de las que saldrían ganando todos… Le interesa más influir sobre la soberanía territorial del Ártico, pieza muy preciada para China y Rusia, que el intercambio de mercancías entre Canadá y EE.UU.
Las amenazas e imposiciones arancelarias son sólo una herramienta para hacer Política. De empresario, sí, pero Política. Trump es un gran empresario que se ha convertido en líder mundial, porque siempre ha aplicado una regla muy simple que explicó hace muchos años en su libro The art of the deal: "I have a very simple rule when it comes to management: hire the best people from your competitors, pay them more than they were earning, and give them bonuses and incentives based on their performance". Sí, sí, gracias a esa simple regla ha conseguido ganar por mayoría en casi todos los Estados de su país, conformar uno de los gobiernos más sólidos de la historia de EE.UU., y, naturalmente, es la misma regla que está aplicando para ejecutoriar su política arancelaria con todos los países del mundo. El resto son malas especulaciones. Lo real es que todos los días, incluidos los días de fiesta, Trump da una rueda de prensa y muestra al mundo los tres componentes fundamentales de la democracia americana. Hay un líder en plenas facultades mentales, apoyado por un extraordinario equipo de gobierno, con un programa político sencillo: Política Arancelaria para acabar con el totalitarismo chino en su país, primero, y en el resto del mundo después. He ahí resumida su idea del Estado dentro de la Nación.
Y todo, repitámoslo, deriva de la consigna:"Tengo una regla muy simple para la administración/gestión/negocio: empleo a los mejores de mis competidores, les pago más de lo que ganaban, y les premio con todo tipo de incentivos basados en sus logros".