Menú
Santiago Navajas

¿Cómo escoger estudios a los 18 años?

Tiene que suponerte un nivel de vida adecuado a tus necesidades, pero igualmente debe facilitarte el cumplimiento de tus intereses y anhelos.

Tiene que suponerte un nivel de vida adecuado a tus necesidades, pero igualmente debe facilitarte el cumplimiento de tus intereses y anhelos.
La Rioja ha sido la primera región en la que han comenzado, este miércoles, las pruebas de la EBAU 2022. En la imagen, estudiantes en Logroño. | EFE

Se suele decir que a una mujer no le preguntes su edad ni a un hombre cuánto gana. Hay temas tabúes en una cultura tan charlatana como la española. Pues tenemos un problema porque para decidir qué deben hacer los estudiantes que salen del Bachillerato a la hora de elegir una carrera universitaria o de Formación Profesional tienen que ser muy conscientes de cuántos años les quedan por vivir y de cuánto dinero quieren ganar. Decía Jesús "¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?, ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?". Jesús tenía razón, pero también nos debemos plantear para qué le sirve a un hombre obtener una satisfacción espiritual suprema si se muere de hambre. El reino de Jesús no era de este mundo, y tampoco el de los muy ricos de nacimiento (como decía Scott Fitzgerald, los ricos no son como usted y yo, estimado lector, salvo que sea de la familia de Amancio Ortega y similares), pero el común de los mortales tiene que alcanzar un equilibrio de compromiso entre ganar el mundo y salvar el alma, lotería mediante.

¿Por qué elegimos una carrera concreta, Historia del Arte o Biotecnología? Es usual que el entorno familiar español le sugiera al alumno en cuestión la opción prudente, vinculada a la estabilidad profesional, sin mucho estrés laboral y un colchón financiero suficiente, o sea, funcionario, juez o cualquier trabajo cuyo jefe sea el Estado y se consiga mediante oposición. También que se fijen en las aptitudes y actitudes, de manera que si el alumno en cuestión manifiesta habilidades matemáticas, es empujado hacia una ingeniería, relacionada con un estímulo salarial mayor. Pero, ay, los alumnos prefieren hacer caso a la llamada de Píndaro, aunque no sepan quién es el poeta griego, para llegar a ser lo que son (o lo que creen que son) en lo más hondo de su alma, con lo que la prometedora ingeniera o biomédica decide matricularse, para horror de sus padres y desesperación de su peluquero, en Bellas Artes o Filosofía.

Elegir es renunciar. Elegimos una pareja con la que compartir nuestras vidas entre seis mil millones de personas. También la religión, el equipo de fútbol y la marca de cerveza. En el caso de los estudios especializados significa renunciar a ser, en la mayor parte de los casos y a despecho de nuestros sueños infantiles, cosas como astronautas. Pero la renuncia es hermosa porque la vida no se descubre ni se construye, sino que emerge a lo grande a partir de pequeñas decisiones que deben combinar la inteligencia con la emoción, la razón con la pasión. Las emociones son privadas y particulares, pero la racionalidad aplicada sí puede ser compartida. Por ello, sea cual sea tu emoción, unas reglas comunes te pueden servir para llegar a buen puerto (y si naufragas en el camino, al menos que sea con la satisfacción del deber cumplido). ¿Qué factores deberíamos tener en cuenta? Primero, por la disciplina en sí. Pero también porque, en principio, nos queremos ganar la vida en relación con dicha disciplina. Ganar la vida no solo en sentido material, sino también espiritual. Tiene que suponerte un nivel de vida adecuado a tus necesidades, pero igualmente debe facilitarte el cumplimiento de tus intereses y anhelos. Que te permita pagar la hipoteca y la autorrealización personal.

La edad es importante porque la esperanza de vida se ha disparado, de lo que me alegro, y la edad de jubilación se va a ir retrasando progresivamente, lo que siento por las próximas generaciones. Esto significa que la vida laboral se va a alargar, por una parte, pero también que se va a extender la vida académica. Alguien puede empezar estudiando un grado de Física, seguir haciendo un Master en Filosofía y, después de hacer unos cursos de Finanzas, terminar trabajando en la inversión en valores.

