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Santiago Navajas

Sísifo vota a Vox

La izquierda mediática española está acomplejada de ser española. Pero la izquierda popular española no se avergüenza de ser izquierda ni de ser española.

'Sísifo', el obrero de Vox entrevistado en 'Ctxt' | Archivo

–Periodista progre: Como obrero que eres, trabajador, ¿no tienes conciencia de clase?
–Trabajador de los que sudan: Sí, sí, claro. Yo he vivido muy bien cuando ha estado gobernando la derecha en este país.
(Campaña electoral, 24 de abril de 2019).

El periódico anticapitalista ctxt mandó a uno de sus reporteros a la calle a preguntar a la gente qué iba a votar. Lo que sucedió a continuación le sorprenderá. El primer transeúnte con el que se topó era un currante que llevaba a hombros un cristal o pladur envuelto en cartón más grande que él. El reportero Willy alucina: "Hay obreros de derechas y obreros de extrema derecha... Aquí tienen uno. Juzguen ustedes mismas" (lo de "mismas" no es errata sino progrés, el lenguaje inclusivo que utilizan los medios políticamente correctos para evitar usar el español).

¿Por qué un medio de extrema izquierda se burla de un trabajador? Su pecado mortal fue pensar por sí mismo, no dejándose de llevar por el determinismo de clase ni el acoso moral en su entorno. El currante en cuestión dijo que iba a votar por Vox. Este trabajador es el equivalente contemporáneo de August Landmesser, el obrero alemán que se mantuvo cruzado de brazos ante Hitler mientras los demás, fieles a su conciencia de clase nacional-socialista o a la muy comprensible violencia totalitaria, levantaban el brazo (mano extendida o puño, qué más da). Ctxt se asemeja, por otro lado, al Pravda, el brazo mediático de la muy anticapitalista URSS.

Frente al entrevistador alienado por sus prejuicios, el cristalero, sudor honrado y manos callosas, explica que quiere que gane Vox, que Iglesias vive una contradicción insalvable entre ser comunista y vivir en una mansión de cien millones de pesetas (una cifra que suena más rotunda y verdadera que los equivalentes 600.000 euros), que él ha vivido mejor con la derecha y que tener conciencia de clase para los que trabajan de verdad consiste en ganar más dinero para no pasar apuros a fin de mes. Un "trabajo basura", le escupe en la cara el periodista, al que no ha gustado que la primera piedra de toque de su serie de entrevistas le haya salido de derechas y respondón; pero el obrero explica al burgués reportero que quien tiene un oficio puede trabajar. Es decir, pone el dedo en la llaga de un país como España, en el que sobra abandono escolar (población infraescolarizada), sobran títulos universitarios (población sobreeducada) y falta Formación Profesional. En suma, sobran periodistas listillos y políticos comunistas oportunistas y atrabiliarios, mientras que faltan trabajadores con criterio, lúcidos y valientes que puedan salir de la burbuja en la que pretenden introducirlos los intelectuales orgánicos mediante la burla y la ofensa.

Sísifo era un titán griego al que los dioses olímpicos condenar a cargar una gran piedra hasta la cima de una montaña, donde indefectiblemente volvía siempre a rodar para abajo, por lo que también siempre Sísifo tenía que volver a subirla. Sin embargo, el filósofo Albert Camus imaginó al titán satisfecho consigo mismo por tener una tarea que hacer en la subida y un paisaje que admirar en la bajada (¡a pesar de ser ciego!).

Sísifo es una metáfora para el filósofo francés del esfuerzo inútil e incesante del hombre. Pero también de la capacidad humana de dar sentido al absurdo de la existencia. Es el hombre rebelde por antonomasia. La vida no tiene sentido en sí pero forma parte de la responsabilidad humana crearlo. No preguntes lo que la vida puede hacer por ti sino lo que tú puedes hacer para que tenga valor. Al trabajador anónimo votante de Vox podríamos llamarlo Sísifo. Porque currará toda su vida ganándose el pan con el sudor de su frente; pero también porque su vida aparentemente absurda cargando paquetes y bultos está llena del sentido que le dan las tradiciones y valores patrióticos que defiende con rebeldía indómita ante el acoso moral de los que pretenden encadenarlo a los grilletes de una ideología y de su clase.

