Menú
Santiago Navajas

10 razones a favor de la monarquía. Y 8 en contra

Para estar de acuerdo con la monarquía basta darse cuenta del absurdo de las razones en contra.

Para estar de acuerdo con la monarquía basta darse cuenta del absurdo de las razones en contra.
El rey Felipe VI pasa revista a las tropas durante la celebración de la Pascua Militar este viernes en la plaza de la Armería de Madrid, frente al Palacio Real. | EFE

Para estar de acuerdo con la monarquía basta darse cuenta del absurdo de las razones en contra. Se aduce contra ella el coste económico, como si un Jefe de Estado republicano no viviese en un palacio, tuviese un sueldo y se le aplicase un presupuesto. El Quirinale, la residencia del presidente de Italia, tiene un presupuesto de 228 millones de euros. También se aduce que un sistema monárquico no es democrático, lo que vale para Marruecos, cuyo rey lo es por la gracia de Dios, pero no para Suecia, cuyo estatus viene de la Constitución. Es cierto que se discrimina, ya que hay una línea de sucesión familiar, pero tampoco cualquiera puede ser presidente de los Estados Unidos, porque solo lo pueden ser los nacidos en EE.UU., para horror de Kissinger (y nuestro alivio). También se suele criticar a los monarcas una supuesta falta de responsabilidad por sus actos. Que se lo digan a Juan Carlos de Borbón en su "exilio" entre monarcas-jeques a los que no hay quien les tosa. Por no hablar, sostienen los críticos, de su falta de "representatividad", que es como pedir representatividad a las autonomías, el poder judicial o la economía social de mercado, todas ellas instituciones consagradas en la Constitución y, por tanto, votadas mayoritariamente por los españoles en una fecha de la que ahora pretende hacer tabla rasa la ultra(extrema)izquierda en el gobierno. Es verdad que no es muy transparente la institución, pero tampoco lo es RTVE, el gobierno y, en general, los políticos españoles que ocultan tras una pared de plomo sus rostros de cemento armado. Si hay que apostar en España por una institución que terminará siendo transparente, les recomiendo más la Zarzuela que la Moncloa.

Tras esta parrafada refutando los argumentos típicos y tópicos contra la monarquía, permítanme que desgrane los puntos fundamentales por los que la monarquía es el mejor sistema posible en su versión constitucional:

1. Es una tradición. Y lo bueno de las tradiciones es que incorporan reglas de funcionamiento conocidas que hacen más fácil orientarse. Por ejemplo, el teclado qwerty. Cuando se cambie el teclado qwerty, podremos empezar en cambiar la monarquía española.

2. Es una institución fuerte. Un problema tanto con la primera república española como con la segunda es que sus instituciones eran muy frágiles. Bastaba un contratiempo con las personas que las encarnaban para que la propia institución fuese puesta en cuarentena. De hecho, las repúblicas consolidadas, como la francesa o la estadounidense, ha copiado los fastos, los ritos y los mitos propios de monarquías.

3. Es un símbolo potente. Los símbolos tienen su propia lógica, no operan como conceptos, sino como metáforas. Cuando los historiadores se ponen en plan positivista y pretenden que comulguemos con la rueda de molino historicista de que España empezó como nación en el siglo XIX, basta recordar a Isabel y Fernando y se pasa la tontería. También vale leer a Quevedo o Góngora.

4. El recambio es claro. ¿Quién va a ser el próximo presidente del gobierno? ¿Y del Tribunal Constitucional? ¿Va a fichar el Real Madrid a Mbappé y/o Haaland? El futuro está envuelto en la niebla. Por eso es conveniente un faro que ilumine con la certeza de su localización. La monarquía ejerce de faro en mitad de la niebla.

5. Es una garantía de estabilidad. Equilibra. Tras la captura del Tribunal Constitucional por parte de los socialistas, imaginen como sería si la Jefatura del Estado estuviese en manos de alguien que dependiese del pacto entre el PP y el PSOE, es decir, del PSOE.

6. Prestigio. Donald Trump mandó sentar a Pedro Sánchez en una reunión del G-20. A su vez, Trump recibió a Felipe VI en la Casa Blanca. La figura del Rey de España, como también la de la Princesa Leonor, son una garantía de que la marca España tiene un icono de gran valor. Es cierto que puntualmente este prestigio puede convertirse en su reverso tenebroso, pero las distintas monarquías han mostrado, sobre todo la española, que los propios mecanismos institucionales garantizan un recambio veloz y el mantenimiento de dicho prestigio.

7. Aporta solidez en tiempos líquidos. Decía Zygmunt Bauman, el profeta de nuestra era evanescente, "los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulación, la flexibilización o la liberalización de los mercados". También decía San Ignacio de Loyola: "En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación". En medio del fluir y la desolación, la incertidumbre y el caos, la monarquía es una institución que aporta durabilidad, persistencia y garantizan la forma. Si no existiera la monarquía, España habría dejado ya de existir tal y como la conocemos.

8. Proporciona ejemplaridad. Vale, esto es más discutible. Diana, Carlos y ahora Enrique, en Gran Bretaña. Juan Carlos, en España. La tribu monegasca. Sin embargo, cuando se haga un balance neto del exmonarca español, por ejemplo, no me cabe duda de que será mucho más relevante sus imágenes enfrentando el golpe de Estado o haciendo callar al histrión bolivariano que las fotografías cazando elefantes o, santa madre de dios, con una gorra en una barbacoa haciéndole un perrito a la plancha al hijo de Corinna Larsen.

9. Contribuye a la separación de poderes. Los tres tradicionales poderes que hay que separar en la democracia liberal son el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Polonia y España son un claro ejemplo de cómo el ejecutivo está fagocitando a los otros dos a pasos agigantados. La diferencia entre Polonia y España reside precisamente en que la jefatura de estado monárquica es mucho más resistente a los ataques a su independencia que la republicana polaca, también subordinada al ejecutivo ultraconservador, como el resto de poderes del Estado español, al ejecutivo ultraizquierdista.

10. Centra el discurso político. Juan Carlos con Suárez, Juan Carlos con Carrillo, Juan Carlos con Tarradellas… incluso a Jordi Pujol le dio mil patadas en el estómago que su hijo y su panda de las juventudes nacionalistas organizaran una pitada a Juan Carlos en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos. De los políticos más relevantes en los últimos años, solo Pablo Iglesias y Carles Puidgemont no han transigido con el influjo moderador de la monarquía. No es de extrañar que hoy día en España el republicanismo se asocie con la extrema izquierda, el golpismo, la xenofobia, la revolución y la violencia política.

Cuanta más y mejor monarquía, menos de las peores tentaciones republicanas.

0
comentarios