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Santiago Navajas

¿Para cuándo un Premio Nobel español de ciencias?

El nivel medio de la enseñanza española es mediocre, según el Informe PISA, pero es que el nivel de la enseñanza de excelencia parece estar todavía peor.

El nivel medio de la enseñanza española es mediocre, según el Informe PISA, pero es que el nivel de la enseñanza de excelencia parece estar todavía peor.
Ramón y Cajal | Cordon Press

Respecto al nivel internacional de España se producían dos sucesos extraños. El primero es que dado el nivel de la Liga española y el éxito internacional de clubes como el Atlético de Madrid, el FC Barcelona y, sobre todo, el Real Madrid, la selección española nunca hubiese ganado un Campeonato del Mundo. Finalmente, gracias a una generación de futbolistas extraordinarios y una idea de juego que creó Luis Aragonés, España ganó el Mundial.

Sin embargo, queda otro misterio: ¿por qué España no ha ganado ningún Nobel en Física o Economía, o una Medalla Fields en Matemáticas? El nivel medio de la enseñanza española es bastante mediocre, como indica el Informe PISA, pero es que el nivel de la enseñanza de excelencia parece estar, según el índice marcado por dichos premios, todavía peor. Explicaba Jean Tirole, Premio Nobel de Economía, que en su país, Francia, hay un sector de la educación comprometido con la excelencia, aunque el resto del sistema educativo es más bien mediocre. Francia tiene varios Nobel en Ciencias ganados recientemente. En Francia suelen ignorar el Informe PISA porque no les deja en buen lugar. Y eso que están sistemáticamente por encima de España… Es decir, somos peores que en Francia tanto en el nivel medio como en el nivel de excelencia. Pero en Francia han desarrollado centros de excelencia al margen del sistema universitario normal. La gran asignatura pendiente de España que no ha sabido crear un sistema puramente meritocrático sin sombra de funcionariado ni amiguismo al estilo de Escuela Politécnica, el ENSTA Paris, el Collège de France o el Centro Nacional para la Investigación Científica, Escuela Normal Superior de París, École de physique des Houches… Los Campus de Excelencia Internacional se hicieron sobre la base del sistema universitario ya existente, que es como construir con los cimientos en terrenos pantanosos.

En España hay cerca de 100 universidades, entre públicas y privadas, pero no hay ninguna especialmente descollante en ninguna rama. Cabría plantearse no solo que hubiese menos pero mejores, sino un sistema universitario alternativo al actual, más profesionalizado en la gestión. Elegir un rector de una universidad pública por votación de profesores y estudiantes es como elegir un CEO en el IBEX 35 por votación de sus trabajadores y accionistas. El ejemplo de las Facultades de Veterinaria, pocas pero excelentes (siete de las diez entre las cien mejores del mundo), muestran el camino. Aspirar al sistema francés es utópico, pero podríamos llegar a ser como el italiano.

¿Cómo hacer para ganar premios Nobel? En primer lugar, querer ganar Premios Nobel. Del mismo modo que para salir del alcoholismo hace falta en primer lugar reconocer que se tiene un problema de adicción y, en segundo lugar, establecer un compromiso para dejarlo, de la mediocridad también se sale si se reconoce que se está en dicha situación en lugar de esconder la cabeza bajo tierra. Además, emprender medidas que resuelvan el problema. Casi siempre duras y dolorosas porque implican tener que cambiar de hábitos asentados, cómodas actitudes y cálidas creencias.

En una ocasión le preguntaron al físico Isidore Rabi, Premio Nobel de Física, cómo llegó a ser científico. Respondió que por su madre. Cuando los niños de su escuela volvían a casa sus madres les preguntaban "¿Qué aprendiste hoy?", pero su madre le decía "Izzy, ¿hiciste una buena pregunta hoy?". Y eso fue lo que marcó la diferencia, según Rabi, el estímulo a hacer buenas preguntas. Ahora bien, ¿por qué hacer preguntas? Y ¿qué es una buena pregunta? Preguntar es presuponer que hay una respuesta. También es confiar que al que se plantea la pregunta tiene una respuesta o bien puede ayudar a encontrarla. Hacer una pregunta consiste en confiar en que el universo es comprensible y que la propia capacidad de conocimiento es limitada. Es estar imbuido del espíritu socrático, que intuye que hay una respuesta, que está convencido de que es imposible alcanzarla pero que, a pesar de todo, se lanza en su pos en compañía de amigos intelectuales porque al menos parcialmente el universo es comprensible y la verdad merece la pena el esfuerzo. No solo era la madre de Rabi, la Torá anima a los padres a que incentiven a los niños a hacer preguntas. Como dice el rabino Jonathan Sacks:

Es el deber de los padres alentar a los niños a hacer preguntas, y al que no sabe aún cómo preguntar se le debe enseñar a hacerlo.

