Menú
Agapito Maestre

¿Por qué llegan las dictaduras?

La democracia, sí, está tan contenida en el Antiguo Régimen como alimenta su excipiente más trágico: la revolución y la desaparición de la libertad.

La democracia, sí, está tan contenida en el Antiguo Régimen como alimenta su excipiente más trágico: la revolución y la desaparición de la libertad.
Pedro Sanchez | Cordon Press

Los orígenes de las dictaduras como el de las democracias son generalmente ambiguos y, casi siempre, susceptibles de ser revisados por el saber histórico, el derecho público y la ciencia política. Esta magistral enseñanza nos ha sido legada para nuestra época por el mayor científico de la política del siglo XIX, el francés Alexis de Tocqueville. La sabiduría política, como aprendió de su maestro Aristóteles, carece del rigor de los saberes geométricos. La ambigüedad está siempre acechándonos. Por eso, precisamente, la ciencia política es siempre una ciencia buscada. Es necesario hacer permanentemente matizaciones a la hora de examinar cualquier experiencia política por menor que nos parezca. El matiz no es sólo la tumba de los prejuicios, sino también el añadido necesario para transformar las generalizaciones en grandes fórmulas para estudiar la historia. En este orden de consideraciones preliminares, la lectura de Tocqueville siempre es provechosa. Es como la visita a un jardín de bellas y olorosas plantas. Nadie sale igual que entra. Es una manera exquisita de tonificar el cuerpo y darle nuevos alientos a los proyectos de nuestro espíritu. Leer en los libros de Tocqueville es vivir mil vidas sin exponer la nuestra a la pesadez de la rutina del academicismo ridículo o la pedantería de los "filósofos" profesionales.

alexis-de-tocqueville.jpg
Alexis de Tocqueville

Tocqueville es, en efecto, uno de esos grandes autores del pensamiento político que nos resuelven nuestras cuitas escépticas sin recurrir a dogma alguno. Para él, por ejemplo, la democracia, sí, está tan contenida en el Antiguo Régimen como alimenta su excipiente más trágico: la revolución y la desaparición de la libertad. He ahí el argumento clave para seguir leyendo y releyendo su obra principal: El antiguo régimen y la revolución. Es la obra más actual del liberalismo doctrinario francés para el desarrollo de la democracia del siglo XXI. Nadie ha visto mejor que Tocqueville los grandes defectos de la democracia como forma de vida y sus límites como régimen político. Pero quizá la mayor aportación, en mi opinión, de este libro, sea mostrarnos el poderío intelectual y vital que contiene el Antiguo Régimen para determinar la democracia como una genuina forma de vida libre, a la par que nos muestra su principal flaqueza "medieval", tan cara hoy para los "nuevos demócratas", que no es otra que concebir el derecho antes como un privilegio, generalmente de grupo, que como una institución liberadora (individual e intransferible) de cada una de las personas de la especie humana. Por este lado, sin duda alguna, es comprensible el desprecio que los populismos contemporáneos, obsesionados con la demanda de "derechos" sin obligaciones, tienen contra la obra de Tocqueville, el principal defensor de una democracia de individuos libres e iguales ante ley.

Tocqueville es, en cualquier caso, un buen guía actual para responder a nuestra pregunta, entre otras razones, porque ha hecho narrativo y, en un cierto sentido, "riguroso" un saber que está contenido en los grandiosos versos de Holderlin: "Allá donde está el peligro,/ también está la salvación". Dictadura y democracia van, por desgracia, más revueltas y entrelazadas de lo que algunos creen. Sí, buscar la relación entre democracia y dictadura, no es un mal procedimiento para hallar las causas de la dictadura. Lejos, pues, de mi ánimo buscar una única causa de la llegada de un régimen político tan perverso como la dictadura. Sin embargo, es deber sagrado de quienes buscan la verdad concentrarse en un argumento principal. Quizá a partir de él, ojalá sea un buen tronco, podamos colgar las ramas. Haré, pues, la pregunta en términos históricos, por ejemplo, ¿por qué llegó la dictadura de Primo de Rivera a España en 1923?, o ¿por qué decimos hoy que el régimen democrático español está abocado a la dictadura sanchista?, en fin, ¿por qué llega la dictadura?.

Cualquiera con un poco de información puede responder rápidamente a la cuestión planteada. Más aún, creo que la ciudadanía española con mejor formación democrática y más desarrollada moralmente, es decir aquella que no es masa acrítica y alienada, ya está contestando con sus manifestaciones en las calles. Lo mejor de la llamada sociedad civil sabe muy bien qué está pasando en España y, por eso, siempre que tiene ocasión, manifiesta su descontento. Es muy consciente de que estamos al borde de la consumación final de un "autogolpe" de Estado, o mejor dicho, un ataque permanente a las instituciones democráticas. Si la deriva autoritaria del gobierno de Sánchez llegase hasta el punto de amnistiar a Puigdemont y al resto de golpistas catalanes de 2017, entonces el edificio democrático, hoy tambaleante, caería al suelo como un castillo de naipes. Se habría llegado al destino final de un camino que Sánchez y los separatistas iniciaron hace cinco años: viviríamos en plena dictadura.

