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Estoicismo para tiempos borrascosos (III): el tiempo nos está contado

El tiempo, idea central del pensamiento estoico, ha alimentado tanto nuestra cultura popular como la exquisita poesía culta de todas las épocas.

El tiempo, idea central del pensamiento estoico, ha alimentado tanto nuestra cultura popular como la exquisita poesía culta de todas las épocas.
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Pasaba por la puerta del Banco de España y vi anunciada una exposición. Me atrae el reclamo. El mundo de la pasta, el parné y el jurdó, o sea del dinero, se presenta vinculado al arte. El Banco "nacional" de España exhibe su musculatura artística. Habrá que visitarla. Entro en la internet para informarme de qué va el lío. Parece que se exhiben retratos reales de grandes pintores, entre ellos las últimas fotografías de los actuales, a cargo de una fotógrafa yanki. El pretexto para exhibir las fotos de Felipe y Leticia es una exposición de relojes.

Relojes. Cronos. Tiempo.

Las explicaciones del "catálogo" de la página web del Banco de España, como casi todas la argumentaciones excesivamente pedagógicas, caen en la ideología, en falsedades. Sólo faltaba que la comisaria del evento hubiera citado la definición del tiempo de Kant: una forma pura a priori de la sensibilidad interna de la subjetividad. ¡Ay! Cuando la barbarie del especialista se presenta en formas falsamente intelectuales, es para salir corriendo y no parar hasta hallar un refugio seguro. ¿Qué abrigo, albergue o guarida puede hallar el hombre actual para defenderse de tanto ataque exterior? La tradición estoica siempre lo tuvo claro. También yo, como muchos otros millones de mortales, recurro a mi propio pensamiento y, a veces, a mi innegociable sensibilidad.

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