La fe basada en hacer preguntas en lugar de repetir dogmas es lo que constituye una cultura de Premios Nobel. Este es el fundamento último del "misterio" de que tantos judíos hayan ganado esta distinción. Lo mismo, por otra parte, que también viene por la tradición griega al estilo de Sócrates, aunque en España parecemos más bien herederos de los que mataron al sabio ateniense por preguntar demasiado…

El sistema español, de los padres a los profesores pasando por los ministros, no pretende hacer críticos científicos, sino sumisos funcionarios. No hay más que ver el examen de Historia de la Filosofía en la Selectividad en los últimos 40 años. Los profesores de Filosofía presumen de enseñar "pensamiento crítico"; sin embargo, han estado durante lustros enseñando a hacer un examen en las antípodas de cualquier elemento no solo crítico sino meramente reflexivo, apostando más bien por una memorización pura y dura. He estado corrigiendo exámenes de Selectividad de Filosofía, y lo usual era encontrarse con retahílas de exámenes prácticamente idénticos porque el profesor les había enseñado un examen resuelto para preguntas ya conocidas sobre textos sobados que los alumnos se habían aprendido de memoria. Todo lo contrario que en Francia, de nuevo un modelo para nosotros, donde los alumnos tienen que responder de manera original a preguntas abiertas al estilo de ¿Es el deseo un signo de nuestra propia imperfección? ¿Es definitiva la verdad? ¿La cultura nos hace más humanos? Tienen 4 horas para redactar un ensayo. El temario no va por autores sino por conceptos: leer textos y preparar ensayos.

La clave de la historia no está en hacer preguntas sino en la madre que incentiva a un pensamiento crítico. Las madres son fundamentales dentro del entorno familiar, como también evidencia el caso de las "madres-tigres", un término popularizado por la asiático-americana Amy Chua en su libro ‘Madres tigre, hijos leones’ para el estilo de crianza basado en imponer a los niños, desde muy pequeños, una férrea disciplina de estudio que deben seguir a rajatabla. Sus hijas se graduaron en Harvard, siendo una virtuosa del violín y la otra del piano. Por supuesto, hay factores genéticos y de riqueza que hay que tener en cuenta en casos como en el de Chua. Pero observemos en la misma línea el caso de un "padre tigre". László Polgar, educador húngaro, el padre de las hermanas Polgar, tres jugadoras de ajedrez que fueron entrenadas por él desde su infancia y alcanzaron un gran éxito. Polgar es un creyente en el mito de la tabla rasa según el cual la inteligencia, por ejemplo, no es innata y se desarrolla a través de la educación. Junto a su mujer, Klara, hicieron un experimento con sus propias hijas, sacándolas del sistema escolar y dándoles una formación basada casi en exclusiva en el aprendizaje del ajedrez. Su objetivo era convertirlas en Grandes Maestros del Ajedrez, un reto doble debido a la histórica inferioridad de las mujeres en este deporte mental frente a los hombres. Obviamente, el talento es innato y el experimento de Polgar lo que demuestra es que puede desarrollarse hasta su actualización más radical gracias a un entrenamiento constante, ambicioso, exigente y metódico. Entre el estilo autoritario, mediante castigos corporales, y el estilo laissez faire, al estilo del buen salvaje, hay que desarrollar un estilo "autorizativo", donde los padres influyan pero razonando, formando valores y también, cuando sea necesario, a través de órdenes y disciplina. La familia no debe ser un batallón militar, pero tampoco una comuna hippie. Por cierto, la influencia de los padres no es solo sobre sus hijos en concreto, sino sobre todo el sistema escolar específico donde van sus hijos, por lo que es conveniente estimular la participación de los padres en el entorno educativo siempre y cuando sea para mejorar.

El problema es que en España inmediatamente surgen psicólogos, pedagogos y "profes" que subrayan una falacia proponiendo que hay una contradicción entre el éxito profesional, por un lado, y el "bienestar psicoemocional" y "estado de salud mental" por otro. Bien, las hermanas Polgar siempre han hablado maravillas del sistema de su "padre-tigre", lo que sería imposible en España porque el Estado prohíbe la enseñanza en el hogar (confundiendo el derecho a la educación con el deber de estar escolarizado) con lo que ejemplos como el de los Polgar serían imposibles (no destacamos en Física y tampoco en Ajedrez). En España se ha creado por parte de Pedro Sánchez el Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación para fomentar vocaciones científicas en niñas y adolescentes. Su objetivo son campañas de divulgación y sensibilización para atraer el talento femenino y visibilizar el trabajo de las mujeres en la ciencia. Es decir, un chiringuito político más para dar cargos a personas con un Máster en Ideología de Género, pero con incidencia práctica nula en conseguir que haya una dedicación a las ciencias con más nivel. Al contrario, porque se sustituyen los indicios empíricos por supercherías ideológicas.

