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Juan Pablo II, Francisco y la izquierda

No hay unanimidad política entre los 1.390 millones de fieles católicos en el mundo, lo que exige un gran ejercicio de prudencia a sus jerarquías, especialmente a la de Roma.

No hay unanimidad política entre los 1.390 millones de fieles católicos en el mundo, lo que exige un gran ejercicio de prudencia a sus jerarquías, especialmente a la de Roma.
Cordon Press

Desde 1978 a 2025 han transcurrido casi 50 años y dos generaciones. Atribuir a los Papas, a cualquiera de los tres que ha habido desde entonces, opciones políticas concretas, a derecha e izquierda, es no comprender bien el mecanismo de la continuidad en la Iglesia. No hay unanimidad política entre los 1.390 millones de fieles católicos[i] en el mundo, lo que exige un gran ejercicio de prudencia a sus jerarquías, especialmente a la de Roma.

¿Fue de derechas Juan Pablo II por defender la libertad religiosa, oponerse al aborto, defender la libre empresa y contribuir al final del totalitarismo soviético? ¿Lo fue también su sucesor y afín Benedicto XVI? ¿Es de izquierdas Francisco por haber condenado el capitalismo extremo, por "no juzgar" a divorciados ni a homosexuales y no haber tomado un claro partido ante la invasión rusa de Ucrania?

Ahora que Francisco se encuentra sumido en una grave enfermedad de la que no parece recuperarse con claridad, puede ser un buen momento para examinar algunos elementos de esta consideración tan extendida. El problema es el método. Los Papas suelen expresarse en el idioma de la generalidad, cuando no de la ambigüedad, en su afán de contentar a todos los fieles. ¿Hay otra manera de evitar cismas dolorosos o divisiones inciertas?

Es indudable que las palabras de un Papa tienen hondas repercusiones pero casi nunca pueden explicarse mediante los juicios políticos al uso. Otra cosa es cómo los actores políticos aprecien a unos u otros pontífices y por qué. Eso sí, está el tema de la infalibilidad, tan criticada desde fuera y dentro de la Iglesia. Evidentemente el Papa no es infalible salvo cuando decide sobre muy determinadas cuestiones de fe. Las peripecias políticas tienen poco que ver con ellas. Sin embargo, la creencia subyacente de que el Papa siempre tiene razón, por gratuita que sea su reflexión, confiere a sus opiniones un peso trascendente.

Un Papa no se define nunca como de derechas o de izquierdas, términos recientes en el tiempo. Tampoco es posible saber sus opiniones personales en todas las cuestiones actuales. Pero ello no significa que sea difícil detectar cómo y por qué las izquierdas o derechas políticas manifiestan sus preferencias por unos u otros Papas. En el caso de Juan Pablo II (Benedicto XVI puede asimilarse a él a este fin) y Francisco, la cosa está bien clara. La izquierda prefiere, en general, a Francisco y rechaza en la mayor medida al Papa polaco.

La izquierda española y Juan Pablo II

Desde muy pronto, Juan Pablo II fue anatematizado por la izquierda. Había impulsado las beatificaciones de los mártires asesinados durante la Guerra Civil. Ni siquiera la Iglesia del cardenal Tarancón y Gabino Díaz Merchán lo veía conveniente.

El historiador de izquierdas, Julián Casanova, parece afearle a este Papa que el 29 de marzo de 1987 beatificara a tres monjas carmelitas de Guadalajara, asesinadas el 24 de julio de 1936 y que, a partir de ahí, se aceleraran los procesos de beatificación que ya en el año 2000 sumaban la cantidad de 239 mártires. "Se trataba así de unir bajo el mismo concepto de persecución religiosa todo lo sucedido en España desde 1931 a 1939, señalando a la República como principal causante e instigadora de la violencia anticlerical", escribe.

José Bono, ahora dedicado a la influencia y sus beneficios llegó a decir: "Mientras que Pablo VI era un hombre que sabía diferenciar bien entre la cultura y la fe, Juan Pablo II era el hombre de las verdades innegociables, un personaje intransigente".

