"¡Tus padres, en vez de tener hijos, tendrían que haber tenido alanos!". La frase la pronunció Juana Pérez Martínez en el verano de 2017, durante una entrevista que le realicé dentro de una serie que trataba de fijar el recuerdo de aquella generación que protagonizó el éxodo rural. El autor de tal exclamación, hecha en los años cincuenta, fue su abuelo Amalio, nacido en la Sierra de Cuenca, tierra de pastores que viajaban a extremo, en el siglo XIX. En la España de posguerra, la imagen de los alanos se mantenía viva, pues aquellos perros, ya desaparecidos, mantenían una bien ganada fama de fiereza. A ellos dedica Juan Carlos Segura Just su Soldados de cuatro patas. Los perros de guerra de España, libro que acaba de publicarse.
La obra de Segura viene a cubrir un hueco dentro de los estudios relativos al despliegue bélico español en el Nuevo Mundo, pues aunque abundan los libros dedicados a las armas empleadas o al factor equino, se ha prestado poca atención al papel jugado por los canes durante la conquista y pacificación de aquellas tierras. En definitiva, si de lo que se trata es de reconstruir con fidelidad escenas propias de aquellos días, el libro de Segura aporta un elemento animal a menudo soslayado. Al metálico sonido de las espadas, a los relinchos de los caballos, a la estremecedora grita de los indios, ha de sumarse el ladrido de los perros españoles.