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Juan Pablo II, Francisco y las derechas

Los electores y los representantes de las derechas sienten con toda claridad que las señales que emiten ambos Papas son meridianamente claras y distintas.

Los electores y los representantes de las derechas sienten con toda claridad que las señales que emiten ambos Papas son meridianamente claras y distintas.
Francisco I en un acto en el Vaticano. | Cordon Press

En lo que podemos describir como "derecha española" hay numerosas corrientes, grupos e incluso individualidades que hacen penosa una caracterización general. Desde opciones estatistas e intervencionistas a opciones liberales más o menos radicales, desde creencias católicas tradicionales a opciones culturales cristianas más secularizadas e incluso agnósticas, desde discursos abiertamente españolistas a preferencias europeístas u occidentalistas, son diferencias que obstaculizan la tarea.

Ya hemos sentado en el artículo anterior de esta miniserie que es imposible detectar partidismos concretos en las posiciones pontificales de cualquier Papa. Otra cosa es que los destinatarios de sus mensajes sientan sinceramente vibraciones íntimas, a derecha e izquierda, cuando escuchan sus alocuciones o leen sus Encíclicas o sus libros. En el caso concreto de Juan Pablo II y Francisco, ya mostramos cómo para las izquierdas españolas el primero de ellos representa el pasado más conservador y hostil mientras el segundo es acogido con simpatía y complicidad.

El mismo fenómeno, pero a la inversa, puede observarse en las derechas. Los electores y los representantes de las derechas sienten con toda claridad que las señales que emiten ambos Papas son meridianamente claras y distintas. Juan Pablo II, santo "súbito" por más señas, es identificado claramente como propio para todas las corrientes, por unas razones u otras. Por el contrario, Francisco es considerado un Papa de izquierdas e incluso enemigo de España y su tradición católica.

Las derechas y Juan Pablo II

Alude Federico Jiménez Losantos en su estudio sobre el retorno de la derecha española a la liberal Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y bestia negra del social-comunismo. Aunque la caracteriza como descreída, matiza que es cultural y sentimentalmente católica "por españolismo, por tradición popular y porque, como muchos en la derecha, ve imposible separar lo católico de lo español en la historia universal".

Y luego resume su percepción de los Papados que tratamos: "Quería a Juan Pablo II, veneraba a Ratzinger y no puede ni ver a Francisco. Vamos, una liberal española absolutamente normal". Del Papa polaco, Ayuso, aleccionada por su abuela, aprendió la enseñanza de la caída del Muro de Berlín en 1989 y el papel que desempeñó, en unión de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, en el final de la "inmensa cárcel en que Stalin convirtió a media Europa". Tenía 11 años.

Otra gran personalidad de la nueva derecha europea, Giorgia Meloni, en su libro autobiográfico Yo soy Giorgia, mis raíces, mis ideas lo explica claramente: "Fue otro gran hombre, un santo, quien me acercó a Dios con su sencillez y con su ejemplo poderoso: Juan Pablo II, nacido Karol Wojtyla. El mayor pontífice de la era moderna y el mayor estadista de todo el siglo XX. Pero aún más. Dicen que es imposible comprender el valor de algo que tenemos hasta que lo perdemos".

Es difícil creer que el atípico Fernando Sánchez Dragó tuviera simpatías por alguien como Juan Pablo II, al que dirigió no pocas críticas. Sin embargo, se ocultaría toda la verdad si no se cuenta que también dijo que "cientos de millones de personas le deben la libertad, la dignidad y, probablemente, al menos en muchos casos, también la recuperación de la espiritualidad. Retiro todas las estúpidas críticas que en alguna ocasión —agua muy, pero que muy pasada— formulé contra este hombre excepcional".

Para animar el desconcierto, en 1990, en un programa de Qué sabe nadie, de El Loco de la Colina, Sánchez Dragó[i] mirando a la cámara rezó un Padrenuestro en plena polémica contra el ateo Gonzalo Puente Ojea. La cosa llegó a oídos de Juan Pablo II que le dijo a Paloma Gómez Borrero que así era como la Iglesia debía predicar el cristianismo, exhibiendo el vídeo en el Vaticano para reflexión de los Obispos.