Cuenta Inocencio Arias que "aunque el pontífice polaco contase pronto con un considerable entusiasmo popular, la izquierda y alguna feminista dispararon pronto abiertamente contra Juan Pablo II. Se le consideró retrógrado, oscurantista, embaucador, etc". A un personaje de una novela de Miguel Barroso, ex de Bandera Roja, socialista de cámara y esposo de la exministra Carmen Chacón le dolía ver a Bob Dylan amenizando las veladas de Juan Pablo II. Eso explica mucho.

Manuel Castell, socialista de cátedra, ligaba al pontífice polaco al fundamentalismo religioso y digería mal que "las enseñanzas tradicionalistas de Juan Pablo II encuentran un eco indiscutible entre las masas empobrecidas del Tercer Mundo, de modo que el Vaticano puede permitirse prescindir de las protestas de una minoría de feministas de unos cuantos países avanzados".

Incluso se ha apelado a la cosmología para atacarlo, aludiendo a que en una audiencia concedida a importantes físicos y cosmólogos, entre ellos Stephen Hawking, que es quien lo cuenta y así lo recoge el socialista Emilio Carrillo, les recomendó no indagar demasiado en el Big Bang porque era el momento de la creación y cosa de Dios mismo. Vamos, un Papa anticiencia.

Juan Luis Cebrián lo fustiga en su libro El poder de los idiotas por haber encabezado un "absurdo y frustrado intento" de que la religión católica apareciera mencionada en la Constitución europea como parte integrante de la identidad del continente".

El filósofo López Aranguren, sobrevenido a la izquierda desde un pasado filofalangista, llegó a compararlo con el fundamento islámico de un Jomeini: "He aquí la segunda razón por la cual un Jomeini (o un Juan Pablo II, al contrario que un Juan XXIII)… que no ha llegado… no pertenece al tipo profético, pues no se propone traer a la comunidad el futuro, sino retrotraer ésta al pasado. El reaccionario no espera nada bueno del porvenir y ni tan siquiera se encuentra a gusto en el presente…".

José María Díez Alegría, ex jesuita aplaudido por la izquierda, escribió: "Si el cristianismo conservador y antirrevolucionario, que es el que predomina en la historia (y es hoy todavía, por encima de las bellas palabras, el del Papado), no estuviera en contradicción radical con el Jesús real, éste no habría muerto colgado de una cruz. No es fácil imaginar que la Casa Blanca y el Vaticano se pongan de acuerdo para llevar a Carlos Wojtyla a la horca. Pero con Jesús de Nazaret bastó quizás un año para que se llegara a un resultado de este tipo. Lo digo para hacer constar un hecho, no en plan de acusación contra Juan Pablo II". No, no, claro.

El economista de izquierdas, Juan Torres López, lo incluye en la estrategia de los grandes poderes occidentales "organizados en instituciones opacas y al margen de las representativas, inicialmente de la mano de dictadores como Pinochet y enseguida bajo la batuta carismática de tres nuevos líderes nacidos al amparo del nuevo escenario mediático global, Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Juan Pablo II".

Presidía la Asociacion Manuel Azaña cuando Isabelo Herreros dijo: "De otra parte, la propia Iglesia española, en su jerarquía, es aún, y por mucho tiempo, una herencia del papado de un tipo de extrema derecha, como era Juan Pablo II, que hizo una Iglesia a su imagen y semejanza, muy del Opus, con un anticomunismo rayano en lo patológico por bandera".

Alguna izquierda ya rancia no olvida que la caída del Muro de Berlín y el hundimiento de la URSS ocurrieron bajo su Pontificado. De hecho, su actitud ante el poder soviético fue muy enérgica defendiendo intelectualmente la perversión del comunismo y apoyando el deseo de liberación espiritual y política de los pueblos a los que oprimía, uno de ellos Ucrania, a la que visitó.

En conjunto, la izquierda española, con graduación creciente desde el PSOE a Podemos, vio en Juan Pablo II un obstáculo para el proyecto progresista de la modernidad en España. Temas como la laicidad de la enseñanza, el papel de la educación concertada con centros de la Iglesia, el aborto, su visión de la familia, su lucha contra el comunismo en la Europa del Este, le consiguieron el título de benefactor de la derecha.