Da igual, por supuesto, que se sea hombre o mujer a la hora de incentivar a los hijos a pensar en lugar de entretenimientos más banales. Los jóvenes suelen decir que pensar es sinónimo de rayarse, de sufrir intelectualmente. Y es esta la actitud que hemos de cambiar, para que pensar no sea algo percibido como un rollo sangrante sino algo que aunque cuesta intelectualmente también provoca distracción siendo ameno. Para una mente entrenada en lo abstracto y competente en el espíritu, una película de Bresson es más divertida que cualquiera de la saga de Fast & Furious.

Esta es la parte moral, la de la familia. Se trata de emprender acciones de bajo coste para implicar a los padres en mejorar su atención a la educación de los hijos. Microacciones educativas en el presente originan macroconsecuencias en el futuro académico en forma de aumentar la probabilidad de titularse, tener un buen trabajo, una vida plena y, por qué no, un Premio Nobel.

Necesitamos también instituciones que estén enfocadas hacia la excelencia. Y aquí tenemos dos fallos, el sistema legal y los profesores. En cuanto al primero, las sucesiones de leyes han tenido como objetivo la equidad del sistema, pero se han entendido la equidad como una igualación por debajo de los resultados. Los alumnos cada vez saben menos porque leen más superficialmente y escriben con menos sentido, pero los políticos y burócratas pedagógicos de turno chapotean en el fango de las estadísticas porque se ha mejorado el número del fracaso escolar. Un mero simulacro para una población que tiene tantos títulos como falta de preparación rigurosa.

El sistema funcionarial es un cáncer para toda la administración pública, pero especialmente para el profesorado. Cuando los medios pedagógicos "progres" ponían como ejemplo a la muy élfica Finlandia, donde los alumnos se pasean descalzos por los institutos y eligen ellos mismos el temario que han de aprender, siempre se olvidaban de mencionar que en el sistema finlandés los profesores no son funcionarios, sino que tienen un contrato laboral fijo como cualquier hijo de vecino por lo que pueden ser despedidos por falta de rendimiento, incompetencia profesional, etc. En España, sin embargo, el sistema no solo no evalúa a los profesores, sino que les retira cualquier tipo de estímulo profesional en forma de carrera docente (eliminaron a los catedráticos de instituto) y en lugar de elevar el nivel académico de los mismos estimulando la formación de alto nivel, del Máster al Doctorado en sus especialidades, lo sustituyen por cursillos banales para tenerlos entretenidos burocráticamente en niveles intelectuales cada vez más bajos y más sometidos a los dictámenes de la Administración.

Para que un país mediano como España tenga éxito en índices de excelencia como el Nobel tiene que fijarse en la base y el tejado. La formación inicial debe estar orientada hacia la disciplina, el esfuerzo y los resultados. La formación ultrasuperior debe guiarse por la competencia. la meritocracia y

En su paso por Madrid, la Nobel de Física Donna Strickland, de la humilde Universidad de Waterloo, ha dejado claro que en la ciencia de nivel hay que ser ciego respecto a la raza, la religión, el género… y ocuparse únicamente de la capacidad. La noocracia de la que hablaba Platón es tóxica en cuanto al sistema político, pero es fundamental para el sistema universitario, que debería ser un templo laico monoteísta en la adoración de la Verdad. Ahora, sin embargo, en los ambientes "progresistas" se centra la discusión en la cuestión de la raza y el género, lo que ha llevado a establecer temas tabús como a la promoción por discriminación positiva. También ha sugerido gastar más en I+D básica, pero como he tratado de mostrar no tiene sentido gastar más sino se gasta mejor. De hecho, habría que priorizar aquellos aspectos en los que es posible mejorar el método sin incrementar el gasto. Es mucho más efectivo organizar a los alumnos para que se ayuden entre sí en grupos de trabajo que disminuir el ratio de alumnos por profesor (con lo que no estarán de acuerdo los sindicatos docentes, ergo tenemos razón). Un Premio Nobel es más una cuestión de incentivos morales y organización que de incentivos materiales y gasto.

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