Juan Pablo II fue un Papa querido por la derecha popular, no sólo por los políticos, que combina el deseo de mejorar regladamente con la compasión hacia los más pobres. El Papa Wojtila oró ante el cuerpo incorrupto de sor Ángela de la Cruz, fundadora de las Hermanas de la Cruz[ii] en el día de su beatificación en Sevilla (5 de noviembre de 1982), durante su primer viaje a España.

Conocida y popular fue su relación personal con Santa Teresa de Calcuta o su detalle histórico con la Hermandad de El Rocío cuyo santuario de Almonte visitó. Andrés Amorós recuerda en El arte del toreo que hasta Jesulín de Ubrique consideraba grande a Juan Pablo II y lo resumió en dos palabras: IM - PRESIONANTE, una de las expresiones más populares de la reciente historia de España.

En la derecha procedente del franquismo, que es buena parte de la actual, su prestigio procedió de su atrevimiento, desaconsejado por la propia jerarquía española, al iniciar procesos de beatificación de las víctimas católicas de la represión del Frente Popular. Lo acusaron de no comprender el espíritu reconciliador de la Transición, pero él prefirió destacar la verdad del martirio de aquellos sacerdotes, religiosos y seglares españoles asesinados por el mero hecho de serlo a un interés circunstancial.

Eso no impidió que algunos socialistas, hijos de falangistas como José Bono, reconocieran que "el Papa Juan Pablo II es la persona del planeta que en estos días más ha colaborado por la paz en el mundo". También dijo otras cosas contrarias. Según. No se olvide que en plena guerra de Irak, Juan Pablo II rezaba por la paz junto con los líderes de otras confesiones religiosas y abogaba por el diálogo espiritual entre las religiones del mundo.

Su manifiesta oposición a la homosexualidad, al aborto, al sacerdocio femenino y la disolución familiar – "plagas arco iris" que sustituían a la "plaga roja"—, le sumó numerosos apoyo en las derechas más tradicionales. Su relación de simpatía con el Sindicato Solidaridad apuntaló la idea de la posibilidad de un sindicalismo obrero cristiano o, al menos, no comunista o controlado por el comunismo. Fíjense que hasta el Parlamento italiano concluyó que el atentado del turco Ali Agca fue instigado por el Kremlin, cuenta Inocencio Arias, y da por cierto, y con detalle, Frederik Forsyth en El Cuarto Protocolo.

Juan Pablo II hizo algo que resultó tremendamente popular: pedir perdón, como subraya el filósofo católico Juan Arana. Se han contado hasta 100 ocasiones en que lo hizo, sobre todo por la complicidad de algunos católicos con el Holocausto, por los excesos de la Inquisición, por la violencia de las Cruzadas y por el mal ejemplo de la división entre católicos y protestantes. También asumió como un "trágico error" la condena de Galileo. Pocos políticos, de derecha a izquierda, han pedido perdón por algo.

Cayetana Álvarez de Toledo, que asistió al funeral del Papa polaco en Roma, lo describe como alguien que, en conjunción con otros (Reagan, Thatcher, Havel e incluso Gorbachov), "no buscaron caer bien ni que les llamaran moderados. No se hicieron los equidistantes ni sus bocas se empastaron con la palabra ‘diálogo’. No fueron cínicos ni se cruzaron de brazos esperando la autodestrucción del adversario. Todos rechazaron el apaciguamiento, pusieron por delante un objetivo estratégico de un valor ético universal y lo defendieron hasta vencer". Ahora ocurre lo contrario, apuntilla.

El economista liberal Jesús Huerta de Soto admira en Juan Pablo II su inclinación por la defensa de la libre empresa y la propiedad privada, viendo en el catolicismo un poder neutralizante del Estado en lugar del protestantismo, que lo hacía más centralizado y fuerte. El más que liberal Alberto Benegas Lynch aplaudió su ecumenismo y el impulso al encuentro de las confesiones religiosas monoteístas, algo bien lejano del fanatismo.

Contra esa interpretación, Alain de Benoist citaba que Juan Pablo II decía que "existe el riesgo de ver expandirse una ideología radical de tipo capitalista que rechaza incluso la toma en consideración de las necesidades humanas como tales, admitiendo a priori que cualquier tentativa para afrontarlas directamente está condenada al fracaso, y que, por principio, hay que esperar que la solución venga del libre desarrollo de las fuerzas del mercado".

