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Santiago Navajas

La religión más asesina de la historia

La verdad es que la religión que más ha asesinado en la historia siguiendo sus creencias fundamentales ha sido el ateísmo.

La verdad es que la religión que más ha asesinado en la historia siguiendo sus creencias fundamentales ha sido el ateísmo.
Hitler y Stalin | archivo

Antes de tirar la primera piedra es bueno comprobar si uno está libre de pecado. ¿Qué religión ha matado más en la historia siguiendo sus dogmas, los cristianos, los musulmanes, los budistas…? La verdad es que la religión que más ha asesinado en la historia siguiendo sus creencias fundamentales ha sido el ateísmo. Ateos eran los sistemas totalitarios comunistas. Incluso es posible considerar el régimen de Hitler como una forma de ateísmo pagano. En los comunistas se enseñaba en las universidades una asignatura titulada "Ateísmo científico". El ejemplo paradigmático de ateo totalitario fue Stalin. Cuando Pierre Laval, el ministro francés de Petain que fue a Moscú a organizar el pacto franco-soviético, le pidió al dictador comunista que rebajase la presión contra los creyentes católicos para suavizar la tensión con el Vaticano, se rió el georgiano y preguntó sarcástico con cuántas divisiones contaba el Papa.

Los ateos pretendidamente científicos no solo prosperaban bajo el régimen soviético. Su origen está en el inicio del Terror político por parte de Robespierre, que divinizó a la Razón para que ejerciese de sustitutivo laico de Dios. San Agustín tenía que ser sustituido por San Helvecio. Más tarde, Santo Tomás de Aquino sería cancelado para poner en su lugar a San Auguste Comte. Helvecio y Comte, santos patrones del materialismo vulgar y el ateísmo doctrinario, encontrarían gran predicamento entre los comunistas del siglo XX. En el Diccionario Soviético de Filosofía se aplaudía a Helvecio porque "considera que hay un vínculo directo entre la religión y la tiranía". Seguro que aprecian la ironía de que una obra soviética oficialmente atea considere la tiranía y lo religioso como algo negativo.

No podían faltar en la Inquisición atea los laicos fundamentalistas de nuestras sociedades liberales. Por ejemplo, el polemista británico Christopher Hitchens, conocido por ser uno de los Cuatro Jinetes del Ateísmo Anticlerical y Antirreligioso, junto a Daniel Dennett, Richard Dawkins y Sam Harris. Hitchens escribió un ensayo contra la religión titulado Dios no es bueno. Los Cuatro Jinetes se autoetiquetan como "humanistas laicos, ateos y agnósticos", aunque su humanismo es primitivo; su laicismo, dogmático; y su ateísmo y agnosticismo parece salido del Reader’s Digest versión masónica. El panfleto de Hitchens es una redacción escolar que parece escrita por un bachiller con sobredosis de testosterona y lecturas trotskistas, al que le gusta ser aplaudido por sus ocurrencias extravagantes en el club de debate de Eton.

Como decía, antes de tirar la primera piedra es bueno comprobar si uno está libre de pecado. En mi caso, declaradamente humanista, laico y ateo, procedía señalar el reverso tenebroso de mi propia tribu, que tiene el maleducado prurito de creerse superior a los demás. Los mejores de todos nosotros, de David Hume a Charles Darwin, no incurrirían en las altiveces frívolas y mendaces de Hitchens, más parecido al Gran Inquisidor que al Doctor Eximius. Si el precio nietzscheano de matar a Dios era que el monaguillo ateo y nazi Martin Heidegger nos diese lecciones de angustia y muerte entre Friburgo y Auschwitz, mejor nos hubiésemos quedado entre el Vaticano y Wittenberg. Sobre el gulag y el campo de exterminio sobrevuela la advertencia de Iván Karamazov: "Si Dios no existe, todo está permitido".

Todo esto viene a colación de que un musulmán ha asesinado a unos cristianos, pero desde medios de izquierda poco menos que han acusado a los cristianos de ser los culpables. Claro que también se ha dicho que cinco policías negros en EE.UU. han asesinado a un ciudadano negro, pero que la culpa es de los blancos. Como que Putin ha invadido Ucrania, pero que si la OTAN… Si el siglo XX era un cambalache, el siglo XXI está resultando ser una estafa al por mayor. Los musulmanes de la Conferencia Islámica han condenado el ataque, pero no ayuda a la causa, como ha señalado Fernando Reinares, que el firmante del documento de dicha Conferencia Islámica sea alguien que está siendo investigado por delito de financiación del terrorismo yihadista. O en la Conferencia Islámica son muy ingenuos, o muy ignorantes, o muy cínicos.

En la película El joven Ahmed (2019), los hermanos Dardenne muestran cómo un niño musulmán de 13 años es fanatizado por su imán, que le adoctrina en la pureza islámica y el asesinato de una de sus profesoras, también musulmana. Esto no va de una guerra entre religiones, sino de una batalla por la humanidad. Los musulmanes tienen el deber de denunciar a los que dentro de su religión están fanatizando. También tienen el deber de adecuar su religión a los valores universales de la dignidad de la persona; sobre todo defendiendo la libertad de las mujeres, eliminando las presiones para que vistan las vestimentas retrógradas y machistas que son símbolo del islam político, así como permitiendo las zonas mixtas para el rezo en todas las mezquitas, siguiendo el ejemplo de las mezquitas liberales europeas, en lugar de los ultraortodoxas africanas y asiáticas; por último, tienen que denunciar los regímenes políticos dictatoriales que se escudan en la religión islámica para implantar regímenes sin derechos y sin democracia, de Marruecos a Irán pasando por Palestina. Como es deber de los humanistas laicos denunciar a los que desde la izquierda hacen el juego a los islamistas que pretenden que velos y burkas son meras elecciones personales sin presupuestos teológicos e implicaciones políticas.

"No podemos identificar el terrorismo con ninguna religión ni con ninguna fe", ha dicho la Conferencia Episcopal Española. Sin embargo, hay multitud de fes con una relación directa con hogueras, puños y pistolas: véase Torquemada, Calvino, Lenin, Hitler, Jomeini, Bakunin, Marx… Es debatible que Dios no sea bueno, pero es indiscutible que muchos de sus seguidores son malvados. Y es deber de los buenos expulsar de su seno a los malos. Sean cristianos, musulmanes, budistas o, ay, ateos.

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