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Santiago Navajas

El mayor problema de España: los padres-pañal

A este paso no solo los maestros de infantil sino también los catedráticos universitarios tendrá que aprender a cambiar pañales.

A este paso no solo los maestros de infantil sino también los catedráticos universitarios tendrá que aprender a cambiar pañales.
Una madre junto a su hija conversando con el profesor. | Archivo

Los maestros de Suiza están hasta las narices de buena parte de los padres suizos porque se está imponiendo la tendencia de que los niños lleven pañales al colegio incluso después de los cuatro años (¡y hasta los 11!). La nueva moda pedagógica consiste en que los niños aprendan "naturalmente" a controlar los esfínteres. A este paso no solo los maestros de infantil sino también los catedráticos universitarios tendrá que aprender a cambiar pañales.

Esta anécdota suiza nos sirve para ilustrar una categoría española: la lamentable situación del sistema educativo. Durante esta semana se han estado examinado los estudiantes de Bachillerato de toda España de la prueba de Selectividad para entrar en la Universidad. Unos temas recurrentes en este proceso son el inflado sistemático de calificaciones por parte de los profesores de instituto y los correctores de la prueba, la asimetría en las pruebas realizadas por las diversas autonomías, y los sesgos políticos en algunos de los exámenes. Respecto a esto último, es ya conocido que los ponentes de la asignatura de Lengua y Literatura de las distintas autonomías parecen leer solo El País, dada la cantidad ingente de editoriales y articulistas que provienen de dicho periódico. Y cuando no son de El País, suelen ser de articulistas de corte socialdemócrata. Peor todavía es la diferencia de nivel entre las distintas autonomías, que hace que los alumnos con mejor preparación estén en desventaja ante alumnos de comunidades con un menor nivel de exigencia, tanto en Bachillerato como en la propia prueba de Selectividad. El problema del inflado sistemático de las calificaciones de instituto se solucionaría en parte si disminuyese el peso del Bachillerato final, pongamos un 30%. Y también, como se hace en el MIR, si además de las pruebas de desarrollo, (viciadas por primar el contenido estrictamente memorístico, no de comprensión), se realizasen pruebas tipo test.

Sin embargo, el mayor problema educativo no viene de políticos y profesores que usan el sistema educativo como correa de transmisión de sus intereses ideológicos. Porque lo que conduce a la mediocridad del sistema son los padres-pañal. Concretamente esos padres a los que no importa el nivel de conocimientos y competencias reales adquiridas por sus hijos, sino únicamente que titulen y obtengan la plaza de sus sueños aunque no tengan capacidad para ser buenos profesionales de la misma manera que no fueron buenos estudiantes. Estos padres pueden que sean pocos, pero se saben organizar y no tienen escrúpulos en presionar a profesores y políticos.

La prueba del algodón de la degradación de la sociedad española respecto al sistema educativo es el examen de Matemáticas en Selectividad. Tanto en Madrid y Castilla y León el curso pasado, como en Andalucía este año, ha habido protestas porque el examen era supuestamente demasiado difícil. Protestó el presidente castellano. ¿Por el bajo nivel de "sus" alumnos? No, por la dificultad de la prueba. En Andalucía, casi 30.000 personas han firmado para que se anule el examen. Es decir, en lugar de pedir explicaciones a los profesores por no haber preparado bien a sus alumnos, o recriminar a sus propios hijos por estudiar únicamente lo que consideraban que caería siguiendo la inercia de lo ya sabido, montan un show de desvergüenza, mediocridad y bulos. Leer los comentarios de algunos padres hace recordar lo que decía Juan de Mairena respecto a que era posible poner las notas de sus alumnos únicamente viendo la cara de sus padres.

Un profesor de Matemáticas, que resolvió el examen de Andalucía en Youtube, expuso el problema de fondo de los estudiantes andaluces: es un examen en el que hay que pensar matemáticamente, no usar recetas manidas provenientes de exámenes previos. El problema que más críticas ha suscitado es paradójicamente el más fácil, el segundo que se resuelve en el vídeo sobre ventas de coches. Casi más un problema entonces de comprensión lectora que de capacidad matemática. Esto es lo que pasa cuando se centra la educación en la memoria ciega combinada con inteligencia nula.