Jaime Mayor Oreja, referencia de los políticos cristianos moderados, consideraba a Juan Pablo II y a Benedicto XVI puntales contra el relativismo moral y tal vez, deduzco, origen de la "batalla cultural" pendiente. Hasta el "maldito" Jorge Verstrynge reconoció seguir el consejo del Papa Wojtila: "Cuando los hombres están humillados por la miseria, dedícate a servirles". ¿Lo hizo de verdad?

Terminemos este reconocimiento de la gran aceptación de Juan Pablo II en las derechas españolas con lo que dice de él Pío Moa: "La Iglesia, por su parte, fue superando los peores efectos del Vaticano II en los pontificados del papa polaco Juan Pablo II y el alemán Benedicto XVI, abandonando el diálogo con los marxistas y reiterando la condena al comunismo, que, a través de Polonia, ayudó a la disgregación del Imperio soviético." Hay mucho más, pero lo que queda puede adivinarse.

Bergoglio y las derechas

Escribo Bergoglio, apellido de Jorge Mario, porque es como lo llaman las derechas cuando se aprestan al ataque. Nada de Papa Francisco, mucho menos de Sumo Pontífice. A lo más, Papa argentino, como sinónimo de papa peronista. Incluso libros se han escrito con ese título, por ejemplo, el de Ignacio Zuleta[iii]. Responde el antes arzobispo porteño que nunca fue peronista. "Y si lo fuera, ¿qué?", desafía. A Argentina no ha vuelto, pero donde querría viajar, obsesión del jesuita, es a China, la nueva potencia emergente.

El templado Inocencio Arias le recuerda que "China tiene un régimen orwelliano de observación de sus ciudadanos" que él mismo, "el papa Francisco, poco sospechoso de estar vendido al capitalismo, ha denunciado las presiones intimidatorias, sofocantes a veces, contra los católicos. En el año 2009, según Time, en China se ejecutaron a más de 1.000 personas".

Fernando Álvarez de Miranda, democristiano social más que centrista, dijo en La España que soñé, que "el anuncio del actual papa Francisco sobre la reactivación de la beatificación de monseñor Romero, por encima de cualquier motivación política, me parece esperanzador en la línea social de la Iglesia y en cierta forma resucita en mí una esperanza que se había ido apagando". No todos en la derecha son tan pesimistas sobre su pontificado, pero es la excepción. Casi nadie en las derechas simpatiza con su cercanía a la teología de la liberación.

Benegas Lynch, por ejemplo, escribe: "Lo vengo siguiendo a Jorge Bergoglio hace muchos años, en sus diversos destinos quien desde su participación en la llamada Guardia de Hierro peronista en adelante ha comulgado con ideas socialistas. Y esto no es un asunto menor dado que emprenderla contra la propiedad y el sistema capitalista, es decir, los mercados abiertos y competitivos en ausencia de privilegios, demuelen un aspecto medular del basamento moral de la sociedad civilizada y perjudica muy especialmente a los más necesitados".

Cuidadosa en su juicio es Giorgia Meloni, una de las figuras de la derecha más radical de Europa pero al tiempo jefa del gobierno de Italia. En su autobiografía destaca que "aunque soy católica y nunca me he permitido criticar a un pontífice, admito que no siempre he entendido al Papa Francisco. Por momentos me sentí como una oveja perdida, y espero algún día tener el privilegio de poder hablar con él, porque estoy segura que sus grandes ojos y sus palabras directas podrán dar sentido a lo que no entiendo".

Por cierto, Juan Manuel de Prada le afea el discurso "cursi" y las "pamplinas emotivistas" sobre la inmigración "que mezclan el deber que tienen los gobernantes de asegurar el bien común en sus naciones con las exigencias que la misericordia nos impone hacia quien nos demanda auxilio. Pero el auxilio que nos demanda quien sufre no debe confundirse con su acogida incondicionada, como hacen quienes sólo se acuerdan de llorar, dejando que la razón sestee."[iv]

Un antiguo profesor mío de Filosofía, Jacinto Chozas, cristiano leal, reconoce que Francisco tiene más partidarios entre los no-creyentes que entre los creyentes conservadores que "ven en estos documentos pontificios[v] una destrucción de la Iglesia utilizando como pretexto el amor y la misericordia".

