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Agapito Maestre

Un paisaje cultural

Quien no se asombre al leer que la dehesa del toro bravo es un ejemplo de biodiversidad para el mundo, es que no tiene corazón ni inteligencia.

Quien no se asombre al leer que la dehesa del toro bravo es un ejemplo de biodiversidad para el mundo, es que no tiene corazón ni inteligencia.
Dehesa con toros bravos | Wikimedia

La cosa de la Unión Europea tiene gravísimas dificultades para entender y proteger determinadas creencias e ideas de la civilización hispánica. Esto es algo normal. Nadie se alarme. Los choques entre civilizaciones dan lugar a nuevas ideas y creencias. Es absolutamente comprensible que haya fricciones y discusiones entre diferentes tradiciones civilizadoras. En realidad, toda genuina cultura tiende a universalizar a otras. La civilización hispánica es integradora, que no significa integrista, o no es civilización. Decir lo contrario es engañarse; por ejemplo, nadie en su sano juicio puede entender el oxímoron que repetía sin ton ni son un políticastro español de triste recuerdo: "alianza de civilizaciones". Brutal. Esa expresión es tan primaria como llamar día a la noche. Oculta y no aclara.

No nos alarmemos, pues, porque la cosa de la UE no entienda algunas sutilezas y refinamientos de nuestra cultura espiritual y material. Ya lo entenderán. Preparémonos para la confrontación, discusión y superación de sus prejuicios y tratemos de ilustrar a los gestores de la UE sobre algunas de nuestras aportaciones a la historia de las grandes civilizaciones. Hoy es de especial relevancia tratar sobre uno de los ecosistemas con mayor riqueza y biodiversidad del planeta, entre otros motivos, porque la cosa de la Unión Europea no sabe, o peor, no quiere clasificar, calificar y proteger con el respeto que merece ese ecosistema. Me refiero a la Dehesa del toro bravo en particular, y la Dehesa española en general.

La dehesa, según el Diccionario de uso del español de la gran María Moliner, es una parte de tierra acotada, generalmente de prados y dedicada a pastos para apacentar cualquier clase de ganado. Es eso, sin duda, y algo más. Sí, la dehesa de la península ibérica es un espacio natural tratado con sumo cuidado por el hombre hasta convertirlo en un paisaje cultural. Es "naturaleza", dicen los grandes estudiosos de la cuestión, "cuidadosamente humanizada". Algunos especialistas han llegado a decir que la dehesa "es una fabulosa construcción de ingeniería social, basada sobre un enorme acervo de conocimientos, historia, literatura, folklore, gastronomía, artesanía, tradiciones religiosas y espirituales, donde sostenibilidad y cultura van de la mano."1 Independientemente de la valoración de la dehesa que hagan los estudiosos de la naturaleza, la dehesa no es, hablando con propiedad, un ecosistema natural autóctono, sino que ha sido el resultado, reitero, de la mano del hombre que con sumo respeto ha ido interviniendo sobre su paisaje natural. Con grandes esfuerzos y adaptándose al terreno y la cultura local se han introducido cambios sutiles, casi artísticos, que van desde las tareas de limpieza del campo hasta un limitado cultivo agrícola, pasando por la construcciones de edificaciones, o mejor, refugios de pastores, vaqueros y ganados. Siempre se ha procurado, además, proteger los arroyos y regatos, establecer pequeños embalses, charcas y humedales. Gestión inteligente del agua, búsqueda sostenibles de recursos hídricos, para el ganado y refugio de aves acuáticas y especies anfibias. En fin, la dehesa es un tipo de ecosistema que, según Rafael Cabrera Bonet, ha sido creado y mantenido por el hombre a lo largo de milenios para el aprovechamiento ganadero; que sobre la base de un bosque de tipo mediterráneo, con predominio de encinas, alcornoques y fresnos, se ha ido clareando; donde se han eliminado muchas especies arbustivas y matorral y se han introducido pastizales y otras especies vegetales, y se ha ordenado humanamente el territorios.

Pues bien, y esta es una de las grandes aportaciones de España al patrimonio natural y cultural de la humanidad (sic), eso ha sido posible en buena medida gracias a la crianza del toro de lidia en la dehesa. Se ha conseguido con mucho esfuerzo y dedicación este tipo de ecosistema que es un ejemplo, si es que no es ya un modelo para los mejores biólogos del mundo, para detener uno de los problemas más graves del planeta: la pérdida de especies y poblaciones, es decir, la "crisis de la biodiversidad", que es, a juicio del biólogo Miguel Delibes de Castro, "uno de los aspectos más destacados de la problemática ambiental mundial."

Quien no se asombre al leer que la dehesa del toro bravo es un ejemplo de biodiversidad para el mundo, es que no tiene corazón ni inteligencia. Si en los manuales de ecología no aparece una foto de la dehesa del toro de lidia, como ejemplo de riqueza de la biodiversidad, al lado de las mil fotos de la selva, en Costa Rica, para ejemplificar que la mayor biodiversidad del mundo se halla en los bosques tropicales, es que entonces la estulticia más grosera se ha instalado en la pedagogía "ambientalista". Muchas cosas se ignoran sobre la biodiversidad (existen, según Delibes de Castro, tirando por lo bajo y sin contar a las bacterias, entre doce y más de treinta millones de especies, y sólo tenemos catalogadas a un millón y medio), salvo que sin ella el planeta corre riesgos extremos. O conservamos la naturaleza (especies que vivifican el suelo, animales, plantas y microorganismos, etcétera), o fenecemos.

