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Eduardo Goligorsky

La trola del cordón sanitario

La promesa categórica de Illa de no pactar con independentistas figurará en una futura enciclopedia de burdos trampantojos políticos.

La promesa categórica de Illa de no pactar con independentistas figurará en una futura enciclopedia de burdos trampantojos políticos.
Salvador Illa. | EFE

Los cordones sanitarios se instalan para aislar herméticamente a los individuos infectados separándolos de los sanos con el fin de evitar que los primeros contagien a los segundos. Cuando quienes han asumido el compromiso de cuidar que se cumplan inexorablemente las normas de aislamiento permiten filtraciones o, peor aun, las provocan intencionalmente en aras de su interés personal, es lógico que la sociedad los destituya y les aplique un correctivo severo. Y esto vale tanto para los casos en que se ha desplegado el cordón con el fin de proteger la salud pública como para aquellos otros en que, ya en el plano político, cumple la función de garantizar la supervivencia de las comunidades civilizadas en condiciones de paz y bienestar, defendiéndolas de los ataques organizados por los remanentes de la barbarte arcaica.

Burdos trampantojos

Vayamos a los hechos. La promesa categórica de no pactar con independentistas, que Salvador Illa repitió cuantas veces pudo durante la campaña electoral catalana, figurará en una futura enciclopedia de burdos trampantojos políticos, junto al ya apolillado timo de Pedro Sánchez sobre el insomnio que le produciría una alianza con Pablo Iglesias. Tal para cual. Ahora Illa propone aislar con un cordón sanitario a… Vox. ¿Y quiénes son los únicos socios con los que puede contar para trenzar este cordón? Pues los antes impugnados independentistas. También en este caso: tal para cual.

Por supuesto, llla no hace más que obedecer las directivas de su partido, el PSOE entreguista que, apenas conocidos los resultados del 14-F, festejó (LV, 16/2) “el hecho de que hayan sido dos partidos con raíces y de los de mayor solera en el sistema político catalán y español, PSC y ERC, los que han ganado estas elecciones, tanto en votos como escaños, y que sean también los que de una u otra manera –y mirando cada uno a sus principios u objetivos políticos– abogan por el diálogo”.

Bendición de la sacerdotisa

Más explícito fue, según otra crónica del mismo día, el expresidente socialista de la Generalitat, el obsecuente y espectacularmente humillado por charnego José Montilla, quien propuso “buscar vías de entendimiento entre republicanos y socialistas”. Y cuando un entrevistador le preguntó a Illa si había vetado recibir “los votos independentistas de ERC”, el discípulo del felón Sánchez respondió tajantemente (LV, 21/2): ”Yo no hice ningún veto (…) ERC ha de elegir: yo o una derecha con personas xenófobas”. Si ERC lo elige a él, no hay veto a los independentistas recalcitrantes. Chau cordón sanitario.

Illa no solo niega ahora haber vetado a ERC, sino que para rematar la trapacería ha propuesto públicamente a todos los partidos –y todos incluye a los antiespañoles reincidentes y los antisistema pirómanos– un acuerdo para “impedir que Vox tenga protagonismo en el Parlament y se haga con determinados cargos” (LV, 28/2), lo que implica encerrarlo tras el cordón sanitario blindado que había prometido aplicar a los independentistas.

La trola del cordón sanitario de Illa también queda al descubierto cuando recibe la bendición solemne de la gran sacerdotisa del caos, Pilar Rahola (“Cordón sanitario”, LV, 26/2):

El PSC acaba de plantear una iniciativa relevante al resto de los partidos: aislar a la extrema derecha en el Parlament, plasmada en la propuesta de dejar a Vox fuera de la Mesa y de la dirección de las comisiones. Además, el grupo socialista plantea que nadie rubrique iniciativas parlamentarias con Vox, ni se propongan declaraciones institucionales con los ultras. (…) Personalmente aplaudo la iniciativa. (…) Bienvenida, por tanto, la propuesta socialista.

Junto a los infectados

Curioso, muy curioso, como dijo Alicia en el País de las Maravillas. Illa, que, más allá de su nombre, funge de salvador, ha pasado por encima del cordón sanitario y ha ido a parar del lado de los infectados: está junto a ERC, JxCat , la CUP y comuns, los sediciosos antiespañoles y vándalos antisistema que también proscriben inquisitorialmente a Vox… un partido que, por contraste, está en el lado sano de la barrera, junto a Ciudadanos y el PP.

Precisamente Inés Arrimadas y Carlos Carrizosa han recordado a Illa –con lenguaje más educado que el que empleo a continuación– que su búsqueda de interlocutores para una investidura espuria lo ha arrojado en brazos de la casquería de la política catalana. Una escoria que empieza por la extrema derecha racista y xenófoba subordinada al prófugo Carles Puigdemont, con la que su partido ya está amancebado en la Diputación de Barcelona. Y que continúa por la extrema izquierda cuyos capos exigen desarmar a las fuerzas del orden para dejar la vía libre a okupas, narcotraficantes, guerrillas urbanas y hordas de saqueadores. Lo estamos viendo.

Un giro de 180º

La trola del cordón sanitario, tal como nos la quieren vender, ya no engaña a nadie. Lo que existe es una frontera moral y cívica que separa, por un lado –el enfermo–, a los mercaderes de odio que se revuelven contra el Estado de Derecho y provocan irracionalmente la ruina sanitaria, social y económica de su feudo mostrenco amputado de Europa y del mundo civilizado y, por otro –el lado sano–, a los ciudadanos libres e iguales leales a su patria, a su Constitución y a la Monarquía parlamentaria.

Todavía estamos a tiempo de que la sociedad víctima de los depredadores abandone la pasividad derrotista en la que está postrada, y obligue al señor Illa y a su partido a dar un giro de 180º para colocarse en el lado sano de esta frontera. Deprisa, deprisa.

PS: El catalanista Antoni Puigverd reacciona, abochornado, contra la estulticia de sus correligionarios conchabados con los neandertales de la CUP (“Besar las piedras”, LV, 3/2): “El país se hunde, el partido que en cifras relativas ha crecido más es Vox, pero las clases medias catalanas han decidido besar las piedras que destruyen sus propias tiendas”. ¿Hasta cuándo?, preguntamos nosotros, compadeciéndolas.

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