Nuestro general Dávila aprecia su condena de la guerra, pero no renuncia a destacar "una cierta ceguera que no ve cuáles son las armas que se están usando en esta insidiosa guerra y que, como ya se ha dicho, sin necesidad de explosionar causan terribles sufrimientos de desigualdad y esclavitud por su directo ataque a la libertad…No son misiles las armas que hoy más dañan, sino otras más sutiles y menos ruidosas, que preceden al lanzamiento de las bombas".

Antonio Escohotado, en su trilogía sobre el comercio, se refería a Bergoglio diciendo que "el actual Papa Francisco se reconoce inspirado por la rama de la Teología de la Liberación llamada Iglesia de Pueblo, que evita plantear el conflicto interclasista como categoría fundamental con ‘una noción más compleja de pueblo’, sin renunciar por ello a una denuncia del neoliberalismo y la globalización en nombre de los excluidos".

El liberalismo combativo lo acusa: "El indescriptible Papa Francisco, tras simpatizar públicamente con las fatwas islamistas y abolir las diferencias entre curas comunistas y curas, asiste mudo o complaciente a la deriva xenófoba del cesaropapismo nacionalista catalán. En las zonas nacionalistas, el catolicismo español está prácticamente extinguido", fustiga Federico Jiménez Losantos en su Memoria del Comunismo.

En Libertad Digital, referente del liberalismo desde hace un cuarto de siglo, muchos titulares de opinión lo acusan: "Bergoglio, de mal en peor, Bergoglio pone a la Iglesia al servicio de la izquierda, Bergoglio nombra arzobispo de Tarragona al cura separatista radical del pueblo de Albert Boadella, Bergoglio, de mal en peor, Bergoglio o la demagogia (barata) sobre el dinero, Lo valiente es callarse, Bergoglio, Que Bergoglio pida perdón, Católico y liberal, a pesar de Bergoglio, El peronismo atávico de Bergoglio, El dislate de Bergoglio

En el PP hay distintas recetas para tratar a Bergoglio. Desde la insípida de Feijóo a la más incisiva de Aznar y Díaz Ayuso que desaprobaron que el Papa pidiera perdón a México por la conquista de América: "Yo no lo voy a hacer", dijo el expresidente mientras la presidenta de la Comunidad de Madrid se sorprendía por el hecho de que el Papa Francisco aludiera a los "pecados" de la Iglesia durante la evangelización y conquista de América. "No entiendo muy bien qué hace un Papa de nacionalidad argentina disculpándose en nombre de los demás", coincidió Iván Espinosa de los Monteros.

El lamentablemente desaparecido Dalmacio Negro apunta que "el "lío" reformista del papa Francisco y su cohorte misericordiosa, que parece simpatizar con el socialismo y el comunismo, apunta a concentrar la Iglesia en los "pobres" y los "cristianos anónimos". Algún prelado influyente de la cohorte vaticana ha sugerido ya que el comunismo chino está realizando la justicia social. La teología como sociología".[vi]

Lo que conforme o no el pensamiento íntimo de ambos Papas tan significados es imposible de certificar. Lo que sí es verificable sin ningún género de dudas es que la percepción de las izquierdas, la española entre ellas, eleva al Papa Francisco a la categoría de "compañero de viaje" y afín mientras rechaza la figura de Juan Pablo II. En las derechas, la española entre ellas, es Bergoglio el reprobado mientras el Papa Wojtila es santificado. Si cuando el río suena agua lleva, lo comprobaremos en la tercera y última entrega de esta pequeña serie.


[i] Esto lo cuenta Florentino-Javier Aláez Serrano en su tesis doctoral El pensamiento religioso de Fernando Sánchez Dragó, Madrid 2016

[ii] No confundir con las Hermanitas de los Pobres, también de gran prestigio moral en este país.

[iii] Ariel, 2019

[iv] Una enmienda a la totalidad, Bibliotheca Homo Legens. Madrid, 2021.

[v] Se refiere a las dos Cartas "motu proprio date" "Mitis Iudex Dominus Iesus" e "Mitis et misericors Iesus" y a la Bula "Misericordiae Vultus" que priman la conciencia personal sobre las condenas canónicas del aborto, la homosexualidad, el divorcio y otros temas conflictivos.

[vi] La tradición de la libertad, Unión Editorial, Madrid, 2019

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