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Iván Vélez

La verdad (y las tres negaciones) sobre Tierno Galván

"Ni era hijo de agricultor, ni era republicano, ni era socialista revolucionario", desveló César Alonso de los Ríos en su desmitificadora biografía del 'Viejo Profesor'.

"Ni era hijo de agricultor, ni era republicano, ni era socialista revolucionario", desveló César Alonso de los Ríos en su desmitificadora biografía del 'Viejo Profesor'.
Monumento a Tierno Galván en Madrid | Wikipedia

"Ni era hijo de agricultor, ni era republicano, ni era socialista revolucionario". Estas tres negaciones forman parte de la introducción de La verdad sobre Tierno Galván (Madrid, 1997), obra del recientemente fallecido César Alonso de los Ríos. El libro vio la luz una década después de la desaparición de Enrique Tierno Galván, y supuso uno de los primeros rasguños que comenzaron a erosionar, para aquellos que quisieron estar al loro, la figura del venerado Viejo Profesor (VP), apodo que acuñó Raúl Morodo cuando Tierno tenía 36 años.

Un lustro antes, VP había dado a la imprenta un calculado autorretrato cuyo título contenía altas dosis de elocuencia. Cabos sueltos, en efecto, constituyó un minucioso trabajo de cosmética en el cual Tierno confeccionó una máscara repleta de claroscuros, omisiones y medias verdades, algunas de las cuales mostraban los complejos y ambiciones de quien se presentaba como un sabio despistado. El texto de César Alonso de los Ríos comienza por el final, es decir, por el multitudinario entierro, con aquella carroza Imperial de pompas fúnebres de Barcelona y, después, el Dodge que depositó su fúnebre carga en el cementerio de La Almudena. El hombre que había adquirido forma cadavérica fue despedido por los que paladeaban las barrocas formas de sus bandos municipales pero también por los que se acogieron al estridentismo de la Movida. La idea de escribir o, por mejor decir, reescribir la biografía de aquel hombre brotó como idea dentro de esa ceremonia luctuosa.

Era preciso, pues, buscar un orden cronológico, y ello llevó al primer cabo suelto. Pese a que en la obra de Tierno hay una constante alusión a su origen soriano y campesino, lo cierto es que VP no había visto sus primeras luces en Valdeavellano de Tera, y ello a pesar de que don Enrique llegó a solicitar al párroco de la localidad un certificado de buena conducta. Tierno no había nacido "accidentalmente en Madrid", según su propia confesión, sino en la muy urbana Madrid, en el seno de una familia alejada de arados y besanas. Nieto del capitán Julián Tierno Gómez, muerto por paludismo en Cuba, su padre fue el sargento Alfredo Tierno, también combatiente en la isla, mérito por el cual obtuvo condecoraciones, pensiones y una plaza en las oficinas de la Capitanía General de la Primera Región. Ello determinó que el niño naciera en un piso de la calle Calvo Asensio, y que pudiera formarse, tardíamente, en el Instituto Cisneros. También, que en 1937 fuera movilizado por el bando republicano, encontrando acomodo en el Centro de Reclutamiento e Instrucción Militar del Paseo de María Cristina. Incapaz de encontrar documentación que acreditara su militancia, conocedor del personaje, Alonso de los Ríos concluye: "Pienso que, al igual que no cogió un fusil, tampoco cogió carné alguno. Su actitud es la de un espectador que se dedica lo menos posible al hecho bélico y a la confrontación ideológica". Las dudas acerca de la adscripción política de Tierno crecen si se tiene en cuenta que durante la guerra se produjo la detención y encarcelamiento del padre, el hermano y su mejor amigo, sospechosos de pertenecer a la quinta columna. Sea como fuere, Tierno, que trató posteriormente de pasar por vencido, tras terminar brillantemente la carrera de Derecho, leyó su tesis dirigido por el tradicionalista Elías de Tejada, y ganó la plaza de jefe de negociado del Ministerio de Educación Nacional, obteniendo así la estabilidad ligada al funcionariado del régimen franquista.

Asiduo de la Revista del Instituto de Estudios Políticos, Tierno mantuvo relaciones con un amplio espectro de personalidades que se movían dentro de un régimen en absoluto homogéneo ideológicamente. Fue a partir del decisivo 1953 cuando comenzó a adquirir relevancia gracias a su plaza en la Universidad de Salamanca, regida por Antonio Tovar. Desde allí comenzó a trabajar a propósito de las Comunidades y adquirió un perfil más político tras fundar la Asociación Funcionalista para la Unidad de Europa. En este sentido, la década se cerró con su asistencia a la famosa cena del hotel Menfis en la que se presentó Unión Española, organización impulsada por Joaquín Satrústegui y Jaime Miralles. Estos movimientos no pasaron inadvertidos para los Estados Unidos, que ya habían puesto los ojos en la anómala –anticomunista, pero no democrática– España. Alonso de los Ríos aporta un interesante dato al señalar que Arthur Whitaker, profesor de Historia Latinoamericana de la Universidad de Pennsylvania, envió un informe al Consejo de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos en el que habló del "funcionalismo" de Tierno, término pretendidamente neutro pero atractivo. Whitaker señalaba también el anticomunismo que unía a Franco, la Unión Española y el grupo de Dionisio Ridruejo con el que Tierno ya había establecido relaciones. Biográficamente ajeno al mundo rural, VP fue asiduo vendimiador, es decir, habitual visitante de universidades americanas, muy interesadas en las derivas ideológicas del franquismo.

A principios de los 60, en España existía ya una oposición al franquismo. Un colectivo que se hizo visible en Múnich en 1962, ciudad a la que no llegó la personalidad corpórea de don Enrique, sino una epístolaque en cierto modo anticipaba los bandos que tanta popularidad le dieron tras alcanzar una alcaldía cuyos cimientos se fraguaron en los círculos que se reunieron en la ciudad bávara. A esas alturas, Tierno había virado del monarquismo a un socialismo que contó con los generosos auspicios del Congreso por la Libertad de la Cultura, organización que se fijó pronto en nuestro personaje. Inmerso en esos ambientes, tras su separación de la cátedra en 1965, Tierno lo apostó todo a los socialismos, es decir, al PSOE exiliado en Toulouse primero y al financiado por Alemania después. La plataforma desde la que operó fue el Partido Socialista Popular (PSP), cantera de socialdemócratas que hicieron carrera posteriormente tras ver cómo la vía monárquica donjuanista, con la que tanto coquetearon, se agotaba.

Tras el fracaso de su intento más ambicioso, acaparar el socialismo español por medio del Partido Socialista del interior, al que le faltó el apoyo de un sostén sindical, Tierno se ajustó a la última de las negaciones que desgranara Alonso de los Ríos. Asistente bajo un embozo marxista a cenáculos en los que tenía gran protagonismo un PCE cada vez más alejado del estalinismo, Tierno terminó, tras su paso por la Junta Democrática, por integrarse en el partido ganador, el PSOE que asumió las deudas de su aventura política. Muerto Franco, recuperó su plaza universitaria y, en palabras de César Alonso de los Ríos, "representó su papel a la perfección", hasta el punto de constituir un icono madrileño impermeable a la verdad que el escritor palentino desveló hace más de tres décadas en la obra que hemos evocado.

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