Entonces, las almas bellas, esas que no quieren ver las catástrofes porque están muy a gusto en el ámbito de lo privado, o peor, engañándose con la ideología gubernamental, preguntarían: ¿por qué llegó la dictadura sanchista? Y la respuesta también sería inmediata. Por las mismas causas por las que han venido en el mundo casi todas las otras dictaduras: por incapacidad de los poderes constitucionales de cumplir su misión. Esta incapacidad es debida, en el caso español, mucho más a culpas de los hombres que no a la de las instituciones. Sí, la Constitución de 1978, como la de 1876 (la más larga de nuestra historia constitucional), es de espíritu amplio y generoso como la nación que la sustenta, España. Cierto es que nuestra Carta Magna, a veces, da pábulo a raras interpretaciones, especialmente si atendemos a su Título VIII. Es tan elástica que ha permitido en ocasiones llevar la democracia al borde del precipicio. Pero la Constitución, por favor, no es el mal, sino quienes no cumplen su principal mandato: la defensa de la Nación.

Por desgracia, los hombres que han presidido los gobiernos de España, unos más y otros menos, no entendieron esa generosidad constitucional ni fueron leales a su fundamento. Gonzalez, Aznar, Zapatero y Rajoy no fueron capaces de autolimitarse a la hora de conceder privilegios y beneficios a quienes tienen como máxima en su ideario político y moral la destrucción de España. Unos se fiaron demasiado de los traidores separatistas y otros les concedieron todo. Ninguno defendió la unidad de la Nación como exigía la Constitución. No cumplieron su principal misión. Por eso, sí, puede llegar, si es que no estamos ya, la dictadura sanchista, como ha demostrado una vez más con silencio y saña, característica de toda dictadura, el propio Sánchez negándose a intervenir en el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo. Otra vez, como en los últimos cinco años, ha demostrado con creces que el dictador se forma y conforma con el uso y manipulación de las instituciones democráticas… Cierre del Parlamento a su capricho, desgobierno a través únicamente del Real Decreto Ley, nombramientos arbitrarios de altos cargos institucionales en la Fiscalía General del Estado, Tribunal de Cuentas y Tribunal Constitucional, excarcelaciones de etarras, cambios de leyes para favorecer a los los golpistas catalanes, etcétera, etcétera. Y, sobre todo, nadie olvide que Sánchez ha gobernado en términos autoritarios con el apoyo explícito del golpismo catalán y el exterrorismo etarra…

Pero, antes de Sánchez, hubo unos precedentes que importa mucho recordar, porque las dictaduras no vienen de la noche a la mañana. Ciento fueron las cesiones de los gobiernos de España al separatismo, tanto a su versión más pacífica como a la más extrema y terrorista, aunque es verdad que los dos llamados partidos nacionales procuraron siempre guardar las apariencias, o sea, nunca pactaron sus respectivos gobiernos con los nacionalistas y separatistas a pesar del apoyo que estos pudieran prestarles puntualmente. Más esa tradición política, hasta cierto punto comprensible en la historia de España, se rompió con la llegada de Sánchez a la jefatura de su partido, primero, y del gobierno de España después. Los socialistas pusieron fin a una tradición más o menos democrática e impusieron otra de corte dictatorial: "No es No". No hay, sí, dictadura sin dictador. Sí es sí con los golpistas y separatistas y no es no con los constitucionalistas.

zapatero-aznar-gonzalez24032014.jpg

El PSOE de Sánchez nunca buscará pactos de Estado, o sea, en favor de la Nación, sino que se vinculará de uno u otro modo a los separatistas catalanes y vascos. He ahí la clave para saber por qué ha llegado la dictadura sanchista a España. Se trata ahora de conformar mayorías parlamentarias sin preguntarse de dónde vienen los votos y qué exigen. O sea se trata de obtener una suma de votos falaz, falsa y criminal, porque, como sabe cualquiera con sentido común, no pueden sumarse cantidades que no son homogéneas… Lo decisivo es alcanzar el poder y, desde ahí, producir "derecho", saltándose permanentemente la Constitución, e imponer una ideología, es decir, mentiras y más mentiras en todos los ámbitos del saber y la opinión pública política que destrocen todas las tradiciones democráticas, empezando por la Transición y terminando con el blanqueamiento de los asesinos terroristas y los golpistas catalanes.

Al fin, la España de la Transición, que fue un modelo para todos los países del mundo que deseaban pasar de una dictadura a la democracia, ha sido sustituida por la España de Sánchez, que es ya modelo, junto a la Venezuela de Chavez y Maduro, para estudiar cómo se pasa de una democracia a una dictadura. Sánchez ha roto definitivamente con la tradición de la Transición, es decir, de la política como vínculo entre los españoles para imponer una dictadura de una parte de España contra la otra. Esto es algo que, durante los últimos cuatro años, no han parado de denunciar reputados juristas, historiadores y gente más o menos neutral ante los idearios de los partidos políticos, incluso políticos prominentes del PSOE en el pasado, como González y Guerra, han denunciado esta deriva de la democracia hacia la dictadura, que por fortuna ha sido perfectamente analizada por Núñez Feijóo, el líder democrático de España, en su discurso de investidura en el Parlamento de la nación.

En los últimos cinco años, nadie lo dude, estamos viviendo las maldades de un régimen autoritario, pero la dictadura será plena en España, en mi opinión, si Pedro Sánchez, como han anunciado ya los separatistas, da la amnistía a los golpistas catalanes. El simple anuncio de la concesión de la amnistía y el referéndum no es sólo un atentado a la democracia sino el establecimiento de la dictadura. La dictadura, sí, llega a España porque Sánchez no cumple con su misión constitucional de mantener la unidad de la Nación.

Temas

0
comentarios