Y si nuestro héroe proletario es Sísifo, ¿qué decir de su santa esposa? Hace falta tener el valor y la inteligencia de Hedy Lamarr para defender en la cara del enésimo feminista de género que Vox es el único partido que defiende a la mujer. La primera razón que esgrime nuestro Sísifo en nombre de su Hedy es que el partido de Abascal defiende la cadena perpetua para los violadores, peligrosamente adictos y reincidentes. La segunda razón se la doy yo. En esRadio, Pedro J. Ramírez criticó a Vox por defender una ampliación del ya existente derecho a llevar armas para que también ampare la legítima defensa porque, defendía el exdirector de El Mundo, el Estado tiene el monopolio legítimo de la violencia. Lo que es indudable dentro de la teoría del contrato social. Pero no tiene el monopolio de las armas sobre las que cabe regular, no prohibir. Y del mismo modo que las armas como defensa personal fueron un factor importante para proteger a los políticos amenazados por ETA, así ahora también sería no solo deseable sino de urgente necesidad armar a las mujeres maltratadas y amenazadas que así lo deseasen. Esta sería una forma de empoderar realmente a las mujeres afectadas y no a toda la trama burocrática que se ha montado a su alrededor. ¿Queremos mujeres realmente independientes y autónomas o sustituir el paternalismo familiar por el estatal?

La izquierda popular tiene un sano sentido patriótico, ama sus tradiciones y su lengua. Galdosiana y lorquiana, no traga el postureo elitista de la izquierda mediática, siempre rendida a la moda cultural anglosajona.

En una viñeta de Chumy Chúmez, un intelectual de izquierdas (melena, camiseta de rayas horizontales, gafas redondas oscuras a lo Lennon, barba descuidada, libro al flanco como adarga antigua) exclama ante un grupo de campesinos que parecen sacados de Los Santos Inocentes: "A veces pienso que esta gente no merece que me lea entero El Capital". El genial humorista vasco captó a la perfección esa mezcla de condescendencia, arrogancia e ignorancia (nunca terminaban de leerse El Capital porque no entendían nada) que caracteriza al cultureta de cerveza artesanal y hamburguesa vegana, que suele salpicar las conversaciones con expresiones en inglés perfectamente prescindibles y menciona ignotos grupos pop porque cree que la etiqueta de izquierdas, la apariencia desastrada y la chulería dialéctica constituyen una licencia para despreciar al resto de los humanos desde una autoimpuesta superioridad moral.

Parte del voto a Vox es un voto de la izquierda popular contra la izquierda mediática. Por eso la mediática ataca tan ferozmente a la popular, como han hecho varios periodistas de El País que han tratado de ofender y humillar a los votantes de Vox reduciéndolos a un estereotipo de borrachos y analfabetos. Se trataría de decidir entre el muy castizo chorizo frente a la muy ecologista quinoa. O los muy reaccionarios toros contra el muy pacifista yoga. Pero la vida real es mucho más compleja y mucho menos maniquea que la burbuja en la que viven los intelectuales que han sustituido a Susan Sontag por Barbijaputa. La izquierda popular tiene un sano sentido patriótico, ama sus tradiciones y su lengua. Galdosiana y lorquiana, no traga el postureo elitista de la izquierda mediática, siempre rendida a la moda cultural anglosajona. Generosa con las autonomías ha dicho basta ante el golpismo. La izquierda popular sobre todo no perdona las contradicciones hipócritas, esas que la izquierda mediática justifica con cinismo porque en su caso no surgen de la necesidad sino del oportunismo. Iglesias de smoking en los Goya, de proletario en el Congreso. Sánchez en el Falcon. La derecha mediática española está acomplejada de ser de derecha. La izquierda mediática española está acomplejada de ser española. Pero la izquierda popular española no se avergüenza de ser izquierda ni de ser española. Cabe sospechar que Guerra votará a Vox.

Escribía Camus en El mito de Sísifo: "El cuerpo, la ternura, la creación, la acción, la nobleza humana recuperarán su lugar en este mundo insensato. El hombre volverá a encontrar en él finalmente el vino de lo absurdo y el pan de la indiferencia con que se nutra su grandeza". Ignoro cuál será el resultado de las elecciones el día 28, solo deseo que los Sísifos y las Hedy Lamarr de este país, los que se levantan temprano para echar sobre sus hombros España, pueden sentir al despertarse que su país ha recuperado la nobleza y la grandeza que ha perdido en los últimos tiempos, no por su culpa sino por la acción concertada de golpistas apoyados por terroristas sosteniendo a un pelele y una marioneta.

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