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Gloria Lago

El bilingüismo obligatorio no es la solución

A la cabeza en exclusión del español está Galicia. A eso habría que aplicarle el término favorito de Feijóo: "bilingüismo cordial".

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo | EFE

Quienes nos oponemos a la inmersión lingüística total obligatoria en la enseñanza, proponemos, básicamente, dos soluciones diferentes al problema: la aplicación de porcentajes de horas o asignaturas en cada lengua, o que sean las familias las que elijan la lengua vehicular de las asignaturas. En Hablamos Español estamos a favor de la elección de lengua. Si bien nos parece conveniente que también exista una línea con el 50 % en cada idioma donde esto sea posible, una opción que, probablemente, tendría bastante aceptación en Cataluña, creemos que se debe ofrecer como una alternativa a la educación plena en la lengua materna o en la elegida por la familia, pero no como una imposición.

Estudiar con varias lenguas como vehiculares puede, en muchos casos, ralentizar el aprendizaje, e implica dejar de adquirir terminología y vocabulario específico en la lengua materna o prioritaria para esa familia. Por otra parte, no debemos olvidar que las horas que se dedican en las comunidades con lengua regional al estudio de la otra lengua cooficial como asignatura, suelen emplearse en las demás comunidades de España para reforzar Lengua, Matemáticas o Lengua extranjera. Esto supone un peaje que creemos necesario para que el alumnado conozca la otra lengua de su comunidad, pero suficiente para desenvolverse en ella, si lo que se prefiere es estudiar en español.

Tanto la propuesta de porcentajes impuestos, como la de elección de lengua, son acordes a la Constitución Española, si bien el bilingüismo obligatorio choca con los compromisos adquiridos por España al ratificar la Carta Europea para las Lenguas Regionales o Minoritarias (CELROM), lo cual, según el artículo 96.1 de la CE, es derecho interno español y su incumplimiento es inaceptable. Por su parte, el sistema de elección de lengua encuentra un escollo en la ambigua redacción del epígrafe 3 del artículo 35 del Estatuto de Autonomía de Cataluña.

Si analizamos cómo han resuelto esta cuestión en los países de Europa que tienen varias lenguas oficiales en todo o parte de su territorio, y que han ratificado la CELROM en los mismos términos que España: Reino Unido, Finlandia, Eslovenia, Eslovaquia y Rumanía, veremos que en todos ellos se elige lengua en la enseñanza, y que en ninguno se obliga a recibir la enseñanza en otra lengua, ni siquiera parcialmente. Es importante, también, señalar que en aquellos lugares donde una lengua regional y otra internacional comparten espacio, las familias suelen ir decantándose por esta última a medida que sus hijos van avanzando en el sistema educativo, aunque no sea su lengua materna. Así, en Gales, por ejemplo, al llegar a Secundaria, la inmensa mayoría elige enseñanza en inglés. ¿Odian o menosprecian esas familias la lengua regional, son intolerantes lingüísticos, como diría Feijóo? No, sencillamente creen más interesante para la formación de sus hijos estudiar en una lengua con más poder de comunicación.

Eso es lo que proponemos desde Hablamos Español para el ámbito de la enseñanza, poder estudiar en la lengua oficial elegida, con la otra lengua como asignatura y adicionalmente una opción al 50 % donde tenga aceptación. En lo que respecta a la Administración, reclamamos respeto a la cooficialidad en la rotulación, documentación, campañas institucionales, toponimia y ayudas a la creación cultural.

Nuestras propuestas, defendidas en los mismos términos en todas las CCAA llamadas bilingües, las hemos recogido en una proposición de ley que se debatirá pronto en las Cortes Valencianas, tras lograr cuadruplicar el número preceptivo de firmas certificadas. Nunca antes los partidos políticos habían tenido que posicionarse con claridad sobre esta cuestión y será la primera vez que se debatirá en comisiones y pleno una ley así en un Parlamento español.

Es necesario abordar la cuestión de la política lingüística en España con rigor y en profundidad. Hemos reclamado a las grandes cadenas, a la estatal y a las privadas, la celebración de un debate. Nadie ha recogido todavía ese guante. Mientras esperamos, tendremos que seguir asistiendo a un goteo de frases vacías y ocurrencias resentidas, proferidas en intervenciones públicas y artículos de opinión, con el bilingüismo como telón de fondo. Volveremos a leer y escuchar el mantra —sociedad bilingüe enseñanza bilingüe— que, aunque proviene de quienes de forma bienintencionada proponen su solución al problema, no deja de ser una falacia de división que atribuye una cualidad del todo a cada una de las partes que lo constituyen. Es decir, que, en una sociedad bilingüe, no todos sus miembros tienen por qué ser bilingües "perfectos"; de la misma manera que es falaz afirmar que si hay dos lenguas oficiales en un territorio, todos los alumnos han de recibir la enseñanza usando las dos como vehiculares.

En cuanto a los partidos que más se pronuncian sobre esta cuestión, seguiremos contemplando una política de brocha gorda, con el Presidente del Partido Popular dejando caer las frases de bote que tanto eco están teniendo estos últimos días, "nadie tiene derecho a impedir que nuestros hijos aprendan las dos lenguas y luego hablen en libertad la que quieran", decía esta semana. Como nadie cuestiona que se aprendan las lenguas regionales, habrá que suponer que lo que en realidad quiso decir es que no existe el derecho a que aprendan en una lengua. Al escucharlo me resultó inevitable recordar el antes citado artículo 35 del Estatuto de Cataluña, que proclama que los alumnos tienen derecho a no elegir lengua en la enseñanza. Ahí queda eso.

A lo largo de estos años de contacto con nacionalistas, he comprobado que son verdaderos malabaristas de la manipulación del lenguaje. Así, el Presidente del PP califica como "monolingüismo empobrecedor" estudiar en español. Le parece una riqueza que los niños en Galicia tengan prohibido estudiar en español en Primaria las asignaturas estrella para adquirir facilidad en el manejo de textos y adquisición de terminología, como son Ciencias sociales y Ciencias Naturales. La misma categoría de asignaturas las prohibió en Secundaria. Por lo visto, los alumnos de Francia, Dinamarca, Alemania y otros países son monolingües "empobrecidos".

La semana pasada, estas excentricidades dialécticas del Presidente del Partido Popular coincidieron con la publicación desde Hablamos Español de un estudio titulado "Informe para incrédulos", con 400 páginas de imágenes que retratan la ausencia de nuestra lengua común en todo lo oficial, incluido el ámbito sanitario en las administraciones públicas llamadas bilingües, de España. A la cabeza en exclusión del español está Galicia. A eso, según la terminología de Feijóo, habría que aplicarle su término favorito, "bilingüismo cordial".

Gloria Lago. Presidente de la Asociación Hablamos Español

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