A la hora de elegir una carrera debemos ser como camaleones con varios ojos. Por una parte, debemos mirarnos a nosotros mismos. Por otro, al mercado de trabajo. Y, también, cómo no, al mercado de la educación. Lo más difícil es analizarse a uno mismo. Puede haber confusión sobre lo que me gusta e interesa. Pero, incluso aunque sepamos a qué nos gustaría volcarnos, tenemos que tener la lucidez para saber si tenemos los talentos necesarios, cognitivos y sociales, para dedicarnos finalmente a las salidas profesionales usuales en dichos estudios. Puede ser que te apasione la Física, pero no seas especialmente bueno en matemáticas, lo que te impedirá dedicarte profesionalmente a ello, aunque sí puedes dedicarte a ella desde el punto de vista aficionado mientras te ganas la vida profesionalmente con la consultoría de empresas, para lo que la formación en Física te habrá servido como entrenamiento fenomenal.

Como en España existe ese prejuicio contra hablar de dinero, un sesgo de cristianos viejos seguramente, los alumnos no se plantean la cuestión del vil metal a la hora de escoger una salida académico-profesional. Porque puede ser que el sueño de tu vida, y para lo que eres muy bueno, no sea valorado económicamente por la sociedad. Nadie tiene por qué pagarte tus sueños simplemente porque sean tus sueños, ya sea la petanca, la Filosofía o la ciencia vulcanológica.

Vamos a jugar a hacer gráficos. El profesor Keating en El Club de los Poetas Muertos odia los gráficos y hace arrancar a sus alumnos unas páginas del libro de literatura en la que se enseña a valorar críticamente a los autores atendiendo a dos vectores, el de la calidad formal y el de la grandeza de su contenido. Teniendo en cuenta esos dos factores resulta que, por ejemplo, Shakespeare se sitúa por encima de Byron en la escala literaria, algo en lo que está de acuerdo todo el mundo salvo, quizás, la hermana de Byron y el profesor Keating. Pero volvamos a nuestro gráfico que será algo más complejo, pero no demasiado más. Al fin y al cabo es importante que sea manejable. Tengamos en cuenta, según lo señalado anteriormente, tus preferencias personales ("tu corazón y tu intuición" que decía Steve Jobs) en un eje. En otro vector planteemos en qué eres bueno, cuáles son tus dotes personales (¿eres bueno leyendo textos, resolviendo problemas matemáticos, pintando, debatiendo, jugando al baloncesto?). Por último, apunta la probabilidad de que termines trabajando en lo que has estudiado, es decir, las salidas profesionales de dichos estudios (un vistazo al informe de Spring Professional se me antoja fundamental). Estos dos últimos factores implican añadir al corazón y la intuición de Jobs algo de cerebro y pensamiento pausado (recordemos que Jobs era un genio de la intuición, pero eligió curarse el cáncer de páncreas comiendo zanahorias).

ADE, Enfermería, Medicina y Biomedicina son apuestas seguras. Ahora bien, ¿por qué no estudiar Filosofía si tu pasión son los problemas ontológicos? Ningún problema si eres muy bueno en lectura y escritura, además de trabajador. Aunque haya pocas salidas, tampoco son muchos los que eligen la carrera, con lo que la competencia será mucho menor. Lo más probable es que consigas una profesión relacionada con la Filosofía, como profesor de Secundaria y/o Universidad, y aunque no vayas a ganar un dineral, sí que tendrás un colchón financiero más que adecuado, correspondiente con el perfil tradicional del filósofo que no suele orientarse al consumismo desenfrenado ni a la vanagloria de estatus.

Ojo a las inercias culturales. En España durante muchos años la FP estuvo mal considerada socialmente, pero ahora de facto la FP suele ser más productiva en general que el Bachillerato y la Universidad. Lo que no es óbice para que tras haber estudiado en la FP alguien puede reencontrarse con los estudios más abstractos de tipo universitario. De este modo se estaría construyendo la vida académico-profesional de abajo-arriba y de atrás hacia delante.

Tener una filosofía de la acción que enmiende a Steve Jobs y al profesor Keating, teniendo en cuenta el cerebro además del corazón, además de calibrar el impacto en los medios materiales que decidirán la satisfacción del estómago, es la estrategia óptima para reducir la probabilidad de que te arrepientas de tomar determinadas decisiones. En cualquier caso, considera que es de sabios rectificar. Y de rectificar lo antes posible, de sabio veloz. No hay que preocuparse por dicha rectificación, al revés. Es un síntoma de flexibilidad, personalidad e inteligencia.

En conclusión, sigue a tu corazón, pero no dejes de escuchar a ese consigliere que es tu cerebro y, salvo que seas un espíritu puro, te alimentes del aire o seas un fan del ayuno intermitente, a tu estómago porque las facturas no se pagan solas y depender de caridad o las subvenciones te puede salir muy caro.

Temas

0
comentarios