Igualmente su defensa del mercado libre y su "orden injusto" hizo que su legado se considerara la alianza de la Iglesia con el poder económico de minorías contra el derecho de las mayorías. Le llamaron agente del neoliberalismo, aplastador de la Teología de la Liberación en Iberoamérica, silenciador de curas revolucionarios (como Ernesto Cardenal) y de hacer de su Papado una tragedia para los oprimidos.

Tampoco les gustó demasiado que visitara mucho España, a la que consideraba la gran patria del catolicismo europeo junto con su Polonia natal. Lo hizo en cinco ocasiones: 1982 (diez días), 1984, 1989, 1993 y 2003. Peregrinó en Santiago, visitó a la Virgen del Pilar, consagró la Almudena, rezó en la catedral de Sevilla, en la ermita del Rocio, recordó a Santa Teresa, al viaje de Colón desde el Monasterio de La Rábida y estuvo en Covadonga, entre otros lugares.

Respecto a la presencia española en América, Juan Pablo II dijo: "Gracias a esa simpar actividad evangelizadora, la porción más numerosa de la Iglesia de Cristo habla hoy y reza a Dios en español. Tras mis viajes apostólicos, sobre todo por tierras de Hispanoamérica y Filipinas, quiero decir en este momento singular: ¡Gracias, España; gracias, Iglesia en España, por tu fidelidad al Evangelio!".

Es decir, Juan Pablo II fue una "bestia negra" para las izquierdas españolas que siempre han destacado que bajo su Pontificado emergieron notables escándalos de abusos sexuales a menores por parte de eclesiásticos y organizaciones católicas.

Francisco y la izquierda española

Ha escrito Manuela Carmena, la "gran Manuela" para el Papa Bergoglio: "La encíclica del papa Francisco denominada Laudato si eleva a doctrina de la Iglesia el respeto absoluto a la defensa de la ecología como actividad, y aún más como pensamiento imprescindible para nuestro mundo. Emplea el papa Francisco el término, a mi juicio muy certero, de "cuidar la casa común". Noam Chomsky también aplaudió.

Ovaciona la vieja comunista a un Papa que defiende que nuestro mundo, el mundo en general, es nuestra casa, nuestro planeta único, y que tenemos que protegerlo." También aplaude su apoyo a la acogida de inmigrantes si bien no en el Vaticano, el Estado del que es Jefe. Juan Luis Cebrián habla de Francisco como un "motejado de peronismo, no sin motivo". Pero no lo explica el astuto. Incluso José Bono incluye tarjetas manuscritas y agradecidas de este Papa en uno de sus libros.

Muy notable es la defensa que del Papa Francisco hace Baltasar Garzón en su libro El fango cuando riñe a los empresarios: "Quien va a misa todos los domingos, comulga, da limosnas, o incluso envía un cheque para ayudar a la Iglesia, pero luego paga mal, o lo hace en negro, sin depositar la contribución para que [las personas] tengan acceso a la sanidad, a la jubilación, está usando a Dios para encubrir la injusticia; y eso es un pecado gravísimo".

A Pablo Iglesias le gusta el Papa Francisco: "Me gustaría conocerle algún día. Creo que ha demostrado ser un papa progresista, dentro de lo que es el cargo y la jerarquía eclesiástica. En comparación con Wojtyła y Ratzinger es otra cosa. Desconozco el funcionamiento de las intrigas vaticanas, pero algo tuvo que pasar para que hicieran dimitir a Joseph Ratzinger y quedara como una especie de papa emérito. No es precisamente algo frecuente entre los sumos pontífices. Además, eligieron a un argentino que se ha comprometido y se ha mojado mucho en algunos asuntos. La música que toca el papa a nosotros nos suena bien".

A Andrés Manuel López Obrador le ayudaba mucho la admiración que sentía por el Papa Francisco, que creía que le apoyaba en su fomento de la inmigración hacia Estados Unidos. También le gusta a Gustavo Petros y el procastrista Ignacio Ramonet proclama que es mentira que el Papa apoye a Donald Trump. Pero sí que es cierto que está luchando contra los pecados del sexo en el interior de la Iglesia.