Las reacciones de los padres que han reclamado la anulación de la prueba son reveladores del estado de mediocridad de la sociedad española en su conjunto respecto a la educación:

Una madre: "Nuestra reacción es de máxima incomprensión ante la naturaleza del examen, que sentimos como un inexplicable castigo con respecto a los exámenes de otras comunidades". Como decía Juan de Mairena, para poner notas a los alumnos basta con ver a sus padres. ¡Qué tropa! Para empezar, la señora en cuestión no sabrá ni dónde están otras comunidades en el mapa, para averiguar qué tipo de exámenes han realizado en Galicia o Murcia.

Otra madre, ¡de Cataluña!, y firmante de la petición (no vaya a ser que en Cataluña los profesores también les dé por ser rigurosos y exigentes): "Deberían anular todos los exámenes de matemáticas de todas las comunidades autónomas". A Platón (que no dejaba entrar a nadie en la Academia que no supiese geometría) le divertiría esta petición y diría: "Ya os lo decía yo".

Un padre da en el clavo pero sin saberlo: "Me parece una aberración el nivel del examen teniendo en cuenta lo mal que está la educación y el nivel desde primaria". Efectivamente, pedir en Selectividad un examen de Matemáticas no memorístico debe de ser una aberración fascistoide.

Este padre juega la carta de la función social del sistema educativo: "Por el futuro de los jóvenes y la igualdad de oportunidades sin discriminaciones económicas". Los jóvenes de "clase baja" no pueden estudiar matemáticas avanzadas por alguna razón que no dice.

Otro padre juega la carta del esfuerzo: "Han trabajado mucho para llegar hasta ahí para que después pongan un examen tan abusivo y injusto". Este es el modelo pañal por antonomasia: basta con el esfuerzo para el sobresaliente. Pero Bachillerato es otra liga, la del mérito (lo que quieren cargarse los pedagogos "progres").

Una madre seguramente no coreana ni china: "Mi hijo sacó una nota muy buena en bachillerato y en este examen le resultó muy difícil". Pero no va al instituto a pedir explicaciones sobre el inflado de notas a su hijo, sino que pide que anulen la prueba que demuestra que no sabe mucho.

Otra madre: "Indignación por el examen, dificultoso y NO adaptado a jóvenes de Bachillerato. Todavía No son universitarios". Ya, pero el examen, señora, es de SELECTIVIDAD para entrar en la UNIVERSIDAD. Luego querrán que a los ingenieros no se les caigan los puentes y tal.

Otra madre: "Ganas de tirar la ilusión de los chavales que llevan mucho tiempo estudiando para esto". El ponente de Matemáticas en Andalucía debe ser una mezcla entre Unabomber, Charles Manson, Voldemort y José Ignacio Wert en la imaginación de estos progenitores quejosos.

El sistema educativo público ha pasado de contemplar como su principal misión la educación aristocrática del pueblo llano a defender prioritariamente una función de activismo social y adoctrinamiento ideológico. De ahí que las matemáticas sean consideradas "fascistas". Hay que recalcar que los profesores de Matemáticas, a pesar de toda la presión social, mantienen la dignidad y el espíritu de su especialidad.

En EE.UU. popularizaron la denominación "madre tigre" para ilustrar un tipo de paternidad estricta respecto a la educación para que los hijos alcancen un alto rendimiento académico. Sobre todo se relaciona con familias asiáticas. Este tipo de comportamiento pro educación por parte de los padres asiáticos ha hecho que los miembros de dicha comunidad alcancen cuotas de dominio en las facultades de ciencias, sobre todo en matemáticas y música, por su propio mérito y sin necesidad de cuotas. Al revés: fomentan los exámenes exigentes y las pruebas rigurosas. Necesitamos cambiar la cultura de las "escuelas de padres" para que se centren en ser más semejantes a las "madres tigres" norteamericanas y menos a los "padres pañales" suizos.

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