La crisis de la biodiversidad afecta a todos. Sí, sí, es global el asunto. Todo lo que suceda en Laponia, la Baja Andalucía o la deforestación de Malasia, tendrá repercusión en el entero globo terráqueo. Entonces cómo no preocuparse por la dehesa española. Exactamente aquí, en esta materia, es donde están más flojos los dirigentes de la cosa de la UE. Sus urgentes preocupaciones les impiden ocuparse de los problemas importantes. Preocupados por las explotaciones agrícolas y ganaderas de carácter intensivo se olvidan de lo importante, a saber, la sustentabilidad de la dehesa. Está ahí delante de sus ojos, pero los cierran y no quieren saber nada del "campo" ibérico salpicado de miles de especies vegetales diferentes. Menos aún le prestan atención a las sombras de las miles de encinas, alcornoques y fresnos que dan cobijo a otras especies animales. Carecen del arte de mirar. Jamás observarán cómo aparecen en la dehesa española por todas partes rebollos, quejigos y otras especies vegetales mayores como olivos silvestres, sabinas, pinos… Creo que nunca serán capaces de ver, oler y admirar, por decirlo con el Presidente de la Unión de Bibliófilos Taurinos, la presencia de las siguientes especies: jaras, zarzas, madreselvas, enebros, durillo, retamas, matagallos, cantuesos, espliego, tomillo, magarzas, chupamieles, acelgas, espárragos, mejorana, tagarninas, palmitos, berzas, tréboles romanceros, mielgas y tantas otras…

Es comprensible las dificultades que tienen los burócratas de la cosa de la UE a la hora de darle un justo tratamiento a la dehesa española. Es demasiado compleja y sutil para ellos. Y es que, en verdad, no es fácil hablar de la "naturaleza", de un "paisaje cultural", a quien carece de amor y conocimiento de causa sobre la dehesa y uno de sus principales moradores: el toro del lidia. Sí, la raza bovina se lidia se cría, y en gran parte se mantiene, gracias a lo que algunos consideran un paradisíaco ecosistema. Se calcula que entre 300.000 y 500.000 hectáreas, casi todas mantenidas por particulares, de la península ibérica están ocupadas por la reses bravas. ¡Imposible imaginar qué pasaría si desapareciesen! Porque son todavía uno de los grandes sostenes no sólo de la sociedad agraria y ganadera de la llamada por los políticos "España vaciada", sino también el principal eje que vincula lo rural y lo urbano, el campo y la ciudad. En fin, los "administradores" de la cosa de la UE tienen trabajo por delante para comprender qué es el toro de lidia en la dehesa. Visiten y, sobre todo, les exhorto a que lean en los libros y estudien en la dehesa. Hay un libro breve de Borja Cardelús, titulado Monte y albero, recogido en su La España del silencio (Almuzara), que recoge con extraordinaria belleza la vida del toro bravo en la dehesa. Ojalá se animen los encargados de la UE de proteger la flora y fauna de Europa. Por si acaso, aquí les dejo un trocito de un toro bravo que sueña con la dehesa:

Quizá al final del túnel esté la dehesa. Me arrancaron de ella hace varias jornadas, y desde entonces me han traído y llevado dando tumbos (…).

Recorro el túnel y me llega más claro el murmurio. No es el de la dehesa, que tan bien conozco, y en el que se mezclan tantos sonidos distintos, todos quedos (…). La luz caliente de la dehesa golpeó mis ojos cuando vine al mundo una tarde de invierno, arropado por el calor breñal en el que mi madre se había refugiado para parir en la intimidad.

La dehesa no parecía tener fin. Sólo cuando se afianzaron mis ojos alcancé a ver que la cortaba la lejana sierra, el monte bravío e impenetrable. Pero estaba fuera de mi mundo. El mío era el de las tierras adehesadas, mundo ondulante de alcornoques y encinas, de chaparras y carrascas, cruzado por algunos arroyos con ribera de alisos y choperas y salpicado por multitud de charcas juncales.

Alármense todos los europeos, porque la incapacidad de sus burócratas y politicastros para entender algunas de las contribuciones hispánicas al mundo está retrasando, al menos en términos ecológicos, el desarrollo de la propia UE. Ni la dehesa española ni las corridas de toros reciben un sólo maravedí y reconocimiento de la Administración de la UE. Allá ellos. Dicho en corto y por derecho, ni un sólo país de la Europa moderna puede entenderse prescindiendo de España; por el contrario, España, siendo Europa, puede explicarse perfectamente al margen de la UE. En verdad, la historia de la civilización universal, y más en concreto la historia política, tiene un componente hispánico imposible de ocultar. La civilización hispánica es irrebasable. Por lo tanto, los de la cosa europea no deberían engañarse, porque tienen sobrados motivos para alarmarse. Su incomprensión de España a veces roza la estulticia, especialmente, al hablar del toro de lidia en la dehesa. Y es que entender y admirar la belleza de un "paisaje cultural", dicho sea sin ánimo de ofender, exige un refinado sentido del gusto. Algo que no está al alcance de todos.


1 Cfr. Ayuntamiento de Arroyo de la Luz. http://arroyodelaluztodoloquesomos.es/la-dehesa-un-ecosistema-unico/ Vid. La página web del Ministerio de Cultura dedica algunos buenos textos a la dehesa.

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