Bergoglio le gusta muchísimo a Yolanda Díaz, tanto que fue recibida dos veces en el Vaticano aunque tal vez lo que le encantó fue la selección de la ropa que debía ponerse. Según ella, este Papa es "el mejor embajador del trabajo decente". Francisco es una "institucionalidad", textual, y ella, "lo digo siempre, le tengo un enorme respeto, y admiración, estoy en conexión permanente, leo todo lo que produce y lo que escribe". Y también le gusta a Greta Thumberg.

Ramón Tamames se pregunta si el Papa Francisco es un Papa rojo. "Multiplica las declaraciones contrarias a la economía de mercado (que Juan Pablo II había calificado de "economía libre"), y al hacerlo abraza tesis muy en boga en Iberoamérica, de la que es originario. moral y una celebridad por elección propia... ¿Sabe el papa Francisco que, poco antes de morir, Eduardo Galeano reconoció que se había equivocado, que su "Biblia" económica, Las venas abiertas de América Latina (1971), que achacaba la pobreza al imperialismo, no fue más que un error de juventud?".

Pedro Sánchez admira al Papa Francisco y ha llegado a poner a España a su disposición. El Papa le dijo que hiciera una patria común, pero parece que no se enteró bien. Luego trató de engañarlo diciendo que su gobierno era un "gobierno limpio". A Íñigo Errejón Francisco le sorprendió para bien. A Juan Carlos Monedero le parece que desde que está el Papa Francisco, "Dios se ha hecho un poco podemita." Por eso lo defiende de… Isabel Diaz Ayuso.

Esta simpatía puede tener su origen en la leyenda peronista del que fue Arzobispo de Buenos Aires, plagada de contradicciones. No habló mucho de los crímenes de los montoneros pero sí de los asesinatos de la dictadura militar que los combatió. Fue muy duro con Macri pero usaba guantes de seda con los corruptos Kirchner. Milei tampoco parece santo de su devoción.

La calidez de la izquierda y los nacionalistas con Bergoglio puede proceder de su silencio ante la destrucción de la patria común española. Ah, Montserrat. Debe estar encantada por sus denuncias del capitalismo desaforado, o la economía del descarte, como caracteriza al capitalismo. Tampoco viene mal que no haya condenado con pasión la invasión de Ucrania ni el golpe de estado de Cataluña.

En conjunto, parecen considerarlo un benefactor de la izquierda por su defensa de la limpieza del Planeta y sus ejes, el cambio climático y su respaldo explícito a la Agenda 2030. Pasa de puntillas sobre las dictaduras populistas de izquierda en Iberoamérica pero acusa con decisión a los países europeos por tratar de contener la inmigración ilegal. Algunos incluso entendieron que llamó "criminal" a Giorgia Meloni, que se hizo inteligentemente la sorda.

La izquierda no menciona que ha beatificado o canonizado a más de 500 mártires españoles de la Guerra Civil. Eso sí, en un solo día, para no repetir y repetir. Debe gustarles mucho, cómo no, que nunca haya visitado España y que haya pedido perdón a México por los excesos de los evangelizadores españoles. Ni siquiera vino cuando se celebraba el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús (2015), una de las mujeres grandes de la Historia. Tampoco en el IV Centenario de su canonización (2022). Muy diferente al tratamiento que de España y la Hispanidad hizo Juan Pablo II.

Cierto, no sabemos que piensan realmente los Papas acerca de los temas más candentes, pero sí podemos intuir por qué la izquierda española ha condenado a uno y ha preferido al otro. ¿Hay quién dude de que ocurre lo mismo entre las derechas?


[i] Por continentes, África tiene 273 millones; América: 617 millones; Asia: 153 millones; Europa: 286 millones y Oceanía: 11 millones. En total representan el 17,7 por ciento de la población mundial. Son datos a 31 de diciembre de 2022. Si incluimos a todos los cristianos, protestante y ortodoxos, la cifra asciende a 2.520 millones y sólo en América del Norte y del Sur, e contabilizan casi 1.000 millones (976 millones).

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