Jean Gabin y Simone Signoret recibieron 1971 el Oso de Plata a la mejor interpretación en el Festival de Berlín por la película El gato. En las categorías masculina y femenina. Cincuenta años después, sería mucho más difícil que ambos consiguieran el galardón por la nueva estupidez de la ideología de género: eliminar la distinción masculino-femenino en los premios de interpretación. Y es que, según proclaman los directores del certamen, Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian,
Siguiendo su propia lógica Rissenbeek y Chatrian, deberían despedirse a sí mismos, o al menos a uno de los dos, y así concienciar de manera más sensible sobre cuestiones de género. Naturalmente, el damnificado debería ser Chatrian, para que alguien tan femiprogre dé ejemplo de cómo un hombre no roba protagonismo a una mujer ni transmite la sospecha de que ella únicamente está ahí para cumplir una cuota. Lo que está detrás de esta nueva progrez es evitar la polémica respecto a los actores trans, ya que se generaría una polémica sobre si categorizarlos con la demonizada dupla binaria masculino-femenino. Y han preferido esconderse detrás de la barrera que coger el toro por los cuernos: ¡haber innovado con una nueva categoría para la interpretación trans! Eso sí que hubiese concienciado...